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Un empate contra todo y contra todos

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Roberto Ruiz

Un empate contra todo y contra todos

Al Racing, que hizo casi todo para ganar, le faltó acierto ante la meta rival y le sobraron las lesiones, los postes y el árbitro

Sergio Herrero

Santander

Sábado, 1 de octubre 2022, 15:59

Como una conversación teléfonica entre enamorados. «Descuélgate tú». «No, tú primero». «No, no, tú». «Venga, los dos a la vez. Una, dos y tres... Eh, pero no te has descolgado». «Tú tampoco. Vamos, ahora sí... Pi, pi, pi...». Así se presentaba el Racing-Málaga de este sábado. Un duelo para evitar ser el peor de los dos. Para dejar tocado al rival y, de paso, coger un poco de moral. Cuando cuando un empate se rompe, siempre hay uno que se queda tirado y otro que sale reforzado. Al final, se quedaron como estaban. El equipo andaluz, flojísimo, porque no supo. El cántabro, prácticamente intachable, porque no pudo. Porque le faltó el acierto ante el arco visitante y le sobraron las lesiones –de Sekou Gassama y Mantilla–; los postes –dos–; el árbitro –que decidió no expulsar al portero malaguista– y un VAR que pasó de abrir. Contra todo y contra todos.

Racing

Parera, Mantilla (Aldasoro, min. 46), Satrústegui, Pol Moreno, Rubén Alves, Íñigo Sainz-Maza, Juergen Elitim, Mboula (Marco Camus, min. 68), Pombo (Peque, min. 81), Íñigo Vicente (Arturo Molina, min. 81) y Sekou Gassama (Matheus Aiás, min. 27).

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Málaga

Reina, Juanfrán, Jiménez, Febas (Jozabed, min. 71), Álex Gallar (Dani Lorenzo, min. 90), Hervías (Ramón, min. 46), N'Diaye, Burgos, Fran Villalba (Haitam, min. 64), Escassi y Rubén Castro.

  • Equipo arbitral González Francés, asistido en las bandas por Arencibia Medina y Valverde Monsalve, todos ellos del Comité Canario. Cuarto: Bueno Prieto (Madrileño); VAR: Areces Franco (Asturiano) y AVAR: González Esteban (Vasco).

  • Amonestaciones Amarilla a los locales Matheus Aiás y Aldasoro y a los visitantes Reina y Burgos.

  • Incidencias Campos de Sport de El Sardinero. 10.032 espectadores en las gradas. Césped en buen estado en una tarde soleada. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exracinguista José Pacheco.

Con Álvaro Mantilla a priori habiendo superado todas las pruebas previas, Guillermo Fernández Romo pudo alinear el que ya se antoja como su once de cabecera. El que mejor le ha funcionado. Aunque no le iba a durar mucho. Con el retornado Pombo, tras su sanción, en la mediapunta. Sin duda, el mayor deseo del técnico verdiblanco era convertir la Romoneta en un DeLorean y volver al minuto en que el aragonés fue expulsado frente a Las Palmas. Cuando su equipo estaba mostrando la mejor cara de la temporada. Y hacer un Fray Luis de León: «Como decíamos ayer...».

Y, bueno, la primera acción de Mboula, que terminó en un centro forzador de un córner, dio esperanzas de que la regresión espacio-temporal era posible. En el minuto 6, una segunda jugada tras otro saque de esquina pilló a Pol Moreno en posición de nueve y su cabezazo se marchó cerca del poste izquierdo de la meta de Reina. Con el Racing dominando, tres después lo intentó Pombo con un duro disparo que no encontró portería. Y el Málaga, tartamudo con el balón y nervioso como en la primera cita.

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Pero la primera línea de presión racinguista empezó a no ser efectiva. No por falta de intensidad. Los de Pepe Mel lograron encontrar salidas para personarse en campo rival. Sin crear excesivo peligro, mas alejando a los verdiblancos de la meta andaluza. Sin embargo, la tuvieron los cántabros. Muy clara. Mboula desbordó otra vez por la derecha. Bien. Lo que se espera de él. Sirvió a Mantilla y el camargués, con un gran pase, buscó a Sekou Gassama en el segundo palo. El catalán, lanzándose al suelo no sólo no conectó bien si no que se hizo daño. Remate defectuoso y delantero lesionado. Matheus Aiás, a la palestra. Está claro que al Racing no hay día que no le pase algún contratiempo.

