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A veces el Racing se vuelve del revés, como si fuera uno de esos juegos de pies del Mago Vicente. Y si no es él, los partidos o los rivales; al Pupas siempre le hacen sangre. Si contra el Almería se quedó con las ganas ... de dos puntos más por perdonar demasiado, este viernes tocó justo lo contrario. El resultado es el mismo, dos goles para cada uno, pero si en la jornada inaugural aquello supo a perder dos puntos ante el que aspira a ser el tirano de la categoría, esta noche la cosecha en el patatal parecía excelente. Cuando uno palma 0-2 en el minuto 85 imaginarse las tablas suena a excelencia. Por eso el caótico punto del ciclotímico duelo ante los armeros sabe excelente.
El Eibar fue superior durante una hora y se lo recompensaron los goles de Puertas y Jorge Pascual, pero las revoluciones de Suleiman, el acierto de Andrés desde los once metros, un VAR polémico que concedió al Racing el penalti que menos parecía (ni se revisó el que sufrió Pablo Rodríguez en el 45+2) y algo de fortuna se aliaron para que el fútbol devolviera al Racing algo de lo que le quitó cinco días atrás, cuando ganaba 2-0 y le quitaron el caramelo. Lo que pasa es que el fútbol cobra plusvalías y con dos tablas ya se ha quedado otro punto por el camino.
Racing
Ezkieta; Michelin (Sangalli, min.60), Manu Hernando, Javi Montero (Mario, min.77), Saúl; Aldasoro (Karrikaburu, min.60), Vencedor (Íñigo, min.46); Andrés, Pablo Rodríguez (Suleiman, min.60), Íñigo Vicente; Arana.
2
-
2
Eibar
Magunagoitia; Corpas (Cubero, min. 71), Carrillo, Arbilla, Hodei; Sergio, Matheus (Nolaskoain, m.80); Merquelanz (Mada, min. 64), Jorge Pascual (Guruzeta, min. 64), Puertas (Cristian, m.80); Bautista.
Sánchez Villalobos (Comité Andaluz), auxiliado por los también andaluces Ríos Vargas y Valverde Martínez. Cuarto árbitro: Conejero Sánchez (C. Extremeño). VAR: González Díaz (C. Asturiano). AVAR: González Francés (C. Canario).
Goles: 0-1: Puertas (minto 26). 0-2: Carrillo (55). 1-2: Suleiman (85). 2-2: Andrés, de penalti (Minuto 91)
Incidencias 19.205 espectadores en los Campos de Sport. La grada de animación no accedió hasta el minuto 13 en protesta por los horarios de viernes y lunes. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Paquito, entrenador del Racing en el ascenso de 1993.
Casi una semana se había repetido la cantinela del 1-4-2-3-1; 1-4-4-2. Parece un número de teléfono y en cierto modo lo es, pero uno que tan pronto se escucha con 5% como se queda sin cobertura. Y les ocurre a los dos; al número largo y al corto. Porque ni con un sistema ni con el otro en el Racing la conexión es necesariamente nítida. Ni necesariamente mala. Si el domingo fue con dos delanteros como el Almería le abofeteó, anoche se parapetó en los mismos Karrika y Arana, aunque no fueron ellos quienes marcaron, ni los goles ni el número, para recuperar la conexión.
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Leila Bensghaiyar
Afinaron bien los verdiblancos en el inicio; muy sonoros en unos primeros minutos más silentes de lo habitual.Por el homenaje rendido a Paquito y por la ausencia hasta el minuto trece de los Malditos, que hartos de los partidos en viernes y lunes quisieron dejarlo ver. Sobre el césped sintético de la banda –del otro no queda ni rastro–, José Alberto lo tenía muy claro. Desde hacía días. No lo decía, pero iba a repetir táctica y alineación. Le gustó mucho ante el Almería, más que a la media ponderada racinguista.
Le quiseron dar la razón sus jugadores. Un Racing feliz jugaba carambolas y combinaciones de fantasía que ni los baches de la enferma tierra del huerto del Francés frustraban. No habían pasado diez minutos y Andrés, Javi Montero, Pablo Rodríguez yAldasoro ya habían dado recuerdos a Magunagoitia, pero cuando no se les iba fuera, como a Michelin cuando empaló un pase feliz de Vicente, como disparaban al muñeco. Un muñeco con muchos reflejos, como los que demostró Magunagoitia para desbaratar una doble ocasión de Arana y Andrés. No se había llegado al minuto veinte y los verdiblancos jugaban al billar francés.
