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Pronto se cumplirán cinco años. El próximo día 18, en concreto. Como hace 770 años, unos cántabros conquistaron Sevilla. Remontaron el Guadalquivir para clavar su bandera en territorio hispalense. En aquella época fue a las órdenes del rey Fernando III de Castilla. Hace ... un lustro, con el liderazgo de Don Paco Fernández. Contra todo y contra todos. La historia se repite. Aunque con distintos colores en los estandartes del enemigo. De Nervión a Heliópolis. El Racing se encuentra esta semana en la tesitura de volver a dar la vuelta al marcador en la ciudad andaluza. Ya conoce el camino y tiene muy poco que perder. «Hay que pensar como en aquel momento. Tener confianza en sí mismo y en lo que se hace», receta el asturiano a su paisano, Iván Ania, de cara al choque del próximo jueves.
Precisamente, cuando el Racing salte al césped del Benito Villamarín se cumplirán cinco años exactos desde que el equipo cántabro disputó el partido de ida de aquella eliminatoria de dieciseisavos de final frente a un Sevilla de Liga de Campeones. Fue en los Campos de Sport. Con Harry en la zona noble, aferrado al asiento y aguando la fiesta. Los verdiblancos habían dejado en el camino, de forma muy ajustada, a L'Hospitalet -3-4 en la prórroga- y Leganés -1-1, a los penaltis-. «Veníamos de dos eliminatorias muy difíciles», recuerda Paco Fernández. Lo justo para alcanzar el premio de un rival de Primera División para un Racing ya hundido en la Segunda B.
En unos Campos de Sport tristes por la okupación del palco, menos de 5.000 personas asistieron al partido. Precisamente un 6 de diciembre, como el choque que disputarán los de Iván Ania frente al Betis el próximo jueves. La desilusión y el hartazgo impregnaban el ambiente. Sin embargo, el equipo, que se ganó con total merecimiento el apodo del 'Racing de los cojones', dio la cara pese a que el resultado final de aquella noche fue contrario. Y la cosa tuvo miga y crueldad, porque a los cuatro minutos de encuentro, un tipo amamantado futbolísticamente en La Albericia marcó el gol de los sevillistas. Jairo Samperio aprovechó un error defensivo verdiblanco para poner la eliminatoria mirando hacia Sevilla. El Racing puso todo de su parte para igualar la contienda, pero no pudo ser, aunque jugó en superioridad durante 39 minutos por la expulsión de Coke. A los cántabros les esperaba un largo viaje en autobús en busca de la gesta.
Racing
Mario; Francis, Oriol, Juanpe, Barrio (Concha, min. 56); Granero, Javi Soria; Ayina (Ander Lafuente, min 80), Miguélez, Saúl; y Koné (Mariano, min. 69).
0
-
1
Sevilla
Varas; Coke, Cala, Fazio, Alberto; Jairo, Iborra, Cristóforo (M'Bia, min. 64), Rabello (Reyes, min. 81); Gameiro y Rusescu (Navarro, min. 55).
Gol 0-1, min. 4: Jairo
Árbitro Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró cartulinas amarillas a Iborra, Cala, Varas, Cristófoiro y Coke (2), expulsado en el minuto 53, por el Sevilla y a Miguélez y Saúl por el Racing
Sevilla
Varas; Diogo, Cala, M'Bia, Navarro; Cristóforo, Iborra; Trochowski (Carlos Fernández, min. 57), Jairo, Perotti; y Rusescu (Bacca, min. 57).
0
-
2
Racing
Dani Sotres; Orfila, Agustín, Javi Barrio, Saúl; Rubén Durán (Iñaki, min. 89), Borja Granero; Koné, Miguélez (Juanpe, min. 76), Ayina; y Mariano (Nieto, min. 69)
Goles 0-1, min. 63, Miguélez, de penalti. 0-2, min. 90, Koné
Árbitro González González (C. Castellano-Leonés) amonestó a Rusescu, Cala y Koné. Expulsó a M'Bia con roja directa en el m. 62 y a Diogo por doble amarilla en el 90
Seguramente, cualquier otro equipo podría haber recorrido los 828 kilómetros que separan por carretera Santander y Sevilla deseando que el trámite fuese rápido e indoloro. Pero aquel Racing estaba hecho de otra pasta. Sin límites. Sin imposibles. «Ese equipo competía siempre y eso nos llevó a subir a Segunda y a vivir grandes momentos en la Copa del Rey», afirma Oriol, que disputó el partido de ida. Para Mario Fernández, el capitán de aquel vestuario, «fue un año en el que las circunstancias nos hicieron muy fuertes y dimos la sorpresa. Esas cosas nos hicieron llevar mejor el año. Fue un subidón para todos». Justo cinco años antes -parece que los momentos históricos pasan cada lustro por El Sardinero-, el conjunto verdiblanco le pegó un meneo curioso al Manchester City en los Campos de Sport. Cómo hemos cambiado.
La noche en el Sánchez Pizjuán fue rojiblanca, pero no por el Sevilla, sino por la camiseta del centenario del Racing. Y por lo coloradas que se le quedaron las caras a los locales. Y por la ira que desencadenó el partido en la grada de Nervión. Con lo que no contaba Unai Emery era con que el Racing llevaba en su maleta su disfraz de equipo de Primera.
