El coco se merienda al líder

La alineación de José Alberto fue prácticamente la prevista. Sólo la presencia de Saúl García en el lateral izquierdo descolló en el once. Mantilla entró por el lesionado Dani Fernández en la derecha de la zaga; Germán Sánchez repitió en el centro y Aldasoro volvió al doble pivote, al lado de Íñigo Sainz-Maza para escoltar a la MVP –Mboula, Vicente y Peque–, con Arana en punta. Y luego, pues la alineación que los racinguistas veteranos recitan de memoria:Santamaría, De la Fuente, Chinchón, Espíldora, Sistiaga, Santi, Sebas, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Arrieta. El once del Racing de los bigotes que La Gradona sacó a jugar con un espectacular tifo en fecha tan especial. Íñigo Sainz-Maza, que cuando nació le envolvieron con una manta verdiblanca, no podía quitar la vista del mural cuando el equipo saltó al terreno de juego.

El Leganés llegó a Santander a ejercer de líder. Porque lo que parecía sorprendente hace meses ahora es una realidad incontestable. Y el Racing, esta vez optó por no salir en tromba, guardar y esperar su oportunidad. Pero, para que eso salga bien hay que estar impecable. No fue así. Y a las segundas de cambio, Diego García le pilló la espalda a Manu Hernando en un balón largo y se plantó solo en el área para batir a Ezkieta.

En apenas tres minutos, la parroquia verdiblanca recuperó la sonrisa. Y en un silbido del árbitro la iba a perder otra vez. Íñigo Vicente sacó de la chistera un fantástico pase a la carrera de Mboula. El catalán controló mal y la pelota se le fue larga, pero Jorge Sáenz la iba a meter para adentro. Gol. No, falta. Incomprensible. El colegiado anuló el tanto por un más que discutible contacto del extremo verdiblanco en el cruce con su rival. Lo único que sacó de provecho el Racing de la jugada fue el calentón, que encendió a los de dentro y a los de fuera.

Comenzó a arreciar el agua sobre el estadio de El Sardinero, pero el equipo cántabro no encontraba el camino. A los de José Alberto se les hacía el campo tan largo como el de Oliver y Benji. Pasar de la divisoria parecía un reto. Mientras tanto, el Leganés se apostaba a ver cómo su rival se desesperaba.

Fue rondando la media hora de juego cuando los verdiblancos al fin hollaron el área rival. En el segundo de los saques de esquina a favor, Manu Hernando cabeceó, pero no acertó a dirigir el balón hacia el arco. Con el Leganés algo más acongojadete, Aldasoro lo intentó desde lejos con la izquierda, pero la falta de fuerza del tiro permitió a Diego Conde rectificar para atrapar el balón.

Los esfuerzos verdiblancos para llevar peligro contrastaban con la facilidad aislada del Leganés para avanzar. Lo que fue creciendo fue el mosqueo del personal con el árbitro. Porque en el minuto 37, fue benévolo con Jorge Sáenz. Arana le hizo un lío con un fantástico control orientado que se convirtió en autopase. Hubo contacto y luego el canario hizo su parte en la exageración. El colegiado, que ni falta. Quizá porque la falta hubiese supuesto la segunda amarilla.

El primer tiempo iba a acabar en campo del Leganés. El Racing apretaba, pero no lo suficiente. Hasta que Íñigo Vicente encontró el hechizo correspondiente en el tiempo añadido. Alohomora. Un balón perdido en el área. Una rosca marca de la casa. Perfecta. A la escuadra contraria. Abierta la puerta. Uno a uno y con la flecha hacia arriba. Marque Vicente y ande la gente caliente. Esa camiseta, para el museo. Qué inoportuno el descanso.

El segundo acto comenzó con intercambio de golpes. A ver quién se parece más a Ilia Topuria. El Leganés golpeó más fuerte. Un centro desde la derecha de Mboula no encontró rematador y Ezkieta tuvo que mandar a saque de esquina, primero un disparo raso de Jorge Miramón y, posteriormente, un remate certero de Diego García. Aún así, el Racing era otro rollo comparado con el inicio del encuentro.