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Lo que pasa es que por mucho que Sebastián Ceria quiera abolir el sufringuismo, viene en la configuración por defecto. Si ya había amenazado caraja en una acción que terminó con Merquelanz encarando portería, en el minuto 26 se cortó la línea cuando AntonioPuerta disparó desde lejos para batir a unEzkieta demasiado adelantado a quien le sorprendió el lanzamiento y solo pudo intentar la estirada antes de recoger el balón de la red. El Eibar es más de villar pool. Directo y a la tronera.
Así se convirtió el año pasado en el máximo goleador de la categoría. Con el tanto se cortó la línea verdiblanca. Vicente intentó marcar de nuevo, pero Bautista se había apoderado de la conexión y a punto estuvo de anotar el segundo a la media hora.
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La imagen del omnipresente Jorge Pascual en el suelo, sangrando como el Racing, solo que él por la nariz, y un penalti que Pablo Rodríguez reclamó con denuedo sobre el césped más claro que el que después propiciaría el empate, cerraron un primer tiempo tan bipolar como ese sector del fútbol que tan pronto ve a JAL campeonando como cree que no come el turrón. El caso es que el Eibar sacaba una espléndida cosecha del patatal de El Sardinero.
Salió de vuelta el Racing con JAL marcando insistentemente el 4-2-3-1, pero al otro lado solo había confusión y miedo cuando el poste evitó en el 49 el segundo armero otra vez tras cabalgada de Pascual. Fue la antesala del caos del 55, cuando esta vez sí en una carambola el Eibar adelantó distancias en un córner que Merquelanz peinó, Carrillo remató en diagonal, Ezkieta paró sin blocar (era imposoible) y Carrillo convirtió en tanto.
El Racing se había quedado sin batería y JAL cambió de móvil y de número: triple cambio. Suleiman,Sangalli y Karrika al campo –qué generoso llamarlo así– para marcar el 4-4-2. Tardaron en entrar en materia mientras Bautista seguía a lo suyo, desquiciando a todo aquel que vistiera de blanco, pero de pronto el Racing se despertó.
Suleiman, siempre a la escucha, revolucionó el partido. Como en su debut, pero con más fortuna. Fortuna de cara a portería y fortuna, sin más, porque el gol que recortó distancia se generó de manera abrupta, extraña, quizá si se quiere hasta torpe, como algunos de los que marcaba Julio Salinas, pero que valían igual. Íñigo puso un balón que golpeó a Saúl en el intento de despeje de la defensa armera, la patada a seguir se transformó de pronto en una asistencia y el catalán resolvió ante Magunagoitia para llevar algo de esperanza.
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En otro giro dramático de los acontecimientos, fue el Eibar el que cortocircuitó ante un Racing abonado siempre a sufrir, pero al que lo de marcar se le da bien. Lo sabe, se lo cree y fue a por ello para conseguir un inesperado premio cuando un disparo de Karrikaburu golpeó en la mano de Carrillo. Villalobos iba a señalar córner, pero de pronto le empezaron a hablar desde el VAR. Ese pinganillo que una hora antes le había dicho que dejara seguir le apelaba ahora: 'Ojo cuidao'. Más de tres minutos de charleta que parecieron eternos precedieron a la carrera al tótem del monitor. Cuadradito con las manos, brazo estirado y... sí, era penalti. La grada lo celebraba como si ya se hubiera marcado. Mal asunto si no fuera porque en los once metros colocó el balón Andrés para convertirlo con la misma frialdad como había batido antes a Maximiano. Era el segundo y de pronto los Campos de Sport se veían incluso ganadores. De pronto el Racing sí que estaba para subir. Y José Alberto era la reencarnación de Paquito, aquel técnico al que se homenajeaba y que subió al equipo en el 93 pese a que medio Santander convirtiera el darle cera en su deporte favorito. Ciclotimia en campo; ciclotimia en algunos fuera de él.
Pero ni el Racing se iba a transmutar en el United del 99 ni quedaba tiempo para mucho más, aunque los ocho minutos de añadido se transformaran en diez. Al final la tenaz estadística, más fiable que los augurios futboleros, apuntaba que un partido entre los dos máximos realizadores de la campaña pasada iba a dejar muchos goles.Al final fueron cuatro, repartidos a partes iguales. Como frente al Almería, pero justo al revés mientras José Alberto permanece a la escucha, porque ya había quien le empezaba a mirar de soslayo. Si su paisano Paquito pudiera contarle...
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