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Sergio herrero
Sábado, 14 de diciembre 2019
Lo de la última victoria del Racing lejos de los Campos de Sport va camino de convertirse en efeméride. Fue el 17 de marzo de este mismo año, a 127 kilómetros de La Romareda, por donde los más de 300 aficionados montañeses desplazados hasta Zaragoza pasaron ayer camino de un nuevo acompañamiento a su equipo. En Calahorra. También de vuelta, con el escozor de la derrota y el sonrojo encima. Recuerdos ya lejanos aquellos de La Planilla. Tampoco iba a ser esta noche labuena. El equipo cántabro mostró de nuevo su peor cara. La de impotencia e incapacidad manifiesta. Especialmente en una primera parte que fue como un duelo entre un equipo profesional y una selección de solteros y casados. La reacción posterior fue a todas luces insuficiente. Y el suelo se abre cada vez más y más bajo los pies de los racinguistas.
Nada nuevo en la alineación racinguista, más allá de la vuelta de Dani Toribio y Nuha al once y la obligada presencia de Nico Hidalgo ante la baja por lesión de Yoda. Sin el máximo goleador verdiblanco sobre el terreno de juego, el granadino debutaba como titular esta temporada y tenía una oportunidad pintiparada para demostrar si debe tener más protagonismo, aunque los trescuartistas están vendiendo caro el puesto. Tampoco la aprovechó, la verdad. Pero para sorpresa, en el banquillo. Barral siempre se toma un cafetuco sobre el terreno de juego antes de los encuentros. Últimamente solo en Santander, previo a subir a la grada. Sin embargo, ayer se bebió los tragos en el verde de La Romareda. El gaditano salió de la nevera.
Zaragoza
Ratón, Guitián, Soro, Puado (Javi Ros, min. 77), Guti, Eguaras, Nieto, Delmas, Kagawa (Lasure, min. 65), Luis Suárez (Linares, min. 87) y Enrique Clemente.
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Racing
Luca, Buñuel, Moi, Olaortua, Alexis, Sergio Ruiz, Dani Toribio (Barral, 58), Nico Hidalgo (Carmona, min. 58), Enzo Lombardo, Cejudo y Nuha (David Rodríguez, min. 70).
Equipo arbitral Principal, Pulido Santana (Canario); Asistente 1, Ortiz Pérez (Canario); Asistente 2, Arencibia Medina (Canario); Cuarto, Tárraga Lájara (Valenciano); VAR, Pérez Pallas (Gallego) y AVAR, García Aguilera (Castellano Leonés).
goles 1-0, min. 19: Luis Suárez. 2-0, min. 93:Javi Ros.
amonestaciones Amarilla a los locales Nieto y Luis Suárez y a los visitantes Dani Toribio, Olaortua, Barral y Alexis.
incidencias La Romareda. Más de 22.000 espectadores. Con césped en buen estado en una tarde fresca pero apacible.
Ayer en Zaragoza al Racing sólo le quedaba sorprender. Matar los pronósticos. Quebrar unas cuantas quinielas. Porque la esperanza de un triunfo cántabro en casa es poquita, pues imagínense lejos de Santander. Pero el inicio del encuentro fue lo previsto por cualquiera. Rondo local. Dominio absoluto. Ylos de Cristóbal Parralo corriendo detrás de la pelota y con posesiones no más allá de dos pases consecutivos. Así, complicado. Nieto lo intentó con un disparo lejano que Luca tuvo que despejar tras una estirada.
El disparo sirvió de despertador a los verdiblancos, que por fin quisieron hacerse amigos del balón. Poco, pero algo. Aunque sólo fuese por aquello de dignificar la estadística de posesión. Un centro de Cejudo desde la izquierda al que no llegó Nuha fue el primer acercamiento potable de los racinguistas.
No fue más que un brevísimo momento de lucidez. Víctor Fernández había estudiado las debilidades de la retaguardia rival y su Zaragoza no iba a tardar el Zaragoza en sacarle los colores al ya carente Racing de prácticamente todas las semanas. Así, desde marzo –ascenso mediante–. Un balón largo pilla a Olaortua mirando al tren pasar. Soro gana la espalda al vasco, recibe en el área y espera la llegada de Luis Suárez. El disparo del colombiano, duro, contó además con la colaboración de un Luca que esta vez no estuvo fino. Se le encogió la mano al francés para facilitar el tanto aragonés. 1-0. Ni rastro de la sorpresa. Un centro de Nieto que pasó por delante de las narices de los sedados Olaortua, Alexis y Moi y que si no fue gol fue porque ni el atacante se lo esperaba, fue la viva muestra de lo que es el Racing esta temporada. Frustración, incapacidad, tristeza, despropósito... Así que hay que estrenar documentales sobre el pasado ascenso entre semana para tratar de compensar al personal las penurias del finde. El año pasado sí. Este, no tiene pinta. Con alguna contada excepción individual, el choque de ayer parecía uno adelantado de la nueva Copa del Rey entre un equipo profesional y otro ultramodesto. El Zaragoza hacía lo que quería. El Racing era un camión lleno de impotencia. Soro conectó un taconazo y Luca atrapó la pelota. Llegó el descanso. Todavía quedaban 45 minutos de agonía... Porque a esas alturas ya nadie esperaba que el muerto resucitase. Después de veinte jornadas, las maniobras de reanimación son insuficientes. Es desesperante.
