Sorpresa, juega Pablo Torre
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con ganas ·
El canterano llegó directo de la concentración nacional y no quiso perderse el partido en MadridVeinte segundos y ya estaba Pablo Torre por los suelos. La falta que pitaría el árbitro sería sobre Fausto, pero los centrocampistas ya habían aprovechado para dejar claras al diez cántabro sus intenciones: tratamiento especial para intentar secarle, por las buenas o por las malas.
Con una pareja de baile principal, un tal Llerena, y respaldado por todo un coro: los otros dos centrales, el lateral y hasta el delantero centro, que aprovecharía los balones para acosarle, bordeando lo reglamentario.
El equipo arrancó en diésel: frío. Pero es que Torre estaba muy atrás; por eso, cuando empieza a girar sobre sí mismo, mareando a cuatro rivales, no se lleva una tarascada: tan lejos, y en campo propio, le dejan hacer. Hace más daño arriba, donde se marcará un pase de fantasía para dejar solo a Soko al borde del área.
Atento al más mínimo detalle, Torre corrige a los rivales cuando quieren ganar metros, pero al colegiado no le hace gracia, y le chista. Esta noche no va a ser su aliado. Al cuarto de hora, cae hacia la izquierda y busca la escuadra, pero un rival la desvía. Al saque de esquina le da tanta parábola que acaba rebotando en las manoplas del portero, y a punto está Satrustegui de inaugurar el marcador.
En el veinte, el central Juanra le derriba en el área, pero el balón está tan lejos que el árbitro, en lugar de pitar penalti, se conforma con una regañina al local. A renglón seguido, Llerena le arrolla en campo propio, cuando trataba de darse la vuelta para armar el contraataque. En la siguiente acción, entre los dos le placan al borde del área. Leña y más leña para frenar a Torre. Cuando se arma una pequeña tangana, el 10 va a reclamar: ¿qué hay de lo mío? Pero más de lo mismo: ni caso.
Pero, poco a poco, Pablo va encontrando su sitio y el Racing va avanzando posiciones hasta encerrar al rival en su campo. A la media hora, se inventa un regate fabuloso sobre la línea de fondo, al que Bustos no puede llegar.
Ya en la segunda parte, como si se hubiera conjurado para resolver el partido por la vía rápida, a la salida de un córner intentaría una jugada acrobática, con un par de sombreros incluidos. Su ímpetu es tal, que hasta comete alguna faltas, pero el partido va por otros derroteros. Su lamento, con los brazos caídos, sube al cielo madrileño.
Cansado pero contento
Cuando al fin le cae un balón, recorre treinta metros, hasta que Llerena le derriba junto al pico del área. Incómoda pareja de baile para una noche gélida. En el saque, buscará la escuadra, pero con el punto de mira demasiado alto.
Sorpresa en el primer cambio: esta vez no se va el 10. Tal vez, porque justo entonces cobra protagonismo: tapa el despeje del portero, baja a la media a pedirla, remata en la frontal un pase de Javi Vázquez, la pide con los brazos en alto y protesta cuando no le ven… Todocampismo en estado puro.
Sin embargo, su momento no acaba de llegar, y se va apagando poco a poco; incluso, cede a Javi Vázquez una falta en el semicírculo del área. Aunque siempre deja detalles, como el caño a Molina, que le castigará la tibia y se llevará una amarilla.
Después de especular toda la semana con una posible suplencia, Romo le aguantaría en el campo hasta el ochenta y uno. Para disgusto de la grada, que dedicaría al técnico una sonora pitada. Sin embargo, su sustituto, Sergio Marcos, serviría en bandeja a Cedric el gol de la victoria.
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