
Sebastián Ceria, un matemático modelo
Porteño ·
De ascendencia española y con fuertes vínculos con Cantabria, su buen trato compite con un abrumador currículum académico y profesionalSecciones
Servicios
Destacamos
Porteño ·
De ascendencia española y con fuertes vínculos con Cantabria, su buen trato compite con un abrumador currículum académico y profesional«Por favor, no me pongan más que soy foráneo», pedía con una sonrisa amable Sebastián Ceria (Buenos Aires, 1965) en la sala de prensa ... de los Campos de Sport. Porque si algo lleva a gala el matemático -que es, además de otras muchas cosas, lo que es- es su ascendencia española, sus raíces argentinas y su estrecha vinculación afectiva, por lo personal, con Cantabria. Una relación que supera ya el cuarto de siglo. Tanto que pese a haber sido siete años profesor en Columbia y vivido más de una década en Estados Unidos nunca pidió la nacionalidad. Prefiere la Argentina de sus padres, aunque desde que tenía poco más de veinte no resida allí, y la española de sus abuelos. «Es una persona especial, probablemente la persona más inteligente y brillante que conozco, pero además un hombre con unos principios y valores excepcionales. Quizá no sea lo suficientemente objetivo, porque es mi amigo, pero es así», decía Manolo Higuera al presentar a su socio y carnal. Este empresario y profesor con un sobrecogedor currículum académico aprovechó su presentación como consejero, accionista mayoritario y patrono de la Fundación Racing para definirse con sus propias palabras.
«No soy bonaerense; soy porteño, es decir que nací en Buenos Aires -la ciudad, la capital, bonaerenses son quienes lo hicieron en la provincia-, pero quizá lo que no sea tan conocido es que mis abuelos eran españoles, de Madrid y Burgos. Soy ciudadano español y esa ciudadanía para mí significa mucho; la llevo con gran orgullo junto a la argentina. Mis otros abuelos, que eran mezcla de italianos y argentinos y me enseñaron el amor por el racinguismo, aunque fuera otro, y desde chico fui a la cancha de Racing. El racinguismo de allá -el argentino- tiene mucho que ver con el de acá, así que soy racinguista al cuadrado. No sé si el primero, pero es una gran virtud», dice para remarcar su pasión futbolera, aunque no se inmiscuirá en asuntos deportivos.
Resume su biografía. «Me fui a Estados Unidos a hacer carrera académica -con una beca, porque procede de una familia de clase media- y en 1998 fundé mi empresa -mientras impartía docencia en la universidad-, una parte muy importante de mi vida que duró 25 años, al principio como emprendedor, haciendo modelos matemáticos para las finanzas».
Y llegó un punto de inflexión. «En 1999 mi vida cambio de forma radical porque me casé con Alicia, que es una santanderina empedernida. Aunque se fuera de esta ciudad a los catorce años le tiene un amor interminable y me lo hizo sentir a mí. Tanto es así que decidimos casarnos en Santillana del Mar. El único problema de ese matrimonio es que a través de ella conocí a Manolo Higuera -ironiza-, ya que su mujer (Paula) y la mía (Alicia) son amigas desde la infancia, y después nos hicimos amigos nosotros».
Lo suyo con el Racing es así una cuestión de responsabilidad afectiva e implicación personal: «En 2019 vendí mi empresa y a partir de ese momento me dedico a actividades sociales, con una fundación en Argentina para el desarrollo. Como saben -explica-, Argentina es un país con problemas económicos que necesita políticas públicas para el desarrollo y lo veo como agradecimiento al lugar que me formó y a donde no he podido volver, aunque lo haga cada vez que puedo». Sus ya muchos años en Londres, tras abandonar Estados Unidos, no le han hecho perder perspectiva. Ahora Santander, que ya figuraba en su brújula, lo estará mucho más.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.