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El más difícil todavía. El delantero invisible; la defensa invencible; leones que no rugen en la grada; el entrenador barbudo; un árbitro con función propia y un VAR abierto hasta altas horas de la tarde. Si el Racing monta un circo, le crecen los enanos, ... un tiranosaurio, un urogallo gigante, la prima del Oso Cacho y una réplica exacta de Cabárceno. El equipo de Guillermo Fernández Romo completó un partido genial -especialmente una segunda mitad casi perfecta- frente al colíder Alavés. Acuciado por las bajas, pero honesto en el esfuerzo y la valentía. Lo hizo todo, pero aún así no fue suficiente para ganar. Sólo para empatar. Porque el protagonista de la tarde fue el que debe pasar desapercibido. Y sus colegas a distancia. Una más que posible expulsión obviada en la primera mitad, dos tantos anulados por la intervención desde una sala a 411 kilómetros de aquí y un penalti ignorado hicieron casi inútil el trabajo y quebraron una tarde para recordar en los Campos de Sport. Eso, por hacer un resumen.
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Al final, entre la plaga de bajas, se impuso la lógica del míster. Nada de Íñigo Vicente para la mediapunta. El elegido fue su navaja suiza ofensiva. El chico para todo. Arturo Molina fue el sustituto del sancionado Pombo, con la incógnita de cuánto le dejarían estar sobre el césped sus arrastrados problemas físicos. La confianza tuvo premio. Además, con Alfon de nuevo haciendo las veces de delantero y con el regreso de Íñigo Sainz-Maza al doble pivote.
RACING
Parera, Dani Fernández, Satrústegui, Pol Moreno, Rubén Alves, Íñigo Sainz-Maza, Fausto Tienza, Mboula (Marco Camus, min. 70), Arturo Molina (Aldasoro, min. 82), Íñigo Vicente (Dalisson, min. 82) y Alfon (Peque, min. 70).
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ALAVÉS
Sivera, Arroyo, Maras (Laguardia, min. 46), Salva Sevilla (Taichi, min. 74), Alkain, Rober (Guridi, min. 70), Rebbach (Luis Rioja, min. 60), Abqar, Benavídez (Toni Moya, min. 46), Javi López y Miguel de la Fuente.
Equipo arbitral: Moreno Aragón (Madrileño), asistido en las bandas por Blázquez Sánchez (Madrileño) y Ortuño Sierra (Riojano). Cuarto:Ruiz Álvarez; VAR:Pérez Pallás (Gallego) y AVAR: Guzmán Mansilla (Andaluz).
Goles: 1-0, min. 22: Arturo Molina. 1-1, min. 39:Miguel de la Fuente.
Amonestaciones: Amarilla a los locales Satrústegui e Íñigo Vicente y a los visitantes Benavídez, Salva Sevilla y Abqar. Expulsó con roja directa al visitante Alkain.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Césped en buen estado en una tarde fresca y apacible. Se guardó un minuto de silencio en memoria de todos los racinguistas fallecidos en 2022. 12.914 espectadores, unos 1.200 de ellos, alavesistas.
Segundos, menos de cuarenta, tardó el Alavés en tener su primera ocasión clara. Un centro desde la derecha del ataque vasco no lo acertó a rematar Miguel de la Fuente en boca de gol. Y un minuto más tardaron en ponerse de acuerdo ambas aficiones para acordarse del patrón. El 'Tebas vete ya' encabeza la lista de éxitos musicales en los campos españoles.
Alfon, tanto tiempo en la oscuridad del banquillo, salió dispuesto a aprovechar los pocos minutos que tenga, le pongan de lo que le pongan. El manchego, impetuoso, forzó un saque de esquina gracias a su velocidad. El saque de esquina lo cabeceó Arturo Molina en una posición clara, pero muy flojo, fácil para Sivera.
Y llegó la segunda del Alavés. La superioridad generada por los babazorros en la banda izquierda propició un peligroso centro de Javi López atrás, que Alkain mandó por encima del travesaño. A pesar de esas dos peligrosas acciones, el equipo de Luis García Plaza no era muy superior al de su compañero de COU, al que le faltaba, nada nuevo, filo en los metros finales.
Hasta el minuto 22. La insistencia de Romo con Arturo Molina había generado cierto rún-rún. El murciano lo acalló con el ruido del violento golpeo del balón contra su bota. Un balón caído del cielo de El Sardinero lo trató de despejar Sivera. Mboula, listo y oportuno, obstaculizó la salida del portero. Y el rechace le cayó al mediapunta, que le pegó con el alma. Volea. De esas de foto, con la pierna paralela al suelo. El cuero se estrelló en el larguero y el personal ya andaba con las manos en la cabeza, penando su mala suerte. Esta vez la presa entró en la jaula. El hombre bala y su cañón.
