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Lo que cambian las cosas en un minuto. Cuando Aritz Solabarrieta ganaba no sólo el partido frente al Bilbao Athletic sino credibilidad sobre su figura como entrenador del Racing, un aparentemente poco ofensivo saque de banda mal defendido mandó todo al traste en el ... minuto 92 del encuentro de ayer. En un choque en el que su equipo jugó con un futbolista más durante una hora. Y pasó de tener otra vida extra o una continuidad asegurada a estar otra vez con pie y medio fuera del banquillo verdiblanco. Todo dependerá del mosqueo con el que se levantase el presidente, Alfredo Pérez, de su asiento en el palco de los Campos de Sport. La comisión deportiva del Racing se reunirá hoy con el técnico y tomará la decisión que tenga que tomar.
Esta vez, los errores tácticos en los últimos minutos cometidos a la hora de gestionar una ventaja que parecía suficiente condenan al entrenador a un nuevo plebiscito en el sanedrín deportivo del club verdiblanco.
Solabarrieta estaba ayer hundido. En concreto, «jodido» fue la palabra que utilizó y repitió durante la rueda de prensa posterior al encuentro. «El primer partido fue muy duro y es una losa que he llevado encima», dijo, en referencia a la derrota por cuatro goles a uno en su estreno frente a a Real Sociedad B. Con esa mochila llena de piedras y con la que supone el haber llegado como valido del responsable de estrategia deportiva, José Mari Amorrortu, por delante de otros preparadores de la casa o disponibles en el mercado con mucha más experiencia.
Si tras el descalabro frente al Real Unión (1-3) el técnico pecó de soberbia en rueda de prensa, ayer fue fácil empatizar con él. Llevaba la pena en sus palabras y en su discurso. Con los ojos vidriosos. Con las palabras patinando ante el micrófono. «Jodido», como reiteró en varias ocasiones. Quizá, sabedor que de este despropósito ya no le podrá salvar ni siquiera Amorrortu. La pelota está en el tejado del Grupo Pitma.
El club ha confirmado que el entrenador está llamado a dirigir la sesión de hoy en las Instalaciones Nando Yosu. Una de esas típicas post-partido, en las que los titulares se quedan en el gimnasio y el resto salta al terreno de juego. Puede ser la última.
El balance habla por sí solo. En cinco partidos, Solabarrieta acumula tres derrotas, una victoria y un empate. Apenas se distingue esa evolución de la que hablaba Amorrortu en la rueda de prensa que ofreció junto al presidente en la primera bola de banquillo del míster. El triunfo en Portugalete no fue más que un espejismo. Un alargar la agonía. Porque con apenas ocho partidos por delante y cinco puntos de desventaja sobre los puestos que mantienen viva la opción del play off de ascenso –y aseguran una plaza en la futura Primera RFEF– el Racing tiene muy poco margen de maniobra.
El problema es que, gastada la primera bala del entrenador tras la destitución de Javi Rozada, otro cambio en el banquillo tendrá aún más difícil recuperar el rumbo de un vestuario cada vez más dañado por los acontecimientos y que, salvo sorpresa, se ha mostrado incapaz e insuficiente para las ambiciones racinguistas.
Pendiente queda la última semana del mercado de fichajes. Ni Amorrortu ni el secretario técnico, Pedro Menéndez, acertaron en los meses de verano, así que tendrán que resarcirse de una forma épica en apenas siete días para darle un vuelco a la plantilla. De las «cuatro o cinco» incorporaciones que prometió Alfredo Pérez en la famosa e inútil rueda de prensa tan sólo ha aparecido por La Albericia el ayer debutante Riki. Para hacerlo, además, tendrán que buscar salida a tantos jugadores como quieran traer.
Y a eso probablemente se sume el trabajo de buscar un tercer inquilino para el banquillo en una temporada, hasta el momento, muy aciaga para el Racing. El club ya lleva trabajo adelantado, porque no ha parado de buscar casi desde que Solabarrieta naufragó en Zubieta. Lo difícil es acertar.
Todo eso, casi nada, con el Racing en la mayor crisis deportiva de su historia. Siempre hay algo que no funciona en este club. Ahora que la faceta económica permanece estable, el balón marcha a la deriva. El equipo cántabro es sexto, a dos partidos de un tercer puesto mínimo exigible y, lo que es más preocupante, sólo dos por encima de los cuatro últimos puestos –en concreto, del Laredo, con un encuentro pendiente–. Esos que llevarán a sus ocupantes a luchar por no bajar dos categorías de golpe después de la reestructuración de las categorías del fútbol español.
La decisión de mantener en el puesto a Aritz Solabarrieta tras el ridículo frente al Real Unión no impidió que los directivos verdiblancos mantuviesen abierto el casting de entrenadores en caso de una posible destitución. De hecho, toda la maquinaria estaba preparada en caso de que el Racing no hubiese ganado en Portugalete, pero el triunfo, aunque de escaso brillo, permitió al técnico vasco mantener su cabeza sobre los hombros una semana más. Sin embargo, el empate de ayer, en el tiempo añadido y después de jugar una hora con un futbolista más, se añade directamente al debe de Solabarrieta. A esas tres derrotas en sus tres primeros como preparador verdiblanco. Así pues, si la comisión deportiva del Racing decide hoy despedir al inquilino del banquillo, no debería tardar mucho en encontrar otro nuevo, seguramente ya lo tenga incluso elegido, después de adelantar trabajo en las últimas semanas.
