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ASER FALAGÁN
SANTANDER.
Viernes, 15 de septiembre 2017, 21:25
La grada de los Campos de Sport entona con frecuencia aquello de 'Volveremos a Primera, como en el 93'. Aquella cosecha fue histórica y despertó al racinguismo de un largo letargo. De lo que entonces pareció una eternidad: seis años alejado de la élite (aunque solo uno en Segunda B). Santander se enganchó a aquel equipo de Jabo Irureta que terminó octavo y soñó incluso con Europa. Un Racing que terminó la temporada con exactamente 8.647 abonados. Unos cuantos más que en la primera jornada frente al Rayo Vallecano, cuando apenas rondaba los 8.000.
Este dato pondera los 8.256 'socios' con los que cuentan en los Campos de Sport para esta temporada. Una cifra bastante similar a aquella pero con un matiz: está condicionada por el varapalo del año pasado y el desgaste que supone jugar -una tercera temporada consecutiva- en Segunda División B.
En el periodo entre 1993 y 2012 el Racing pasó 18 de 19 temporadas en la máxima categoría, con una fugaz presencia en Segunda coronada con el ascenso directo solo por detrás del Atlético de Madrid. Esta racha inculcó el racinguismo en una sociedad que hasta entonces había mostrado también gran simpatía hacia el Real Madrid y, en menor medida, al Barcelona. En una competición que crecía exponencialmente, una presencia tan constante en la élite y en los medios caló en los aficionados cántabros, hasta el extremo de que se creó una base que hace 25 años apenas existía más allá de los más impenitentes.
Según el último estudio pormenorizado sobre las preferencias de los aficionados por comunidades autónomas, publicado en 2014 por el CIS, el 48% de los cántabros que se declaran aficionados al fútbol señalan al Racing como su equipo favoritos, muy por encima de Real Madrid y Barcelona, que con un 19% cada uno no alcanzan a los verdiblancos ni siquiera de forma conjunta.
Este profundo calado es el que explica que el suelo de abonados del Racing se haya consolidado en una cantidad que ronda los 8.000 cuando hasta principios de los noventa esos guarismos eran (con alguna excepción) de récord.
Y ese suelo propició que en la época de mejores resultados deportivos, entre 2007 y 2009, se superaran los 19.000 abonados. En concreto, 19.045 en la temporada 2007-2008, cuando con Marcelino García Toral en el banquillo el equipos se clasificó para la Copa de la UEFA y alcanzo las semifinales de Copa. Y 19.262 en la 2008-2009, aquel curso en el que el Racing entrenado por Juan Ramón López Muñiz disputó una competición europea que estaba incluida en el abono estableciendo un récord aún vigente.
La situación ha cambiado radicalmente desde entonces y la directiva del Racing es consciente de que si el equipo no consigue salir de Segunda B corre el riesgo de perder interés para los aficionados más jóvenes, en especial ante la pujanza mediática de los dos grandes. Por eso ha puesto en marcha iniciativas como la Academia Real Racing Club, con la que trata de fidelizar a su potencial clientela más joven.
Pero lo que sí ha heredado por el momento es una profunda identificación de los aficionados locales. Una prueba son los 3.756 abonados con los que los verdiblancos afrontaron la campaña 90-91, la primera de su historia en Segunda B y en la que consiguieron el ascenso inmediato. Menos de la mitad que a día de hoy. Los cántabros se clasificaron para la liguilla de ascenso como campeones de grupo y se ganaron el regreso a la LFP con un providencial gol en el tiempo añadido en Getafe. Desde entonces la gráfica ha sido ascendente, pero con distintas aristas explicadas por situaciones deportivas o sociales.
El primer descenso tras una década de constante progresión se produjo en la temporada 2007-2008, en la que el distanciamiento de la masa social con el entrenador, Marcos Alonso, y la directiva se hizo tan evidente que se dejaron de organizar partidos de presentación para evitar silbidos.
La situación se superó y el club volvió a crecer hasta rondar los 14.000 socios, pero la llegada de Dimitri Piterman provocó una caída de aproximadamente el 25%. La salida del ucraniano provocó acto seguido un efecto rebote y los aficionados regresaron en pleno al estadio estableciendo lo que entonces fue un récord de abonados, pero después se regresó a la 'normalidad' de los 12.000.
Desde entonces la evolución en el número de clientes ha ido de la mano de la situación deportiva del club: constante crecimiento hasta llegar al récord absoluto de 2009 y posterior caída conforme el equipo sufría cada vez más, aunque aun así con buenos números para una ciudad y una autonomía de las dimensiones de Santander y Cantabria.
La 'Era Okupa' dinamitó entonces ese proceso. Muchos racinguistas que decidieron no renovar su carné en tanto la directiva de Ángel 'Harry' Lavín impulsada y dirigida por Francisco Pernía no abandonara el club. Otros decidieron mantener el número, pero sin asistir al campo. Un tercer núcleo, el más numeroso, permaneció fiel a los verdiblancos a pesar del secuestro institucional.
Esa crisis, unida al descenso a Segunda División, hizo que el número de socios cayera por debajo de los 10.000 por primera vez en décadas. Después, el regreso de esa parte de la masa social que había abandonado el campo paró la pérdida propia de un nuevo descenso de categoría y de los tres años en Segunda B (cuatro de cinco si se cuenta el ciclo completo). Así fue como el Racing comprobó que su suelo está en aproximadamente 8.000 abonados. En Segunda B. Lo que era su techo en 1993. En Primera División.
De hecho, fruto de ese calado en su ámbito de influencia, limitado a Cantabria, el último barómetro del CIS señalaba que el 0,8% de los aficionados españoles al fútbol se declara seguidor del Racing, a lo que hay que sumar un 0,5% que lo define como su segundo equipo. Los verdiblancos ocupan así el 14ª puesto en la lista de equipos preferidos por los seguidores, siempre según esta encuesta del Centro de Estudios Sociológicos.
En cuanto a este año, los 8.256 abonados con lo que cuenta el Racing pueden parecer pocos en comparación con los 8.439 de la temporada pasada, pero los datos se refieren a distintos momentos. Este último valor incluye los abonos expedidos para la segunda vuelta durante la campaña de invierno y el pequeño goteo que se produce durante las primeras jornadas, que suele verse condicionado por los resultados, mientras que el dato actual es anterior al arranque liguero. De hecho, el Racing llegó a agosto de 2016 con 7.462 abonados, de modo que a pesar de la decepción social -y deportiva- que supuso no ascender a Segunda División- se puede deducir que el club no solo ha mantenido su presencia social, sino que ha conseguido incluso incrementarla ligeramente.
Ya antes de empezar la temporada el Racing era uno de los clubes de Segunda División B con más abonados, superado por un Murcia que también rebasa ampliamente los 8.000 abonados y en competencia con el Mallorca, que no ha ofrecido datos oficiales pero que a principios de agosto ya contaba con 7.341.
En el fútbol más modesto, otro histórico que ha despertado la ilusión el Castellón, que suma ya más de 9.000 abonados. Todo un éxito para un equipo con pasado en la élite pero presente mucho más humilde que el Racing.
Pero su ejemplo es una excepción. Los verdiblancos superan a algunos equipos de Segunda e incluso a dos de Primera: Eibar y Girona. La gran incógnita es cuánto durará el fuelle si los verdiblancos siguen anclados en la división de bronce.
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