La única esperanza que le quedaba al Racing es que un exceso de confianza del Zaragoza le diese una oportunidad. Porque está científicamente demostrado que este equipo sólo supera a sus rivales cuando estos no están en su nivel. Y aunque el conjunto aragonés bajó revoluciones, no hizo muchas concesiones. Hubo que esperar hasta el minuto 56 para ver el primer tiro cántabro. Ni siquiera a puerta. El disparo de Enzo Lombardo tras una jugada de fe de Aitor Buñuel. Los locales respondieron con un nuevo zarpazo de Luis Suárez que Luca sacó con una mano.
Cristóbal decidió mover ficha. El técnico cordobés lleva poco más de un mes en Santander y ya hace tiempo que empieza a mostrar síntomas de desesperación. El entrenador verdiblanco retiró al amonestado Dani Toribio y a Nico Hidalgo y dio entrada en la banda derecha a otro lateral como Carmona –incluso por delante de Cayarga–. Buñuel pasó al extremo y Cejudo dejó la mediapunta para acompañar a Sergio Ruiz en el doble pivote. 4-4-2. Precisamente fue Carmona quien, con un centro muy cerrado, hizo intervenir por primera vez al meta Ratón. Con qué poco hay que conformarse.
Sin demasiada brillantez, al menos con los cambios el Racing protagonizó un pequeño ataque de amor propio. De dignidad. Lo que le llevó al menos a tener algo más de contacto con la pelota. Aunque la incapacidad siguiese siendo manifiesta. En el minuto 70, Cristóbal culminó las sustituciones retirando a Nuha y dando entrada a David Rodríguez. Barral sacó un tiro horrible tras robar una pelota en el área. El equipo cántabro rondaba, aunque sin mucho de donde sacar. El gaditano lo volvió intentar con el primer disparo a puerta de todo el encuentro. Minuto 74. El entrenador racinguista continuó aporreando teclas. Tiró a Barral a la banda izquierda y metió a Enzo Lombardo al centro. Dio igual.
El Racing no dio para más. Solamente para dejar en pobre un partido que iba camino de esperpento hasta el descanso. La desesperanza llega cuando uno se pone a pensar en la importante cantidad de trabajo que tiene el director deportivo, Chuti Molina, por delante y el escaso presupuesto con el que cuenta. Si en verano las cosas han salido así, con el mínimo margen de enero sólo una genialidad puede salvar a este equipo. Se empieza a abrir una grieta en la parte baja y al fondo no se ve nada. Sólo hay abismo. Por cierto, entretanto, cuando el choque ya moría, el Zaragoza hizo el segundo para aumentar un poco más el dolor racinguista. Una macabra anécdota.
Cristóbal se guía por un pragmatismo innegociable impropio de la impronta cordobesa de donde es originario y difícilmente reconocible en la Masía donde vivió algunos de sus mejores años como futbolista. Ni tan siquiera detectable en ese París romántico donde colgó las botas en pleno ... Parque de los Príncipes. Sin embargo, desde que llegó al Racing no le queda otra que refugiarse en lo preestablecido, hermético y sin sobresaltos. Ahora bien, las revoluciones se prepararan o no, según convenga.
Porque se puede llamar de otra manera si se desea, pero que el Racing juegue sin Yoda no deja de ser un acto altamente revolucionario de consecuencias incontrolables. Yoda es el maestro Jedi -permítase la licencia- sobre el que reside la fuerza del equipo. Con sus ocho goles, es como si Ernesto Valverde se quedara sin Messi en el Camp Nou.
Hasta ahora el Racing, salvo honrosas excepciones, siempre ha dependido de las 'diabluras' y el anarquismo del futbolista francés, a quien se le concede la amnistía defensiva a cambio de resolver con solvencia las tremendas carencias en ataque que tiene su equipo. Pues bien, hoy nada de eso. El Racing y Cristóbal se quedan sin su baluarte así que sólo le queda el llamado 'efecto sorpresa'. El conjunto racinguista saltará hoy a La Romareda con ganas de reinventarse porque será la primera ocasión que no pueda refugiarse en el virtuosismo de su pichichi. El Zaragoza, por tanto, no sabrá que le espera ni por dónde le plantará cara un Racing decidido a sorprender. No es para nada baladí el 'efecto sorpresa'; se trata de convertir lo imprevisible en rentable.
