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Talismán. Era el técnico al que recurría el club cuando veía acercarse el fantasma del descenso.

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Talismán. Era el técnico al que recurría el club cuando veía acercarse el fantasma del descenso.

Un recuerdo fresco para un racinguismo apagado

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Mañana, antes del derbi entre Racing y Laredo, se depositarán flores a los pies de su estatua en El Sardinero para recordarlo en el aniversario de su fallecimiento

Sábado, 20 de febrero 2021, 07:34

Vuelve Nando Yosu. Su simple nombre alegra el espíritu para que brille entre tanta oscuridad. El quinto aniversario de su fallecimiento nos obliga a tener una reflexión triste por aquella pérdida, pero también nos renueva la presencia salvadora y de reconciliación que supo infundir allá por donde pasaba. Y después de cinco años, Nando Yosu vuelve a refrescar los ánimos de un racinguismo apagado, árido, mudo y contagiado.

A la situación del equipo, que atraviesa los peores momentos deportivos de su historia, hay que añadir la desolación de unas gradas vacías que Benedetti ya comparó con los esqueletos de las multitudes. Sin carne de público, y a veces, como el domingo, con apenas algunas tiras de piel separadas con mascarilla, el fútbol y el Racing parecen conceptos agonizantes. Qué diferencia de cuando Nando Yosu vivía sus últimos años, con un Racing hinchado de Primera División. En aquel tiempo, Yosu gozaba de un merecido reconocimiento social y popular. El racinguismo y la sociedad cántabra supieron apreciar su labor. «No es que haya dedicado mi vida al Racing, sino que mi vida es el Racing», decía con ese tono entre orgullo y humildad que él tan bien sabía modelar. Y vaya homenajes que se le brindaron. ¿Se acuerdan del vibrante partido que enfrentó en El Sardinero a sus dos equipos del alma, el Racing y el Athletic Club de Bilbao? Los dos equipos le abrieron un pasillo para que el extremo izquierdo más querido del racinguismo recorriera el césped para recibir la insignia de oro del Racing. Qué digno homenaje con un público que vibró para disfrutar y lamentar nueve goles, pero saldados con una victoria racinguista por cinco a cuatro. Lo que daríamos por ver a otro Zigic y a otro Munitis defendiendo la camiseta del equipo.

Otro detalle del Racing fue inaugurar en 2011 las instalaciones deportivas de La Albericia que pasaron a denominarse Nando Yosu. Y al reconocimiento del Racing se sumaría el reconocimiento de la calle, el de los periodistas, y hasta el de los grupos políticos del Parlamento de Cantabria que, a pesar de sus habituales discrepancias, se unieron y se pusieron de acuerdo para apoyar la iniciativa del Gobierno de entregarle la Medalla de Oro al Mérito en el Deporte de Cantabria. Ni siquiera buscando debajo de las piedras se encontró una voz discordante con aquel acto que se celebró en 2007 con la presencia de las principales autoridades de Cantabria. En la exposición de motivos firmada por todos los grupos políticos se reconocía a Nando Yosu como «un hombre que representa, como pocos, valores humanos tan destacados como su cariño a la tierra, su humildad en el trabajo, su entrega y disposición a los demás o el amor a una institución y a unos colores que tanto identifican al conjunto de los cántabros, valores y cualidades que son dignas de destacar en cualquier deportista y en cualquier ciudadano». Ya después de su muerte, continuaron los reconocimientos. El Ayuntamiento de Santander le concedió a título póstumo la Medalla de Plata de la ciudad. Entonces se resumirían sus méritos aludiendo a su orgullo de ser santanderino, al beneficio para los equipos de la ciudad, a su calidad de defensor de los jóvenes y de la cantera o al nexo que supuso entre generaciones de santanderinos (los que le admiraron como jugador y quienes lo hicimos como técnico). En el acto de la entrega de la medalla a su hijo, el entonces alcalde de la ciudad, Íñigo de la Serna, expuso una acertada definición de Yosu: «Tuvo y mantuvo la genialidad de Einstein, la sutileza de Freud, la milagrería de Lourdes y la paciencia de Gandhi. Y las vistió de chándal con la normalidad cotidiana del eterno paseante por El Sardinero, del caballero de cabellera engominada, del curioso tipo en el que toda la ciudad reparaba cuando el Racing corría peligro».

Símbolo de concordia

Pero el ejemplo más importante que en mi criterio nos dejó Nando Yosu fue el clima de consenso, de sosiego, de tranquilidad y de unión que supo proyectar en un terreno tan propicio para la opinión dispar, la discusión y el antagonismo apasionado como es el fútbol. En los últimos años de su carrera futbolística y posteriormente, tras su retirada, Nando Yosu, avalado por sus éxitos como técnico, se convirtió en un símbolo espontáneo de concordia entre los aficionados y defensores de los valores del deporte. Nando Yosu se colaba entre los jugadores y lo arreglaba todo hablando y explicando.

Como una pócima misteriosa y mágica, contribuyó al mantenimiento de un estatus y bienestar colectivo de Primera División que disfrutamos entre finales del siglo XX y principios del XXI, que hoy desgraciadamente echamos de menos los racinguistas. Estuvo con el equipo en 1996, salvándolo tras la marcha de Vicente Miera. Estuvo con el equipo en 1998, salvándolo tras la marcha de Marcos Alonso. Estuvo con el equipo en 2000, salvándolo tras la marcha de Gustavo Benítez. Estuvo con el equipo en 2005, salvándolo tras la marcha de Lucas Alcaraz, y estuvo con el equipo en 2006, salvándolo tras la marcha de Manolo Preciado. Cinco ocasiones donde el Racing sacó fuerzas de flaqueza, se recompuso y cambió el rumbo de su aciago destino gracias a Nando Yosu, además de acompañar a Quique Setién en su estreno como técnico del primer equipo, asesorándole en aquella aventura del último ascenso a Primera en 2002. Cinco años después de su muerte, las huellas de deportista ejemplar continúan latentes. La Fundación Racing, con la colaboración de la Asociación de Peñas Racinguistas (APR), la Asociación Unificada de Pequeños Accionistas (AUPA), la Asociación de Exjugadores del Racing y un grupo de aficionados, impulsó el bajo relieve del 'Eterno Yosu', obra del artista José Cobo Calderón, que discretamente se mantiene entre las puertas principales de entrada de El Sardinero. Ahí está adherido al templo del fútbol, como si fuera parte de él, con los brazos en alto, recibiendo el clamor de su público. El domingo, antes del partido, el presidente de la Fundación Racing, Pedro Ortiz, depositará flores a los pies de ese testimonio de bronce para recordar que Nando sigue siendo el camino para sortear adversidades y contemplar un futuro mejor.

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