Así que Arana estuvo a punto de embocar con la cabeza un balón puesto por Aldasoro. Y Peque, tras un gran robo de Saúl García, tuvo el 2-1, pero su tiro se marchó silbando al lateral de la red después de tocar ligeramente en un rival. Lástima.

El catalán se quedó con la espina clavada. Y, a la siguiente, comenzó a sortear rivales hasta plantarse en el área. Aprendiz de la escuela de magos. Petrificus Totalus. El mediapunta verdiblanco, cuando iba a rematar, acabó por los suelos. Haciendo la croqueta. El árbitro señaló córner. Ysí, Sergio González había tocado levemente el balón con la puntera, pero era Jorge Miramón el que había agarrado a Peque. El VAR entró de oficio y, tras mucho pensárselo, González Esteban se marchó a ver la tele. Cuando eso sucede, pues ya se sabe cómo acaba casi siempre la película. A Borja Jiménez ya empezaba a acosarle el fantasma de sábana verdiblanca. Penalti. Peque, infalible, ahora sí, se cobró lo suyo.

Remontada y en ventaja, al Racing le tocaba no hacer la del día del Valladolid. Quedaba cerca de media hora. José Alberto y Pablo Álvarez planificaban en el área técnica. Al final, el míster llamó a Marco Sangalli y Roko Baturina. Mboula y Arana fueron los reemplazados. ¿Qué habíamos dicho de no sé qué del día del Valladolid? Facilidades, no. Sin demasiada oposición, Miguel de la Fuente se plantó en el área verdiblanca y Ezkieta tuvo que crecer a lo ancho para tapar el disparo.

El choque entró ya en ese tira y afloja entre el oficio del que va ganando y la frustración del que pierde. El regatuco de Íñigo Vicente; el despeje a Cuenca de Íñigo Sainz-Maza; la picardía de Germán Sánchez para robarle tiempo al cronómetro –luego se lo cobró el árbitro no dejándole entrar hasta un rato después–... Borja Jiménez hacía gestitos en el banquillo. Maldito Racing, debía pensar el gallego.

José Alberto introdujo a Lago Junior en lugar de un ovacionado Peque. El asturiano, en la banda, pedía calma. Consejos vende y para él no tiene, porque andaba cardíaco el míster. Salvo el susto de Miguel de la Fuente, el Racing estaba sabiendo mantener a raya a un míster que estaba descolocado... Iba a haber un contratiempo inesperado. Unos minutos antes, Ezkieta se resbaló al sacar de puerta. Poco después, el navarro acabó en el suelo y tuvo que ser atendido. Parera salió a calentar, aunque el titular se mantuvo sobre el terreno de juego. Quizá era para ganar tiempo. Eso sólo lo sabe él. Así que José Alberto llamó a su cerrajería de confianza. Candados Pol Moreno. Sustituyó a Aldasoro y metió al catalán en el doble pivote.

Siete minutos de añadido, pero la ofuscación pepinera parecía ya definitiva. Uno de los miembros del cuerpo técnico blanquiazul fue expulsado por protestar. Y la euforia verdiblanca, inabarcable. Íñigo Sainz-Maza celebró con rabia el haber forzado un saque de puerta a su favor. Delante de La Gradona. ¿Para qué quieres más? La grada botando; José Alberto agitando los brazos a lo Rafa Nadal; todo el banquillo local con la cabeza fuera del tejadillo pidiendo una hora que no llegaba...

Al fin, llegó. Y el Racing ya tiene 42 puntos. Sólo quedan ocho para cumplir el objetivo innegociable. Durmió séptimo, a un empate del los puestos de play off. El tipo que hace dos semanas decía y repetía en Tribuna Central, tras ganar al Espanyol, «y si este año ¿sí?» volvió con la misma canción. Y claro, a ver quién le lleva la contraria ahora.