Más vale ser valiente

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En la desembocadura del río Bidasoa confluyeron varios factores que llevaron al preparador madrileño para echarle un poco más de hormigón a su plan ya de por sí tirando a defensivo. Al habitual irregular estado del césped del Stadium Gal se le unió, desde las dos de la tarde, una lluvia pestosa. Y como Pablo Torre venía cansado de la concentración con la selección sub 19, trivote al canto. Íñigo, Borja Domínguez y Fausto Tienza ocuparon la sala de máquinas, con Manu Justo en la derecha como sustituto del lesionado Soko. Lo cierto es que la tarde se puso a tono cuando el cielo comenzó a apretar y por megafonía se arrancaron con la sintonía de 'Desafío Total', aunque este Racing parece más hecho para protagonizar el videoclip de 'Thriller', de Michael Jackson. El despeje de Fausto Tienza, sin oposición nada más sacar de centro los verdiblancos, prometía.

De repente, al Racing de las mil caras le dio por combinar. Íñigo que retrasa; Bobadilla que abre hacia Álvaro Bustos; el asturiano que centra al área; Cedric no encuentra disparo y devuelve a su compañero, cuyo disparo no encontró portería, aunque llevaba mala intención. No entró, pero como primer susto no estuvo mal. Pero fue para despistar. Pronto, el Real Unión se hizo con la pelota, como cualquier rival que tienen delante los de Romo.

Borja Domínguez protestó un saque de banda que el colegiado le dio al Real Unión. El árbitro apuntó la matrícula. A la siguiente, el gallego cayó en un salto y el juez respondió con un gesto despectivo con la mano. Dos veces. Y, acto seguido, una falta clara sobre el centrocampista, Ruiz Álvarez la obvió y fue el germen de la primera ocasión para el equipo vasco. El remate de Capelete en el área pequeña se marchó alto.

El trivote verdiblanco, con una presión más alta de lo acostumbrado y tras algunos ajustes en las marcas, comenzó a hacerse dueño de la parcela central y el Racing tuvo, a continuación, su propio arreón. Fausto Tienza, con potencia, mandó el balón a la cepa del poste derecho de Irazusta. El rechace le volvió al futbolista extremeño, que remató forzado y muy desviado.

Y, aunque la mayor parte de la primera parte ya se jugó en terreno del Real Unión, por el Stadium Gal no hubo mucho más que contar. La igualdad era la dueña del partido, pese a que el Racing fuese ligeramente mejor a los puntos. Pero como eso sólo vale en boxeo... De momento el único gol que entró fue el que metió un aficionado racinguista que se coló al césped durante el descanso. Lamentablemente, no subió al marcador.

Para la segunda parte, la tarde dio una vuelta de tuerca. Aún más agua y ya tanta oscuridad a eso de las seis de la tarde que ya difícilmente se veía Francia al otro lado de la Isla de los Faisanes. Era el momento de dar luz, aunque la cobren a precio de oro y empiece a estar de moda hablar del 'gran apagón'. Y fueron los irundarrás los que estuvieron a punto de darle al interruptor. Un centro desde la derecha de Capelete lo remató de cabeza Mikel Pradera, fuera.

A Cedric el césped le jugó una mala pasada. Un despeje muy bien dirigido de Pol Moreno dejó al nigeriano solo en su carrera hacia la portería local. Sin embargo, la rápida hierba hizo correr la pelota más de la cuenta y le dio ventaja al meta Irazusta en su salida para cercenar lo que ya era una clara ocasión.

Subieron las pulsaciones y comenzó el intercambio de golpes. Lo intentó primero Oyarzun, desde muy lejos, pero su disparo se marchó por encima de la portería. Por el mismo lugar, pero en el otro fondo, por donde se marchó el tiro de Álvaro Bustos en una contra dirigida por Íñigo. El caso es que, a esas alturas, el protagonista, el dueño del balón, había cambiado y los blanquinegros incordiaban a los racinguistas en su campo rival.

A Guillermo Fernández Romo se le debió olvidar cambiar la hora, porque setenta minutos después y con futbolistas como Manu Justo aportando poco sobre el terreno de juego, aún no se decidió por hacer cambio alguno. Ni siquiera con Pablo Torre en el banquillo. Hasta la afición racinguista desplazada a la localidad fronteriza pidió la entrada del mediapunta cántabro. Mientras tanto, un rechace en la frontal lo remató Álvaro Bustos de volea, directo a las manos de Irazusta.

Pero con el Racing poco decidido a buscar algo más que el empate, el equipo de Romo acabó pagando su parsimonia. Su conservadurismo. Su escasa ambición. Un centro magnífico de Seguín desde la derecha lo cabeceó fácil, en el corazón del área, Quique Rivero. A buenas horas, en el minuto 75, el técnico madrileño se animó a mover el banquillo. Tres sustituciones de golpe. Pablo Torre, Marco Camus y Sergio Marcos reemplazaron a Manu Justo, Borja Domínguez y Fausto Tienza.

Qué se le pasaría al entrenador verdiblanco para no sacar antes a Pablo Torre. El primer balón que tocó el de Soto de la Marina dejó al Stadium Gal mudo. Regateó, gambeteó, recortó, desbordó y al final , fue derribado dentro del área. Pero como el Racing esta tarde estaba de no, Álvaro Bustos falló el lanzamiento desde el punto de penalti.

El asturiano iba a tener tiempo aún para cavar más hondo aún el agujero o para resarcirse de su error, pero antes otro de los recién ingresados, Marco Camus, dispuso de una buena ocasión, pero su disparo se estrelló contra el lateral de la red. Llegó la hora de Álvaro Bustos. Cedric se quedó solo ante Irazusta, acompañado por su amigo. El nigeriano compartió. El extremo necesitaba una alegría y a punto estuvo de caer en depresión, porque su primer remate se estrelló en el pecho de Barbudo. En el rechace, la metió llorando, pero qué más da. Se fue a celebrarlo con la grada racinguista, donde expulsó toda la rabia.

Ha sido día de redenciones. De Bustos por fallar el penalti; de Romo por no ser valiente antes y de Jack Harper por la traca del miércoles. El malagueño andaba toda la semana muy disgustado. Por la pena máxima cometida y por su mala actuación en su primer partido como titular con el Racing. Este domingo le cambió la cara por completo. El primer balón que agarró, se dio la vuelta y lo cruzó al palo largo, al fondo de las mallas. Saltó del banquillo verdiblanco hasta el delegado, Delfín Calzada, para celebrar el tanto con el protagonista.

El Real Unión tuvo un último acercamiento, un barullo dentro del área, que los jugadores racinguistas sacaron porque así debía ser. Porque ya no se podía perder lo remado. El pitido final tuvo mucho de terapia. De ese pasar página que

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