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Un numeroso grupo de futbolistas que se quedó por el camino desafiaba a los treinta y muchos grados que hacía por Cornellà a mediodía. En ... un campo de tierra de esos que ya no se ven en la verde –natural y artificial– Cantabria. Entre nubes de polvo. Barrigas desafiando a la gravedad. Las redes de las porterías, desmechadas. Con una indisciplinada indumentaria que parecía salida de una obra de Okuda. A todo color. Un templo de sueños balompédicos frustrados sin apodo en los mapas, a diferencia de un feudo del Espanyol que, como diría Leonardo Dantés, «tiene nombres mil». Pero allí, en el potrero del otro extremo de la Avingunda del Baix Llobregat, una treintena de personas presenciaba, en los bancos de madera desconchados, el espectáculo. Ese era el fútbol que se podía ver este sábado en la ciudad con el Stage Front Stadium cerrado por la otra pandemia, la de los que no saben comportarse.
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No hay crónica ni resultado del otro encuentro. Con que no hubiese lesionados, felices. En este, la derrota del Racing fue como subir una foto sin filtros a alguna red social. Un mal comienzo de partido y el potencial del Espanyol dejaron en evidencia las carencias que tiene el conjunto cántabro. La espectacular victoria del estreno liguero nos obnubiló a todos. Menos al entrenador, seguramente, que ya vino avisando de que las cosas eran bonitas, pero no tanto. Que sí, que el equipo tiene muchas virtudes y su actitud es casi siempre incuestionable, pero le faltan cosas. Especialmente, donde siempre: arriba.
No hay mucho que comentar sobre la alineación de José Alberto. El 4-0 ante el Eibar, sin lesionados recuperados y sin nuevas incorporaciones en el mercado, era suficiente argumento para dejar todo como estaba.
En absoluto silencio, arrancó el encuentro. Ya se había olvidado aquello. Y con una marcha menos de lo habitual. Decía José Alberto en la previa que lo de que no hubiese público «no es bueno para nadie». Porque la grada, cuando está, aprieta. Porque, a puerta vacía, la relajación acecha. El Racing tardó cuatro minutos y medio en dar tres pases seguidos. Yseis le bastaron al Espanyol para hacer el primero. Los mismos que a Pere Milla para estrenarse como perico. Tres millones de euros. Un córner. La zaga racinguista, como los guerreros de terracota. Como el de la raja de tu falda que se dio un piñazo con un Seat Panda. Que los Estopa son de Cornellà. Cabezazo. Gol.
Todavía tuvo que recibir el equipo verdiblanco otro derechazo para ver si espabilaba. En concreto, de Nico Melamed, desde la frontal del área, que repelió Ezkieta con los pies. Los cántabros, ahora sí, trataban de combinar. Pero en defensa, seguían dando demasiadas facilidades entre líneas a un rival que tiene el talento por castigo. La primera tentativa visitante llegó, pasado el cuarto de hora, en una falta botada en corto por Íñigo Vicente y pegada por Peque desde lejos. Alto. Contra un asiento plegable.
Espanyol
Pacheco, Óscar Gil (Jofre, min. 46), Calero, Cabrera, Pol Lozano, Pere MIlla (Dimata, min. 71), Oliván, Lazo (Keidi Bare, min. 46) Edu Expósito (Omar, min. 46), Nico Melamed (Gragera, min. 88) y Braithwaite.
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Racing
Ezkieta, Mantilla, Saúl García, Germán Sánchez, Rubén Alves, Íñigo Sainz-Maza (Iván Morante, min. 58), Aldasoro (Matheus Aiás, min. 85), Marco Sangalli (Yeray, min. 70), Peque (Cedric, min. 85), Íñigo Vicente y Ekain (Lago Junior, min. 58).
Equipo arbitral: González Francés, asistido en las bandas por Valverde Monsalve y Carreño Cabrera, todos ellos del Comité Canario. Cuarto: Muresan Muresan (Valenciano); VAR: Sagués Oscoz (Vasco) y AVAR: González Díaz (Asturiano).
Goles: 1-0, min. 6: Pere Milla. 2-0, min. 67: Braithwaite.
Amonestaciones: Amarilla al local Pere MIlla y a los visitantes Aldasoro y Ekain.
Incidencias: Stage Front Stadium. Césped en aceptable estado, en una tarde calurosa. A puerta cerrada por sanción del Espanyol.
De vuelta al campo de tierra, allí, sentado en uno de los bancos, había un tipo que sabía cositas. Le acompañaba otro con una camiseta muy hortera de Messi en el PSG. Morada. Él llevaba una de Brasil. Y en el rótulo, 'Vicente'. Porque Íñigo Vicente es de Derio. Derio de Janeiro. El mago se inventó un fantástico pase ante un genial desmarque de Íñigo Sainz-Maza hacia el área. Pero ese es el debe del capitán. Abarca kilómetros y kilómetros, pero le fallan los últimos metros. Controló mal, gestionó peor y la opción se perdió en el limbo. Al menos ya había comparecido tras el sesteo inicial. En ese despertar, un centro desde la izquierda de Saúl García pegó en un defensa y estuvo a punto de colársele a Pacheco por el primer palo. Tras el posterior córner, Aldasoro disparó con la izquierda, pero no encontró portería. Ahora ya no era el gran dominador, pero con poco, el Espanyol ponía pies en área rival. Braithwaite, en boca de gol, cabeceó mal gracias a la oposición de Rubén Alves.
