El Racing inicia un 2022 en el que espera luchar por el ascenso a Segunda División después de perpetrar en 2021 la peor temporada de sus casi 109 años de historia y encuadrarse en la recién creada Primera RFEF, la nueva tercera categoría del fútbol nacional
El Racing es un yoyó emocional. Que sí, que la ilusión del aficionado verdiblanco crece debajo de las piedras y su paciencia es casi infinita. Pero este equipo es como tener una cabina de noria como vivienda habitual. Un no parar. En 2021 dio tiempo para todo. Un año que empezó con un ridículo culminado con la peor temporada de la historia en las casi 109 primaveras del club y que le da el relevo a 2022 a la expectativa. Con los de Guillermo Fernández Romo cumpliendo con el mínimo exigible de pelear por el ascenso en esta nueva tercera categoría del fútbol español: la Primera RFEF.
En las Navidades de 2020, Javi Rozada ni siquiera se comió el turrón. El entonces responsable de estrategia deportiva, José Mari Amorrortu, tenía prisa por meter a su protegido en el banquillo de todo un Racing. Aritz Solabarrieta llegaba del juvenil B del Alavés y tenía como mayor experiencia 23 partidos en Segunda División B con el Bilbao Athletic -donde también le colocó su mentor-. Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, los propietarios del club, tragaron. Y entre la corta trayectoria, la ausencia de capacidad y una actitud poco humilde por parte del técnico vasco, el enchufe hizo cortocircuito.
El esperpéntico 4-1 que encajó el Racing frente a la Real Sociedad B en el estreno del de Ondárroa, el 3 de enero del año recién terminado, en el banquillo fue premonitorio. Después perdió 0-1 en casa contra el Amorebieta y volvió a sucumbir contra el Real Unión (1-3), también en los Campos de Sport.
Apenas llevaba tres semanas en Santander y Solabarrieta ya estaba en entredicho. Si no ganaba en Portugalete, guillotina. Y salvó el cuello, de penalti (0-1). Lo celebró como si no hubiese mañana. Con rabia. Como rabia dejó en El Sardinero el empate a última hora del Bilbao Athletic una semana después (1-1). Y también dejó resquemor en el vestuario el despido, en los últimos días de aquel enero, de uno de los capitanes: Jordi Figueras. No tanto por el hecho, como por las formas.
A partir de ahí, el Racing pareció enderezar el rumbo, especialmente por el potencial de su plantilla, aumentado exponencialmente con la llegada de Riki en el mercado invernal. El asturiano jugó e hizo jugar a los de su alrededor. Los ocho partidos que quedaban de la primera fase de esa extraña Segunda B transitoria se saldaron con seis triunfos, un empate y una derrota para los verdiblancos. Pero la traca quemada en enero, con las tres derrotas en los tres primeros encuentros de Solabarrieta, fue demasiado lastre para un equipo que se quedó fuera de la lucha por el ascenso, por detrás de Bilbao Athletic, Real Sociedad B y Amorebieta.
Cuarto en un grupo de diez equipos, el Racing se vio abocado a pelear por una de las veinte plazas que restaban aún por repartir para la Primera RFEF que arrancaría en agosto. Y si lo logró fue porque los puntos cosechados en la primera fase le dieron una renta más que golosa frente a los clubes aragoneses y navarros con los que se cruzó. El segundo segmento de la competición también dejó bastante que desear. Un empate, dos victorias y tres derrotas consecutivas para que Solabarrieta cerrase el círculo de su estancia en Santander. Unos resultados que dejaron al Racing fuera de la Copa del Rey.
Tras caer 1-3 en el último encuentro de la temporada contra el Ebro, el entrenador racinguista, sabedor de que su flecha apuntaba hacia la puerta de salida, optó por rajar contra la directiva. En rueda de prensa afirmó que le habían dicho quién tenía que jugar y que a él nadie le había puesto como objetivo el ascenso a Segunda División. Los propietarios del club apenas tardaron un par de horas en desmentir las declaraciones del entrenador y pusieron en duda «su catadura ética».
Detrás de Solabarrieta se marchó su valedor, Amorrortu. Una auténtica decepción. Y con ellos, el secretario técnico, Pedro Menéndez, marcado por su íntima relación con el responsable de estrategia deportiva. Aunque, a Amorrortu lo que es de Amorrortu. Su apuesta por la cantera sí fue real, aunque pusiese a personal inadecuado al frente del primer equipo. Y así, Pablo Torre, Diego Ceballos, Marco Camus, Álvaro Mantilla, Íñigo Sainz-Maza y Martín Solar dieron el salto. Torre, Marco e Íñigo son ahora mismo pilares importantísimos para el Racing.
Aporrear teclas
Tras otro fracaso en lo deportivo para el Grupo Pitma, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz volvieron a aporrear teclas en busca del clic adecuado. Tras centralizar el poder en Chuti Molina y apostar por fichar a mansalva o hablar de proyecto de cantera con Amorrortu, los mandatarios le dieron los mandos al director general y periodista de profesión, Víctor Alonso. El madrileño eligió a un viejo conocido suyo como Guillermo Fernández Romo para dirigir al equipo. Con experiencia, y buena, en Segunda División B, aunque en clubes de menor entidad que el Racing. Y entre ambos se pusieron a confeccionar una plantilla que a principios de agosto ya estaba prácticamente finiquitada.
De todas formas, la composición final del equipo generó dudas de su potencial para lograr el objetivo innegociable para el Racing, que no es otro que el ascenso. Como dudas dejaron los primeros encuentros del actual campeonato, con victorias pírricas, derrotas ante rivales a priori directos y un juego poco ambicioso para un presunto aspirante a regresar al fútbol profesional.
Sin embargo, el equipo de Romo se ha consolidado en la segunda plaza, justo por detrás de su máximo rival, el Deportivo. Con luces y sombras, pero ahí está. Y en parte, gracias al genial rendimiento de futbolistas que ya estaban en la plantilla que protagonizó el descalabro anterior: Íñigo, Soko, Marco Camus, Cedric o Pablo Torre, entre otros.
Aunque en el capítulo de debes, uno bastante importante: la eliminación en Copa Federación, en los Campos de Sport, frente a un Leioa dos categorías inferior que dejó al club sin la posibilidad de recibir a un rival de Primera División en El Sardinero y sin percibir unas cantidades económicas que nunca vienen mal en unas arcas tan maltrechas como las racinguistas.
Todo está por decidir
El año 2021 terminó y ahora arranca un 2022 en el que todo está por decidir. De momento, el Racing se mantiene en la senda en lo deportivo. En lo económico sigue vivo, aunque dependiendo de una propiedad cada vez más quemada por el desgaste del palco. Y en lo social, con una grada menos poblada paulatinamente a causa de la maldita pandemia, de los continuos disgustos y los encontronazos entre un sector de la afición y la directiva.
Al final, en el fútbol todos los problemas se arreglan de una forma: que la pelotita entre. Un ascenso a Segunda División -sin hacer las cosas rematadamente mal como durante el 'chutismo'- devolvería parte de la alegría perdida al racinguismo. En lo anímico y en lo económico. Que sea un feliz 2022 en los Campos de Sport.
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.