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Pablo Torre y Cedric celebran uno de los goles del nigeriano. daniel pedriza
El retorno del nueve

El retorno del nueve

Goleador. Cedric, que pudo incluso anotar algún tanto más, recupera su mejor nivel en el tramo decisivo

JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES

Jueves, 10 de marzo 2022, 13:52

Partido especial para Cedric, que guardaba alguna cuenta pendiente desde la primera vuelta: en León había visto una roja, por revolverse a destiempo. Dos partidos en la grada y el principio de una larga, larguísima sequía, que incluso le había dejado algún partido en el banquillo.

Pero si algo parece sobrarle al ariete, además de hambre, es fe en sus posibilidades. Y eso que la primera ocasión no resultó demasiado prometedora: paradón de Dani Sotres -esta vez, en el bando rival-, y el rechace se lo quita Rodrigo en el punto de penalti.

Aunque no pasa nada: Cuando uno tiene dos socios como Soko y Pablo Torre, todo se vuelve más fácil. El primero le asistiría en el cinco para marcar a placer su quinto gol de la temporada. Jugada de extremo y remate de nueve, ganando por velocidad a los centrales. Impecable. Y el delirio en la Gradona.

El segundo, Torre, demostraría en una falta lateral que el fútbol sigue siendo para listos. Por detrás de la línea con la que los visitantes pretendían marcar el fuera de juego, Cedric se hacía el remolón. Mirando al tendido, incluso. Lo suficiente como para no llamar la atención de una defensa que le dejó demasiado suelto. Un error que vio con claridad Torre, que sacó el tiralíneas para ponérsela en el pie. Dos, tres zancadas y un zarpazo para colársela bajo el costado a Dani Sotres, por su palo.

Ocho minutos y los deberes hechos. ¿Qué hacer entonces los otros ochenta y dos que quedan? Cedric parecía tenerlo claro: buscar el tercero, por todos los medios. Incluso, bajando a campo propio, a ayudar a sacar el balón. A incluso a ayudar en el balón parado: en los saques de esquina, suyo es el primer palo. Y, cuando ataca el rival, es el primer defensa, clavado en la línea del área grande para cerrar ese saque de moda, en corto desde la portería.

Aunque si algo tiene entre ceja y ceja es la portería. En el trece, a punto estuvo de redondear la tarde en un contragolpe que quiso terminar desde demasiado lejos: su lanzamiento desde la frontal se escapó junto al palo largo.

En el veintitrés, de nuevo tuvo el tercero en sus botas, en un balón que recibió en ventaja en el semicírculo del área. Pero un viejo conocido del Sardinero, Julen Castañeda, andaría mucho más listo, llegando a estorbarle lo suficiente como para que se le desviara el punto de mira. De nuevo, un clásico: el del balón «lamiendo» el poste.

Pero, como con algunas cosas, dos es poco. O eso parece pensar Cedric, que se lamenta con aspavientos cuando no alcanza un pase nada preciso de Bobadilla, y termina enzarzado en un debate imposible con Torre, reclamando más presión. Dejando claro que, en efecto, su hambre de gol es insaciable.

De nuevo lo intentará en el treinta y seis, cuando Soko gane sobre la línea de fondo un balón imposible y se la ponga en la cabeza. Su remate, picado, lo sacará Sotres sobre la misma línea, en una estirada de fotografía.

A partir de ahí, acusaría claramente el esfuerzo, perdiendo protagonismo. Tanto, que a la hora ya estaba Romo dando instrucciones a Manu Justo. Pero, como si hubiera intuido el relevo, se ofreció a Soko en el pico del área chica, para recibir de espaldas, girar sobre su órbita y lanzar el balón, esta vez sí, al hueco entre el palo y la mano de Sotres, haciendo inútil su estirada. Tres goles y cerrada ovación cuando enfilaba a vestuarios. Cedric, de nuevo, da miedo. El goleador ha vuelto.

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