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Este temporal es como la crisis del Racing. Uno ya no se acuerda de cuándo empezó y nadie sabe cuándo se va a acabar. Dicen que el sol saldrá hoy. O mañana, parafraseando a Manolín. Que este equipo estará en Primera División en tres o ... cuatro años, también. Y así van diez. Últimamente en el racinguismo siempre llueve a disgusto de todos. Hasta de Pernía y de Harry, que antes ya lo disfrutaron –no lo dice este periodista, lo ha dicho un juez—. Mientras el clima no sea más benévolo para este club seguirán las tormentas pasajeras y los anticiclones para un rato. Ayer, el Racing, con Pablo Torre como avanzadilla y poniendo aún más en entredicho las decisiones de su entrenador, aplacó la borrasca con un triunfo de pico, pala y la chistera del chaval frente al Rayo Majadahonda.
Tras la estrepitosa derrota del domingo anterior frente al Valladolid B y con algún nubarrón sobre los Campos de Sport, el plan de Guillermo Fernández Romo corría el riesgo de que lo partiese un rayo. Quizá por eso el míster, esta vez, se dejó de experimentos. Equipo titular. Los que mejor están, al 'prao'. Con los ya integrados Simón y Marco Camus en el once, Pablo Torre regresó en detrimento de Fausto Tienza.
Cuando Manolo Chinchón llegó a Santander en 1968, el Diluvio Universal quedó casi como una tormentuca de verano. 32 días lloviendo contó el zaguero, como muescas en la pared del Hostal Cándido donde permaneció enclaustrado. «¿Dónde me he metido?», repetía el onubense, recién instalado en su Mordor particular. Al borde de la depresión. Sólo quería volver a Huelva. Al final, Cantabria se convirtió en su casa. Siempre aguantando el chaparrón. Once temporadas. Aunque llueva o sople Sur. Romo reconoció hace un par de semanas que aspiraba a romper esa dinámica que ha llevado a que en los últimos treinta años ningún entrenador complete dos campañas en el banquillo. Lo tiene crudo, pero debe hacerse a la idea de que en el Racing se vive siempre con un ojo en el cielo. Con el chubasquero puesto. Llueve hasta con sol. La exigencia es máxima. Mandándolo al simil boxístico, aquí ganar a los puntos no siempre es sinónimo de éxito, porque este club es una máquina de noquear entrenadores.
Racing
Parera, Unai Medina, Simón, Satrústegui, Íñigo Sainz-Maza, Pablo Torre (Sergio Marcos, min. 87), Soko (Mantilla, 87), Marco Camus (Álvaro Bustos, min. 61), Borja Domínguez (Fausto Tienza, min. 78) y Cedric (Manu Justo, min. 61).
3
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Rayo Majadahondas
Nereo, Jorge Casado, Bastos, Álvaro Vega (Rubén Sánchez, min. 31), Jesús Bernal, Juanjo (Susaeta, min. 65), Raúl Sánchez, Mawi (Héctor, min. 65), Philip (Tass, min. 65), Borja González e Iturraspe (Javi Gómez, min. 78).
Equipo arbitral Monter Solans (Aragonés), asistido en las bandas por Martínez Caballero (Valenciano) y Gómez Landazábal (Vasco).
Goles 0-1, min. 5: Mawi. 1-1, min. 9: Pablo Torre. 2-1, min. 11: Pablo Torre. 2-2, min. 42: Raúl Sánchez. 3-2, min. 75: Manu Justo.
Amonestaciones Amarilla a los locales álvaro Bustos y Borja Domínguez y a los visitantes Iturraspe, Albiach (en el banquillo) y Álvaro Vega.
Incidencias Campos de Sport de El Sardinero. Césped blando, en una tarde lluviosa.
Al técnico racinguista le gusta que durante la primera mitad de los partidos no pasen cosas. Pero en el José Zorrilla le sucedió como en esas películas en las que al malo le pegan un tiro, lo dejan malherido y cuando le dan la espalda, disparo a traición. Ayer, lo mismo. En tres minutos, el Racing forzó dos córners, protagonizó una galopada de Soko y el camerunés remató de cabeza cerquita del palo. En el cinco, el Rayo Majadahonda llevó el balón hasta el área verdiblanca en la primera expedición fuera de su campo. Mawi hizo el 0-1. El mismo guion que ante Unionistas.
