Otro paso más; quedan siete

Como dice Fermín Trujillo... «Llámalo Dios. Llámalo energía»... O llámalo quizá la suerte del futuro campeón. En el 89, pero con absoluto merecimiento, el Racing ganó ayer un complicado encuentro frente al San Sebastián de los Reyes en un estadio rival convertido en fiesta privada para la afición verdiblanca. Son quince partidos sin perder. Son cinco triunfos consecutivos. Es el octavo gol de Cedric en apenas cinco partidos. Un enorme paso más. Quedan siete por delante. Aunque con alguno menos también puede completarse el camino. Ya se verá. El Deportivo puede hacer hoy lo quiera. Lo que está claro es que a este equipo, a día de hoy, no lo para ni la Guardia Civil de Tráfico cuando va en el autobús –o en la Romoneta– por la autovía.

Pablo Torre no quiere perderse ni un solo minuto de lo que le queda en el Racing. No hay cansancio que valga. Se marchará, pero se ha empeñado en dejar al club de sus amores de vuelta en el fútbol profesional. Eso le permitió a Guillermo Fernández Romo realizar el único cambio obligado. Mantilla por el sempiterno y sancionado Pol Moreno. El resto, lo que ya se sabía.

En los que ya se pueden rebautizar como los pequeños Campos de Sport de Matapiñonera –ambientazo–, cuando aún quedaba un centenar de aficionados racinguistas por entrar al estadio, el equipo cántabro culminó su primera tentativa. Un disparo de Eneko Satrústegui desde la frontal, débil, que atrapó Miguel Bañuz. Y habían accedido veinte más cuando fue Fausto Tienza el que tiró fuera.

Los jugadores verdiblancos quizá estaban esperando a que, a eso del cuarto de hora, accediesen los últimos rezagados. Que no se lo perdiese nadie. Pero a Satrústegui le fallaron los cálculos. Un córner muy cerrado de Pablo Torre se lo comió el meta local y el lateral navarro, en el segundo palo, la mandó silbando al poste.

El Racing era dominador pero ya sin peligro. Y el San Sebastián de los Reyes lograba ocupar a los verdiblancos en películas que no tenían que ver con el partido. A Cedric le dieron, en la misma jugada, de todo menos la enhorabuena. Codazo en la nuca y patada por detrás. Mosqueo y tangana. Al final, el único que se llevó premio fue Mantilla por ir a defender el orgullo. Tarjeta amarilla. Con esas maniobras, los madrileños lograron tener al fin sus primeros acercamientos. Un remate de cabeza de Barreda no encontró portería.

No anda fino Álvaro Bustos, pero el asturiano tiene fútbol y aún más ganas de redimirse. Un balón rebotado golpeó en el pie izquierdo del extremo antes de elevarse y, para aprovechar el hallazgo dentro del área, se lanzó para hacer una media tijera que obligó a Miguel Bañuz a despejar en una buena estirada.

Tenía pinta de que tarde o temprano llegaría el tanto racinguista, pero los minutos iban pasando y el que pulsa el botón del marcador, echando la siesta. La tuvo Patrick Soko. A la carrera, el camerunés se quedó solo enfrente del área. Era correr y finalizar. Pero se lió. Buscó el recorte para dentro, el balón se le marchó largo y al final el inoportuno Molina se cruzó en su camino.

Llegó el momento del bocadillo. Caras calmadas en el racinguismo, que no se suele ver en situaciones como ésta. A nueve puntos del segundo, un momentáneo empate lejos de Santander pero como en casa tampoco desentona con la tortilla y el lomo queso.

Matapiñonera estaba lleno de sombreros. De los verdes que ya se han convertido en santo y seña de la peña Vindio-Sotileza en el exilio y también los tres que le hizo Pablo Torre a los zagueros franjirrojos en la primera jugada del segundo tiempo. La acción terminó con un remate de Unai Medina con todo a favor, pero una pierna se interpuso para desviar el balón a saque de esquina.

Sin embargo, este arranque tras el intermedio el choque se pasó a jugar en campo racinguista. En una situación de esas en las que el Racing tampoco se siente especialmente incómodo, pero lejos de la meta madrileña. Arturo, sobrino del escritor Pérez Reverte, estuvo a punto de cambiar la trama de la historia. Un dubitativo Mantilla falló a la hora de despejar y el delantero local la echó fuera cuando buscaba la escuadra.

En la mediapunta verdiblanca jugaban Pablo Torre y su apéndice. El de Soto de la Marina siempre tenía colgado un tío de la chepa. Pero en una contra verdiblanca logró quitarse el koala de encima para forzar una falta junto al vértice del área. Solo le faltó acertar con el lanzamiento, que se marchó desviado.

Guillermo Fernández Romo dio entrada a Javi Vázquez en el extremo izquierdo en sustitución de Álvaro Bustos. Y el andaluz estuvo profundo en su primera intervención. Con un magnífico control deshabilitó a Barreda y su pase atrás lo remató Pablo Torre, demasiado centrado, a las manos de Miguel Bañuz.

Un balón interior de Unai Medina al pivote Cedric terminó con el nigeriano en el suelo. Derribo. Estaba en el área, pero salió en el último momento y ahí señaló la falta el árbitro. A centímetros de la línea. La jerarquía de la ejecución cambió y fue Javi Vázquez el encargado de lanzar. Y lo hizo bien, pero la pelota pegó en la barrera antes de marcharse cerquita de la escuadra.

Al Racing no le sirvió de mucho la ayuda de los veinte céntimos por litro de carburante. En las filas verdiblancas empezaba a escasear la gasolina. Lo que no se acaba es la magia. Pablo Torre llevó la contra. Recorrió medio campo. Y cuando se le acabó el camino, abrió a la derecha para un Soko cuyo disparo amortiguó con el cuerpo Miguel Bañuz.

Ya fuese porque el empate no le parecía malo, porque el San Sebastián de los Reyes no llevaba peligro o porque tampoco tenía demasiadas opciones de mejorar ofensivamente en el banquillo, Romo dejó pasar el tiempo sin nuevas sustituciones. Hasta el minuto 80 no salió del banquillo el delegado, Delfín Calzada, para llamar a Sergio Marcos. El sustituido fue un Pablo Torre que recibió una gran ovación de la grada de Matapiñonera.

El partido ya era un empate de manual si no fuese porque el Racing tiene la suerte del futuro campeón. En Calahorra se la lió el portero solo; ante el Zamora, en el 92; contra la Sociedad Deportiva Logroñés, jugando regular y ayer, aunque totalmente merecido, en el 89. Y otra vez Cedric. Esperen, que voy a mirar los datos porque ya he perdido la cuenta. Sí, ocho goles en cinco partidos. La secuela de 'El Renacido' ya tiene protagonista. Y ojo al temple de Sergio Marcos para girar y dejarle el balón al nigeriano en el área. «Que sí, joder, que vamos a ascender». Así sonó el conquistado estadio madrileño. Así suena el racinguismo últimamente. Preparando las gargantas para cuando la gloria sea ya imposible de arrebatar. Hasta Isma López, que salió en los últimos minutos para perder tiempo, sonríe en este equipo. Algo tiene. Tocado por los dioses. En San Sebastián, el único rey fue el Racing.

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