Las zancadillas del Cádiz

La primera de ellas fue en 1970, cuando el Racing estaba en Tercera División y para el ascenso compitieron los ocho campeones de grupo por cuatro plazas en una eliminatoria a doble partido. Al Racing le tocó medirse con el Cádiz, el potente campeón del grupo séptimo que había sido, con diferencia, el que menos goles había encajado de los 160 equipos de Tercera, ya que sólo recibió once tantos. Fue la defensa gaditana la que se impondría en la eliminatoria, porque el Racing no fue capaz de hacer ni un solo gol a los andaluces en los dos partidos, aunque todo comenzó con bastante optimismo, ya que los hombres de Fernández Mora arrancaron un empate a cero en Cádiz.

Pero en Santander no se pudo evitar la desilusión, al imponerse los gaditanos por un solitario gol, fruto de la falta de entendimiento entre Paquito y Pepín que aprovecharía Ortega II para batir al meta Corral en plena salida desesperada.

Menos mal que aquel fracaso dejaría paso a otra opción para los perdedores con una fase de promoción contra un equipo de Segunda que en este caso sería el Ilicitano, filial del Elche, cuyo enfrentamiento, después de tres encuentros, se saldaría con la victoria del Racing en el Bernabéu con el famoso gol de Ico Aguilar que proporcionaría el ascenso.

La más indignante ocasión en la que el Cádiz se interpuso en el camino del Racing fue en la temporada 1986-87, en Primera División, con una zancadilla a la competición que supuso el descenso más injusto e incomprensible que el fútbol español ha vivido en su historia.

La Federación Española y la Liga de Fútbol Profesional se inventaron una Liga con 'play off' que incluía la clásica fase regular de los 18 equipos que al final, en función de la clasificación, se dividirían en tres grupos de seis, para emprender una nueva etapa que mantenía la puntuación obtenida, y en la que el grupo de los seis primeros lucharía por el título de campeón y los puestos para jugar la UEFA, mientras que los seis últimos tratarían de eludir los tres puestos de descenso que se habían fijado. Pero al ampliar la Primera División a veinte equipos, el descenso se redujo a un solo club, y diez días antes del final se decidió que los tres candidatos al descenso, entre ellos el Racing, disputaran una nueva Liguilla ¡pero sin considerar los puntos ya conseguidos!, lo que perjudicaría gravemente al Racing que superaba al Cádiz por cuatro puntos.

El equipo que tenía que haber descendido era el Cádiz, el último de la tabla clasificatoria, pero entonces se jugó al fútbol en los despachos. El presidente del Cádiz, Manuel Irigoyen, se manejó mucho mejor que el presidente racinguista, José Luis Cagigas, porque convenció a los responsables federativos de que se creara aquella Liguilla de Permanencia que popularmente recibiría el nombre de 'la Liguilla de la muerte', y que disputarían los tres últimos clasificados del 'play off' de descenso, es decir, el Osasuna, que terminó con 38 puntos, el Racing, con 33 y el Cádiz, con 29 puntos.

Al no tener en cuenta los puntos obtenidos, el Racing se derrumbó en la liguilla. Fue clave el primer partido que se disputó en los Campos de Sport contra el Cádiz que terminó con empate a uno. Luego el Cádiz solo pudo empatar a un gol con el Osasuna y en el último partido, disputado en El Sadar, los racinguistas se desmoralizaron a partir del primer gol, conseguido por Martín en el minuto 16. Los locales se impusieron en el centro del campo y crearon un juego vistoso, lleno de superioridad, aunque no quisieron golear y se limitaron a exhibir su dominio con la posesión del balón. No sirvió de consuelo que en los últimos minutos del encuentro el público osasunista, consciente de la chapuza de la organización, coreara: 'Que baje el Cádiz, que baje el Cádiz...' pero el que bajó fue el Racing.

La última vez que ambos equipos disputaron una plaza de ascenso fue en la temporada 2015-16, en Segunda B, cuando se enfrentaron a doble partido en las semifinales del 'play off' de ascenso y los andaluces superaron a los cántabros en los dos partidos por sendos solitarios goles.

Aunque los sabios aseguren que la venganza no borra la ofensa y que la mejor manera de que no nos afecte es el olvido, a veces su recuerdo estimula la energía de la ambición y fortalece el esfuerzo por una victoria que en el caso de hoy colaborará en reparar tantas zancadillas deportivas.