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Aunque la trama no iba a ser la misma, porque las buenas historias las escriben los que tienen mucha imaginación. En tres minutos, Pablo torre le dio la vuelta a todo. Al marcador, al ánimo racinguista y a cualquier argumento de Romo para justificar su suplencia en Valladolid. Sólo al canterano se le pudo ocurrir lanzar esa falta junto a la línea lateral del área directa a portería. Empatazo. El entrenador verdiblanco celebró para adentro. Sabedor de la que le iba a caer. Dos minutos después, el chaval, desatado, culminó de media tijera una internada de Soko por la derecha.
La locura, el vendaval, dejó el partido hecho añicos. Las pizarras y los entrenadores se convirtieron en puro atrezzo. En ese ir y venir de Santander a Majadahonda y volver, Pol Moreno se quitó el amargor del domingo anterior. Primero, puso el pecho cual frontón para detener un duro disparo de Philip que llevaba márchamo de gol. Posteriormente, con la 'gadgetopierna' le quitó el balón a Mawi cuando ya encaraba a Parera.
de menos a más
A partir de ahí, el Racing volvió a su estado habitual: el de hibernación. El del alambre. Ydurante más de media hora no pasó nada. Hasta que Mawi llevó a cabo su revolución particular. Se estrelló en Parera en su primera tentativa. En la siguiente, cedió a Raúl Sánchez, que convirtió el empate a dos. Y a punto estuvo de hacer el tercero el habilidoso delantero al peinar un centro al área que el meta verdiblanco paró abajo. Los silbidos y los atributos masculinos hechos canciones salieron a relucir.
Como a Batman, alguien debería iluminar la silueta de un '10' en el cielo de El Sardinero cuando las cosas van mal. Pablo Torre se la pidió. Caracoleó. Buscó. Y conectó con un desesperado Cedric. El nigeriano se dio la vuelta, pero hacia su pierna mala. La diestra. Su disparo fue un horror. Así llegó el descanso. Para no querer que pasen cosas en la primera mitad... Cuatro goles.
decisivo
Era momento de ver la flexibilidad del plan de Romo o si el entrenador tenía algún otro registro escondido en la chistera. Visualmente, no hubo cambios en el intermedio. Rubén Sánchez la mandó alta justo tras la reanudación. Respondió Marco Camus en el otro área, con un tiro que se marchó cerquita del poste.
Precisamente fue el canterano uno de los sustituidos cuando el técnico optó por mover ficha. Él y Cedric le dejaron su sitio a Álvaro Bustos y Manu Justo, respectivamente. A ver de qué eran capaces, porque hasta el momento todo lo bueno o medianamente esperanzador que pasaba en posesión racinguista salía de las botas de un Pablo Torre que ya empezaba a menguar físicamente. Al míster lo que es del míster, la apuesta le salió bien, porque fue el delantero gallego, el antes extremo fallido y ahora delantero de éxito, quien prologó de cabeza un centro de Unai Medina para batir a Nereo.
Ahora sí, ahora ya puedes, y debes, amarrar. Eso debió pensar también el entrenador racinguista, que automáticamente retiró a Borja Domínguez para meter a Fausto Tienza en el doble pivote. Y después de que el extremeño tumbase de un agarrón a Jesús Bernal, llegó la sustitución de Pablo Torre de cada día. Ésta, quizá más justificada que nunca. Por el evidente cansancio; por la obligación de mantener la renta y porque se merecía una ovación. Junto a Sergio Marcos entró Mantilla en lugar de Soko. Más para defender. Porque para retener el triunfo en los últimos minutos se afanaron hasta los recogepelotas.
Y entre todos, lo consiguieron. Hizo falta hasta que Tienza, maestro del otro fútbol, se hiciese el muerto tras un encontronazo con un rival. El pitido final sacó cierta rabia contenida. En Santander ya se sabe que nunca llovió que no escampó, pero esta era glaciar en los bajos fondos del fútbol nacional se está haciendo larga y el camino de salida pasa por más tardes como la de ayer y menos cantes mañaneros como el de Valladolid.
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