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Los dos equipos se conocían, pero nunca se habían enfrentado en Primera División. El Racing había recuperado la categoría de honor del fútbol español después de haberla puesto en funcionamiento con otros nueve clubes más. Por su parte, el Real Valladolid vivía los mejores momentos ... de su historia. Había tenido una fulgurante trayectoria nunca antes vista, saltando desde la Tercera División hasta la Primera en un par de temporadas. El técnico que lo hizo posible era Antonio Barrios, que tras llevar a su equipo a la final de Copa se había venido a Santander a entrenar al Racing recién ascendido.
El reencuentro en Primera se produjo el domingo 22 de octubre de 1950, en el Estadio Municipal de Valladolid, situado en el Paseo José Zorrilla, y que aún no llevaba el nombre del autor de 'Don Juan Tenorio'. Muchos santanderinos se desplazaron para ver el partido y fueron poblando la ciudad con su peculiar cántico del 'ra, ra, ra'. El campo, con capacidad para unas 20.000 personas, registró una buena entrada.
El último envite que habían tenido ambos equipos fue en Oviedo, en la promoción que se jugó en 1947. Los racinguistas, en Segunda, se disputaban la permanencia y el Real Valladolid, en Tercera, aspiraba al ascenso. Era curioso repasar cómo los mejores momentos del Valladolid se cruzaban con los peores del Racing. En sus siete estancias en Segunda División, el Valladolid había coincidido con el Racing en tres ocasiones, y su máximo esplendor deportivo había coincidido con la crisis más importante de los santanderinos, porque en la temporada 1942-43, cuando el Racing descendió por primera vez a Tercera División, los vallisoletanos lograron disputar una promoción de ascenso a Primera que perdieron contra el Granada. Y en 1947 ocurrió algo parecido. Contra todo pronóstico, los vallisoletanos se impusieron a los cántabros (3-1). El Racing volvió a hundirse en Tercera, mientras que el Valladolid no sólo ascendió a Segunda, sino que en la temporada siguiente logró entrar por primera vez en la máxima categoría.
Y en aquel octubre de 1950 esperaban los de Valladolid a los racinguistas, por fin en Primera División. El primer gol fue del Valladolid y llegó a los 10 minutos, obra de Aldecoa a pase de Coque. Dos minutos después, un potente disparo de Ortega supuso el 2-0 para los locales y en el minuto 26 el racinguista Elizondo, que vio al portero adelantado, lanzó una vaselina para recortar distancias. Con el resultado de 2-1 se llegaría al descanso. En la segunda parte el Racing tuvo varias ocasiones para marcar, pero tanto Revuelta como Mariano no acertaron en el remate final. El Valladolid no se mostró superior, pero se impuso en el marcador gracias a la solidez de sus cuatro centrocampistas, donde sobresalió Coque, años más tarde jugador racinguista.
En el Racing se salvaron de la quema Elizondo y Mathiesen que corrieron lo suyo para contener a sus rivales, entre ellos al torrelaveguense Juanco, que participó en el tercer gol robándole un balón a Ruiz que anotaría Munne, también autor del cuarto gol.
El Racing «perdió en Valladolid un partido fácil de ganar», titularon los periodistas cántabros que vieron el partido, añadiendo que «la delantera santanderina, con gran indolencia, desaprovechó la oportunidad». Y es que al parecer Alsúa y Mariano, algo picados, no querían conectar, y sin ellos la pólvora del ataque estaba bien mojada.
La venganza de aquella derrota (4-1) se produjo en el partido que meses después se jugó en los Campos de Sport, con una tarde goleadora de Mahjoub, que aquel día anotó tres goles, más otro de Alsúa.
En los años cincuenta, el Racing y el Valladolid continuaron compitiendo en Primera durante las siguientes temporadas. Fueron en total cinco consecutivas viéndose las caras en esa categoría, hasta el descenso racinguista de 1955. En ese periodo la igualdad no pudo ser mayor. De los diez partidos jugados, ambos ganaron tres, empataron cuatro y perdieron tres. Los dos equipos contabilizaron cada uno una victoria a domicilio. Los santanderinos fueron los primeros ganando en 1953 por el resultado de 1-2 en Valladolid, y los vallisoletanos lo hicieron en Santander al año siguiente por 1-3.
Con vistas al partido de hoy y para recuperar el ánimo en este 2024, evocamos aquella victoria de 1953 en Zorrilla, con Juan Ochoa en el banquillo y una alineación formada por Ortega, Marquitos, Barrenechea, Felipe, Farias, Nando, Magritas, Alsúa, Calviño, Martínez y Mahjoub. Los de casa se adelantaron en el marcador y dominaron la posesión del balón, pero en el tiempo en que lo manejaba el Racing se advertía el peligro de sus avances, sobre todo gracias a Alsúa, que tuvo una tarde inspiradísima. Una acción suya supuso el empate sirviendo un centro medido a Martínez para empatar. Luego el equipo se ordenó, sobre todo en defensa, con Barrenechea y Felipe, que merecieron elogios de la crítica. El triunfo llegaría con un remate de cabeza de Martínez, uno de los sobresalientes de aquel partido que logró que los seguidores racinguistas regresaran a sus domicilios con la sonrisa en los labios. Que hoy se repita la historia.
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