«Con el 0-1 de la ida dio la sensación de que ya estaba hecho, pero nuestra consigna era aguantar. Sabíamos que si llegábamos hasta el minuto 30 de la segunda parte sin encajar, íbamos a tener opciones. Sonaba a sueño, pero había que creérselo. 'Hay que ir hasta el final' fue uno de los argumentos». Esa fue la base sobre la que Paco Fernández cimentó su planteamiento. Los sevillistas comenzaron el choque dominando sin peligro. La diferencia de calidad era evidente. Pero el Racing, a base de casta, fue equilibrando la balanza. Ayina avisó primero y Rusescu puso la réplica. Los minutos corrían en contra de los montañeses, cuyo equipo siguió creciendo. De grande, a gigante. «Fue un partido táctico muy bueno. Ellos pensarían que su superioridad en algún momento llegaría», continúa con su relato el míster asturiano. Hasta que la constancia tuvo premio. Y qué premio. M'Bia atropelló a Mariano en el área. Penalti y expulsión. David Miguélez, con suspense, batió a Varas. La pelota golpeó en el portero y, lentamente, se coló en la meta. «Recuerdo muy bien el gol de Miguélez. Cuando ves que tienes opciones empiezas a confiar en tus posibilidades», rememora otro de los miembros de aquella plantilla: Javi Soria. De haber estado en el césped en ese partido de vuelta, él habría sido el ejecutor de la pena máxima.
La contienda se ponía de cara para los cántabros, pero al Sevilla le dio un ataque de orgullo. O de rubor por caer ante un Segunda. Fueron los mejores minutos para el conjunto local. La fuerte intensidad defensiva y Dani Sotres fueron claves. El desacierto apaciguó el embate andaluz, que poco a poco se fue difuminando. «Fue algo muy bonito. Fuimos a disfrutar, pero también a competir. Nos salió todo bien. Cuando ellos se dieron cuenta, ya no les dio tiempo de arreglarlo. Se juntaron muchos astros a nuestro favor», valora Oriol.
La salida de Juanpe -ahora en el Girona de Primera División- aportó otra vez empaque al Racing en el centro del campo y los cántabros recuperaron terreno. Eran los minutos finales y Javi Varas volvía a ver de cerca la cara a sus posibles verdugos. El tiempo extra se veía llegar por el horizonte, pero el Racing ya no tenía ganas de jugar otra media hora. «Nada de prórroga», le dijo Paco a sus futbolistas. Ese margen le podría dar más opciones de reacción al Sevilla. El empate quedó cercenado sobre la bocina: un centro de Nieto lo remató de cabeza Juanpe. Entre Varas y el larguero repelieron el balón, que se quedó muerto en el área pequeña. En la ventana de la taquilla apareció Koné para sacar el billete a octavos. «Uno para Almería», debió pensar el costamarfileño, antes de introducir la pelota en las mallas locales. Fue el éxtasis. «Una maravilla. Íbamos con una ilusión muy grande. A disfrutar y a vivir el momento. Fue espectacular cómo rompimos en el momento en que se dio el resultado final», comenta Soria.
«Fue el primer gran hito de aquella temporada. Aquello nos dio fuerzas. No teníamos nada que perder. Repartí minutos y la gente respondió muy bien. Con una plantilla corta, todos estaban muy involucrados. Fue apoteósico y guardo un recuerdo extraordinario», afirma el técnico. Así, el viaje de vuelta fue mucho más llevadero: «La sensación era de que habíamos hecho una proeza y aún no nos lo creíamos. Estábamos en una nube. Nos sirvió para crecer en otros aspectos, porque sabíamos que la cosa se estaba poniendo fea dentro del club en el aspecto extradeportivo». Todo lo que vino después es historia del racinguismo.
Llegó la eliminatoria de octavos contra el Almería; el asalto al palco; el pase a cuartos; el 3-1 de Anoeta y el mayor título conseguido -y del que no puede presumir nadie más- por el Racing en casi 106 años de historia: el plante por dignidad que dio la patada a Harry y compañía. Para Soria, aquella eliminatoria frente al Sevilla «fue un punto de inflexión en el club. Dimos una lección de honestidad en un momento crítico». «Fue algo muy especial y más en el mal momento en el que estábamos», dice Mario, quien sintió antes de la eliminatoria que «nadie daba un duro por nosotros».
17 añucos tenía David Concha cuando disputó unos minutos en los Campos de Sport frente a todo un Sevilla. No estuvo en la vuelta, pero ya formaba parte de una plantilla histórica. «Estábamos muy ilusionados con la Copa. Para todos fue muy especial». Después le tocó ser protagonista en la siguiente eliminatoria, en la que le hizo un gol al Almería, algo «muy bonito e inesperado». «Aquel equipo tenía una muy buena dinámica y daba igual quién se pusiese por delante. Las ganas podían con la calidad del rival», analiza el chaval desde la distancia del espacio y del tiempo.
El jueves el Racing tendrá una nueva oportunidad de hacer historia. Las circunstancias del club cántabro son completamente diferentes. La entidad verdiblanca se encuentra estabilizada dentro de su gravedad. En 2013, «o se hacía algo o el Racing iba a desaparecer», asevera Paco Fernández. Pero otros aspectos son idénticos. Con un entrenador asturiano y exjugador del Oviedo. Líder en la clasificación de su grupo de Segunda División B. Con un 0-1 en contra después del partido de ida. Frente a un equipo sevillano de competición europea. Y sin absolutamente nada que peder. Los ingredientes están mezclados y el camino marcado para volver a conquistar Sevilla. Otra vez.
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