El rebote le favoreció en el tanto a los verdiblancos, que se vinieron arriba ante un poderoso rival que empezaba a albergar dudas. Mas cuando al cuadro vitoriano le salía bien el número, el Racing tenía de su lado a todos los santos, en un día tan señalado. Un pase horizontal vagabundeó por el área pequeña de Parera sin que Abqar ni Benavídez fuesen capaces de rematarlo.
La euforia duró poco. Hasta que en el minuto 40 el Racing defendió mal un córner. Dos futbolistas verdiblancos para defender a tres blanquiazules en el saque a la corta –algo habitual lo de la inferioridad numérica de los de Romo en los saques de esquina del rival que no van al área–. El balón le llegó a Rebbach, que se perfiló cómodo en la frontal del área y su disparo lo desvió Miguel de la Fuente para cambiarle el paso a Miquel Parera. Empate y vuelta a empezar. Pero sólo con 45 minutos por delante.
El Alavés tenía más armas, pero ni era más listo ni tenía más ganas. El Racing aguantaba las acometidas babazorras en el inicio de la segunda mitad y, cuando era capaz, se animaba a pasar a campo contrario. Porque talento y efectivos no le sobraban, pero fuerza, toda. Un tiro de Íñigo Vicente desde la frontal forzó un córner tras tocar una pierna visitante y marcharse por encima de la meta de Sivera. El saque de esquina trajo el éxtasis a los Campos de Sport cuando Satrústegui se elevó por encima de la zaga. Poderoso, el navarro cabeceó para hacer el 2-1. Felicidad plena hasta que el colegiado se llevó la mano al pinganillo de la oreja. Llamadita. Y cuando eso sucede, pues todo el mundo ya sabe lo que va a pasar, porque los que están en Santander no van a contradecir a los que están viendo la tele en Las Rozas. Ni caso a las protestas. Miradita a la pantalla y gol anulado por una presunta falta del lateral verdiblanco. Moreno Aragón ya le había perdonado la expulsión a Benavídez en la primera mitad por una durísima entrada sobre Fausto Tienza.
El Alavés estuvo a punto de marcar haciendo una operación similar a la de su gol anterior. Esta vez, por fortuna, no encontró puerta en un partido que estaba subiendo de revoluciones, por lo que había en juego y por la actuación arbitral, incluso en la grada verdiblanca en huelga. Un disparo lejano de Mboula, sin mucha fe, lo atrapó, raso, Sivera.
Romo hizo sus primeros en el 70. Peque y Marco Camus sustituyeron a Alfon y Mboula. El catalán, eléctrico, le sacó una tarjeta al veterano Salva Sevilla en la primera acción. Al de las canas no le gustó la ruletita del querubín. Pues mira, amonestado, el entrenador mandó al alavesista al banquillo. Por si acaso. Cambio ofensivo.
El Alavés apretaba. Látigo. El Racing, todos, se estaba dejando la piel en cada balón. Sólo le faltaba ese punto de calidad; esa referencia ofensiva; esa pizca de suerte que tuvo en la primera mitad. Marco Camus había salido dubitativo, como sin confianza... Hasta que fió su suerte a su potencia. Cruzó líneas hasta llevar el balón a Íñigo Vicente. El vasco se ajustó la pajarita y le puso un balón mágico a Arturo Molina en el segundo palo, que ganó la posición a Arroyo. Con suspense, hizo el segundo.¡Vamos! Ahora sí...
Pues no, el árbitro hizo lo mismo de antes. Estaban con ganas de charleta en Las Rozas y eso que el partido estaba entretenido. El juez se fue a la tele y esta vez señaló una supuesta mano del murciano en el control. De la felicidad a la impotencia máxima en un momentuco. ¿Qué más podía hacer el Racing?
Pues no mucho, porque en un saque de esquina en el que paso de todo, Satrústegui acabó en el suelo, pero el del silbato, al que esta vez no tuvieron la deferencia de llamar desde Madrid, sólo vio cartulina amarilla para el verdiblanco. Luego la sacaría roja, con el tiempo añadido ya avanzado, para el visitante Alkain, tras golpear a Fausto Tienza. Un poco tarde.
El Racing lo hizo todo para ganar. Hasta una doble chilena en la misma jugada. Un centro desde la derecha no lo llegó a rematar Peque en escorzo, pero sí Aldasoro, cuyo intento lo sacó con apuros Sivera a córner junto travesaño. Fue lo último de un partido de sentimientos encontrados. De orgullo, por el rendimiento del equipo. De rabia, porque todo lo que no podía controlar el Racing estuvo en contra. Y lo que es injusto duele.
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