El equipo de Romo volvió a crecer pese a la pérdida, pero era como ese tío majo que a la hora de rematar la conquista, se corta. Incapaz de salir de la 'friend zone'. Pombo, Íñigo Vicente, Matheus y Mboula conectaban arriba, pero en el área se les hacía de noche. El extremo diestro cruzó demasiado un tiro en buena posición. Y poco después, el brasileño, lo intentó con la zurda, muy flojo. Fácil para el arquero.

En el minuto 39, el entrenador verdiblanco mandó a calentar a Jorrín y Aldasoro. ¿Mantilla lesionado? Tenía toda la pinta. Mientras tanto, en el césped, la verdad es que al Racing, además de labia en los últimos metros, le falta hasta suerte. Un magistral lanzamiento de falta de Pombo se estrelló en la cruceta. El sexto poste en ocho encuentros. Corría el minuto 44. Habría sido tan bonito...

La salida tras el intermedio confirmó lo que se barruntaba. Mantilla se quedaba en la ducha y el míster elegía a un habitual mediocentro como Aldasoro para sustituirle. Un cabezazo de Gallar, manso, lo agarró Parera sin problemas.

Fíjense la próxima vez. Cuando Jorge Pombo coge el balón, arranca el rún-rún en la grada. Algo va a pasar. El aragonés hizo su jugadita y se tropezó al chutar. Después, el pase al espacio para Matheus Aiás se le fue un poco largo. Y su taconazo pegado a la banda inició la acción para que Mboula mandase un zurdazo al larguero. Siete veces, ruido de metal.

Al final, como todo en la vida, el Racing, por tanto roneo sin premio, corría el riesgo de perder la ilusión. La esperanza. Y el Málaga, pobre de pedir... De pedir la la hora con sus incipientes pérdidas de tiempo. Menos mal que Pombo, a base de gambetas, mantenía despierto al personal. Romo dio entrada a Marco Camus por Mboula en la banda derecha, en busca de algo más de velocidad y profundidad.

Los verdiblancos, además de la ilusión, estaban empezando a perder la paciencia. A ofuscarse. La frustración. Y lo que entendían, por parte del colegiado, como un diferente baremo a la hora de repartir las cartulinas amarillas. No sabían que lo peor estaba por llegar. Un tiro de Aldasoro y otro a la media vuelta de Marco Camus mantuvieron la intranquilidad en el cuadro andaluz.

Pero al Racing comenzaban a fallarle también las fuerzas. Cada vez salía con menos chispa. Cada vez alcanzaba menos la zona de tres cuartos. Por lógica, dejaba más metros para el avance rival. Un cabezazo de Rubén Castro en el corazón del área se fue a las manos de Parera. Quedaban diez minutos y Romo gastó lo que le quedaba: Peque entró por Pombo y Arturo Molina, por Íñigo Vicente.

Se ve que el partido ya estaba aburrido para el árbitro, quien a falta de goleadores, se quiso convertir en el gran protagonista. El mismo juez al que, en la primera mitad, se le coló un balón en el campo cuando el Málaga sacaba de banda y permitió que el juego continuase con la pelota lanzada desde la grada y no con la puesta en juego por los blanquiazules. Reina salió del área y cogió el balón con las manos para cortar una llegada de Matheus Aiás. Además, atropelló al brasileño. El colegiado señaló falta. Pero se le olvidó la roja en el bolsillo. Amarilla. Y el VAR que actuó para expulsar a Pombo ante Las Palmas, ¿dónde estaba esta vez? El lanzamiento a balón parado de Juergen Elitim se marchó fuera.

El Racing, con lo que le quedaba en el depósito y en el cronómetro, se encoraginó, pero ya no era suficiente. El propio Juergen colgó una falta al área que Satrústegui cabeceó demasiado alta. Para culminar el recital arbitral, el cuarto enseñó el cartel de tres minutos de añadido. Tenían prisa. Habían quedado para merendar.

El partido se acabó. Y probablemente los jugadores racinguistas entraron en el vestuario con una pregunta en la cabeza: «¿Qué más tenemos que hacer para ganar?». Una cuestión probablemente retórica, porque no hay quien la responda. Por desgracia, en este caso lo hecho, hecho está.

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