Existen mil ejemplos de sorprendentes puestas en escena en el mundo del espectáculo que pasaron de la más absoluta repulsa al mayor de los éxitos. En 1979 salió a la luz el álbum 'La leyenda del tiempo', donde Camarón de la Isla introdujo en el flamenco la guitarra eléctrica. Ojipláticos se quedaron los castizos. Hoy en día es considerada una obra maestra. Y qué decir del 'Bohemian Rhapsody' de Queen, aquel sencillo del que en 1975 se reían los productores musicales. Sorprendió tanto aquel segmento operístico en medio de la canción que escandalizó a los magnates de la música. Sin embargo, el efecto sorpresa catapultó al número uno de las listas la historia de un 'loco' Freddie Mercury impredecible. Por eso no hay que renunciar a que el Racing dé hoy una nota discordante en La Romareda y consiga su primera victoria a domicilio de la temporada. El sustituto para el solista de Annemasse, el tipo tranquilo a quien una fisura en el cúbito le dejará hoy en Santander, será Nico Hidalgo. El de Motril está llamado a ser el extremo derecho que necesita el Racing para incomodar a la defensa maña. No es sencilla la empresa que le toca, puesto que hasta la fecha nadie ha sido capaz de llegarle a la suela de los zapatos al francés. Pero por ahí comenzará el efecto sorpresa de los racinguistas.
Olaortua y Toribio, novedades
La de Yoda no será la única baja que Cristóbal tenga que hacer olvidar, también la de Jordi Figueras y la de Kitoko o Mario Ortiz, según se mire porque a última hora ya no estaba claro quien de los dos últimos era el titular. Para suplir al central repescará al sustituto oficial, Iñaki Olaortua. El vasco es lo que en el baloncesto llaman 'sexto hombre'; siempre preparado para cualquier eventualidad y en todo momento presto para ser el primero en salir cuando algo ocurre -en la defensa claro-.
Más de lo mismo
De la necesidad puede hacer virtud con este cambio el entrenador, ya que el rendimiento de Figueras tampoco está siendo notable y un descanso a tiempo puede valer su peso en oro. Con Olaortua, Cristóbal sabe que gana en contundencia y juego aéreo y, precisamente, al equipo le va a hacer falta ante un delantero como Luis Suárez, guerrero y de los que no rehuye el duelo. Si en la última jornada le tocó en suerte sustituir a Alexis, esta noche hará lo mismo con Figueras. Sus compañeros en los laterales serán Buñuel y Moi, uno por convencimiento y otro por eliminación. A Carmona se le acabó el crédito que le dieron sus dos buenas actuaciones en Lugo y ante el Extremadura y ha sido reo de la inercia, puesto que se ha ido al banco no por sus propios errores si no por el empuje del navarro tras su regreso internacional.
Nuha, el '9' otra vez
La tercera de las novedades, aunque ésta de sorpresa tiene más bien poco, es la vuelta de Toribio al centro del campo. El catalán es el efectivo que queda disponible tras la sanción de Mario Ortiz y la lesión de Kitoko, con permiso de Nkaka. No estaba tan claro quien de los dos primeros era el titular, ya que Mario, incuestionable desde que llegó en enero -ya ha llovido, por cierto- perdió su privilegiada condición ante el Fuenlabrada y Kitoko, que parece como los ojos del Guadiana, justo cuando se sintió otra vez en el once inicial se rompió. Por eso hoy, Sergio Ruiz, que convenció a Cristóbal Parralo, estrenará su tercer compañero de fatigas en apenas una semana.
Del resto no hay mucho más que decir, Lombardo y Cejudo incuestionables, y Nuha que vuelve a la delantera porque no hay nadie mejor que él. Y en este escenario, el míster avisa: «El que me conoce sabe que no hay otra cosa que me moleste más que encajar un gol a balón parado». Excesivo tributo. El grupo lleva ensayando toda la semana porque el Zaragoza «es uno de los mejores equipos de la categoría». La insistencia por la baja de Yoda durante esta semana desde que se descubrió la fisura del francés ha sido constante, así que Cristóbal recurrió a su pragmatismo en el discurso: «Con diez no vamos a salir, va a entrar otro compañero por él y punto. No quiero dar pistas al rival ni a nadie. Yo tenía claro que era difícil que estuviera y hemos trabajado pensando en que no iba a estar. Intentaremos ser lo más competitivos posible». Con estas palabras le dio rienda suelta al efecto sorpresa que hoy puede ser decisivo en La Romareda, donde tantas veces jugó el Racing duelos de esos que abrían periódicos. Donde un día más de 3.000 racinguistas comieron un cocido montañés, donde... Recuerdos.
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