En el minuto 40, mientras atacaba el Racing, precisamente se armó el lío con los mismos protagonistas. De repente, los gritos de Germán Sánchez. «¿Eh? ¡Arbi! ¡Arbi!». El andaluz señalaba a Rubén Alves, tirado en el suelo. «Cuarto, lo has visto, ¿eh?», insistió el gaditano. Pues ni el cuarto, ni el principal ni los asistentes ni el VAR ni el AVAR. Sigan. José Alberto levantaba el pulgar, irónico, a alguien que le recriminaba desde el banquillo perico.
Ese último tramo del primer tiempo fue intenso. Íñigo Vicente ganó el área desde la izquierda, pero con el primer poste bien tapado, no fue capaz de superar a Pacheco. Peque y Ekain se llevaron sendas tarascadas consecutivas. El colegiado señaló la primera. Íñigo Vicente la puso al segundo palo, donde Mantilla ganó la espalda a su marcador para marcar de cabeza. El línea anuló por fuera de juego.
Pero, para clara, nítida, cristalina, la postrera de Íñigo Vicente. Una gran maniobra de Peque, seguida por un certero pase del catalán, dejó al extremo solo ante el portero. Aquí no se levantaba el polvo, pero al verdiblanco se le nubló la vista. La echó fuera. Así llegó el descanso.
Pese a que iba ganando, Luis García metió tres cambios a la salida del vestuario. Andaban las aguas revueltas por el Llobregat. La segunda parte empezó con un guion similar y con el árbitro que había perdido la hoja del reglamento donde dice que al equipo local también se le pueden sacar tarjetas. La primera tentativa de este período llegó en un cabezazo flojo de Calero, fácil para Ezkieta. Al fin, en el 55, Pere Milla se llevó un caramelito de limón por un plantillazo sobre Germán Sánchez.
Las imágenes del Espanyol-RacingVer 13 fotos
El meta navarro tuvo que hacer un paradón, tras rectificar su oposición, para evitar el segundo tanto espanyolista. Sacó sobre la línea, con unos grandes reflejos, una volea de Jofre en el segundo poste. El Racing se estaba viniendo abajo y José Alberto completó dos cambios: retiró a Íñigo Sainz-Maza y a Ekain y metió a Iván Morante y Lago Junior. Al costamarfileño, de delantero. Con Cedric y Matheus Aiás en el banquillo. Ha quedado claro, ¿no? Un tiro de Marco Sangalli desde la frontal se marchó desviado.
Hacía rato que el Racing no era el de la primera parte. Y al de la goleada frente al Eibar no se parecía ni en el equipaje. Entre que que si a Rubén Alves le dieron un golpe en el morro; que si un despiste en el segundo palo; que si no se qué... Braithwaite bajó un balón con el pecho y remató a la media vuelta, junto al poste, para hacer el segundo.
José Alberto introdujo a Yeray en lugar de Marco Sangalli. Había que intentarlo, pero con unos veinte minutos por delante y con tan poca pólvora, tenía poca pinta de que se fuese a producir un milagro. Esta vez no iba a haber premio en la casa del Espanyol. Allí, en la puerta 88 del estadio –el cántabro Iván de la Peña encabeza la 76–, luce el nombre del que, vestido de verdiblanco se convirtió en héroe racinguista y a la vez verdugo perico: Michel Pineda. Este sábado le echó de menos en la delantera hasta el míster asturiano.
El Racing ya estaba más preocupado de que no le endosasen un injusto tercer tanto, pero, ahora sí, José Alberto llamó a Cedric y Matheus Aiás. Peque y Aldasoro fueron los sustituidos. Íñigo Vicente pasó a jugar en el doble pivote junto a Iván Morante. ¿Otra evidencia de que falta un mediocentro? Cabrera, a la salida de un córner, cabeceó a las manos de Ezkieta. En el otro lado, Yeray probó con un disparo lejano y raso que acabó en córner. E Iván Morante, con un durísimo tiro hizo trabajar a Pacheco. Eran los últimos estertores verdiblancos.
Una de cal. Una de arena. En el medio está la virtud, dicen. Ni blanco ni negro, gris. Como dice el propio José Alberto, hasta ganando cuatro a cero hay cosas que corregir. Al final, cuando las cosas vienen mal dadas, el racinguista siempre tira del mismo experto. «Ni antes éramos el Bayer Leverkusen ni ahora...». Manolo Preciado. Sabio.
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Ana del Castillo
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