«Cuando te meten un gol en el minuto 92...». Solabarrieta apareció muy tocado en la rueda de prensa. Trató de mantener el tipo, pero le fue complicado porque «el palo ha sido muy duro». Y sí, no hay duda de que lo es. El míster salió a la comparecencia pública como cualquier otro entrenador al que le empatan un partido que ya saboreaba en el tiempo añadido. Quizás con un matiz: apareció más resignado y afligido que enfadado. Lo repitió varias veces: «Es jodido...». La imagen del técnico hablaba por sí sola. Sus gestos, su tono de voz y hasta su andar cuando se marchó de la comparecencia reflejaban el varapalo que había sufrido minutos antes cuando el Racing saboreaba una victoria frente al Bilbao Athletic y recibió un gol. «Hemos tenido que madurar mucho el partido y en la segunda parte, teniendo más ocasiones que ellos, hemos encontrado el gol. Pero luego, en el minuto 92...». Sus ojos se fueron tornando a vidriosos a medida que iba desgranando el partido y se iba dando cuenta de que los errores habían condenado al equipo.
Antes de hacer autocrítica, el entrenador recibió varias preguntas con intención.Como era de esperar. Nadie discutía lo realmente dañino que puede ser empatar un partido cuando el árbitro ya está mirando el reloj, pero se le cuestionó si fueron sus decisiones las que propiciaron ese empate. Si las decisiones de sustituir a Cejudo y dar entrada a Villapalos fue determinante para en vez de sentenciar el triunfo darle vida a un equipo que jugo una hora con un jugador menos. «Creo que había que cambiar algo en el partido, pero había que hacerlo con balón. Había que tener el balón y hemos sufrido sin él y nos han hecho el gol». Su lectura fue buena, sin duda, pero quizás no estuvo acertado a la hora de elegir el cómo debía darle ese cambio al final del partido. Optó por los jugadores equivocados y el desenlace fue el menos esperado.
En cambio, no admitió que el tanto del Bilbao Athletic llegase como consecuencia de la decisión de dar entrada a Villapalos – el único futbolista de corte defensivo que tenía en el banquillo– y con ello dar un paso atrás, porque tampoco existe certeza total de que así fuera, pero bien es cierto que facilitó la labor al filial rojiblanco. «Nos estaba ayudando Riki en el centro del campo y quería dar pausa, control. Las ocasiones de ellos tampoco fueron por el cambio».
Era evidente y llegó. Mediada la comparecencia, Solabarrieta tuvo que contestar si veía peligrar su puesto con el resultado cosechado. «Somos profesionales de esto y tenemos que estar preparados para todo». Fue franco. No entró en más detalles, y si bien sabe que su triunfo en Portugalete le dio aire y un empujón, el empate de ayer, aunque fuera en el tiempo añadido, le quitó bastante credibilidad. La comisión deportiva se sentará hoy con el mismo problema de las últimas semanas, pero esta vez con un partido menos para el final.
Sobre el vestuario, el entrenador racinguista admitió que «está jodido» –como él– y señaló algo que debe ser prioritario:«Tenemos que sacar la mejor versión de cada uno y eso es obvio que no está ocurriendo.Debemos hacer autocrítica y mejorar cuanto antes». El tiempo cada vez es menor y a falta ocho partidos la situación ha superado el umbral de la preocupación.
Puestos a analizarse –como señaló el propio Solabarrieta– se le insistió en que lo hiciera, se pusiera nota o simplemente se evaluara así mismo. «El primer partido fue muy duro y ha sido una losa que he llevado encima. Luego los dos partidos de después, ante Amorebieta y Real Unión, aunque perdimos, se vieron más cosas. Hemos generado más fútbol y ahora con la llegada de Riki, también». Se le preguntó por la posible llegada de fichajes en esta semana que queda para el final del mercado y el entrenador indicó que «ha llegado Riki, pero no basta». No lo dijo, pero lo insinuó. La plantilla necesita refuerzos a la desesperada.
Antes de terminar dejó clara su intención –si continúa en el puesto–:«Debemos cuestionarnos todo, lo que hacemos, cómo lo hacemos, quiénes lo hacemos... El cuestionamiento de todo».
La expulsión fue clave
Por su parte, Joseba Etxeberria, el entrenador del Athletic de Bilbao B, señaló que «hubo dos partidos: uno, hasta la expulsión, y otro después». El míster rojiblanco señaló que su equipo «estuvo bien con el balón y después la calidad del Racing, las dimensiones del campo propiciaron que el partido se pusiera difícil». Sin embargo, destacó «la solidaridad y compañerismo» de sus futbolistas que dieron «una lección de compromiso» al no dar por perdido el partido y lograr empatarlo con un futbolista menos. No tuvo ningún problema en aventurar que «si el partido hubiera acabado once contra once, no sé que hubiera pasado». Etxeberria mostró su confianza en su equipo y resaltó «el buen trabajo que se estaba haciendo en la primera parte hasta que llegó la expulsión, que tengo mis dudas de que realmente el balón le diera en la mano al portero».
El técnico señaló que «a los futbolistas del Racing tan solo les falta confianza y venían de una dinámica mala». No le sorprendió el esquema «porque contábamos con él. Vimos que Óscar Gil jugaría de lateral izquierdo y no sé que había pasado de no haber expulsión».
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