Un templo en ruina creciente
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El ascenso del Racing a Segunda saca de nuevo a relucir el deterioro de unos Campos de Sport que sobreviven a base de parchesSERGIO HERRERO
Lunes, 9 de mayo 2022, 07:10
Hace cinco años y dos meses, este mismo periodista en este mismo periódico realizó este mismo 'tour' por este mismo estadio. Y poco ha cambiado en un lustro. Entre parche y parche, más grietas, más óxido y más problemas, de estética y de seguridad. El templo racinguista está en un estado de ruina que amenaza convertirse en permanente. Cualquier día aparecen los de Hispania Nostra e incluyen los Campos de Sport en su Lista Roja del Patrimonio. Bromas aparte, la situación del recinto es preocupante y el ascenso a Segunda División no hace si no desnudar aún más las vergüenzas. Mientras tanto, el propietario del inmueble -el Ayuntamiento de Santander- y el inquilino -el Racing- siguen sin ponerse de acuerdo sobre quién debe arreglar qué. El uno por el otro, la casa sin arreglar.
Hace cinco años, el responsable de mantenimiento del club, Tomás Carrera, era como McGyver. Con una brida y una tabla de madera hacía milagros. Ahora no hay carencia de material para el día a día, pero el estado de algunas cosas en el estadio provoca que deba estar tapando agujeros en cualquier rincón. Hay quien se piensa que, como empleado del club, ve los partidos gratis. Pues no. Los pasa arreglando cosas o evitando problemas. A día de hoy, lo que más tiempo le roba es la estación de bombeo. Esa que abastece de agua a los baños del estadio. Unos aseos que tienen prácticamente el mismo aspecto que en 1988. Con el panel de control traído desde las Instalaciones Nando Yosu, se apaña para intentar que los aseos no se queden sin agua. Pero hay días, como el del choque contra el Celta B, en que es materialmente imposible. El sistema falla más que una escopeta de feria. Arriba, en Tribuna Central, un señor mosqueado porque la cisterna no funciona y abajo, al otro lado de la tubería, Tomás echando humo en busca de soluciones.
Según la Agencia Estatal de Meteorología, Santander es la octava ciudad española en la que más días llueve al año. 123,6. El Consistorio arregló las costillas de la estructura del estadio y también las planchas metálicas de la parte superior. Pero hay goteras y humedades que ya tienen nombre y hasta están empadronadas. El agua se filtra por las juntas entre el hormigón y el metal -especialmente en las curvas del recinto- y provocan molestias en los aficionados los días de mal tiempo, además de acelerar el deterioro del edificio. Esas goteras que, en los Campos de Sport, son como la muerte. Nadie se libra de ellas. Acechan al aficionado; al periodista en la zona de prensa y hasta a la gente VIP en los boxes del estadio. Si Godofredo pone un puestuco en los aledaños los días de lluvia, se hincha a vender.
120.000euros costaría, por ejemplo, sustituir todos los asientos de la tribuna oeste del estadio de El Sardinero.
El estado de los focos y las torres de iluminación son el último motivo de debate entre ambas partes, con Intervención siempre poniendo trabas a cualquier tipo de acción. El caso es que, si no hay una solución temprana, el Racing puede incluso quedarse sin participar en Segunda División tras lograr el éxito sobre el césped. La potencia no es suficiente para las exigencias que pone LaLiga. El ente dirigido por Javier Tebas ya bajó el listón para favorecer la presencia verdiblanca en Segunda en 2019. Ese comodín ya se ha gastado. Las televisiones mandan y estiman que en esas condiciones no se puede retransmitir con calidad. Pero no sólo eso. En El Sardinero, además de llover, el mar se encuentra a menos de 400 metros del estadio. Así que el óxido se lo come todo. Desde las torres hasta los soportes que sustentan los focos. Los de fuera y los del interior del recinto. Ya se ha caído alguno, por fortuna, cuando no había nadie por allí. Y los altavoces que componen la megafonía, pues parecido. El Ayuntamiento se comprometió a meterles mano, pero de momento...
34años cumplirán los Campos de Sport el próximo 20 de agosto. Se inauguraron en 1988, y algunas partes del estadio, como los vestuarios o los baños, están prácticamente como entonces.
Ha cambiado tanto la vida en los Campos de Sport que, expulsados los okupas del palco, aún quedan otros -menos dañinos, eso sí, aunque algo molestos- residiendo en el techo del estadio. Esas palomas que usan los asientos como retrete. Cuando el Racing estaba en Primera División, por allí volaba un halcón tres días a la semana. Hay clases y clases.
Como cada vez que se ha llenado el estadio -pandemia mediante- en los últimos años, el pasado domingo frente al Celta B, a Tomás le ha tocado hacer encaje de bolillos con los asientos disponibles para acercar el aforo a los 22.222 que dicen los datos oficiales. Al final, logró que el número total alcanzase los 21.645. No está mal, teniendo en cuenta el deterioro de una gran cantidad de ellos. Algunos no tienen respaldo. Otros no tienen donde posar el trasero. Y otros, sólo son una estructura de hierros. Al menos esta vez sí que estaban limpios.
El problema de los asientos también existe en La Gradona, pese a que las localidades colocadas datan del último ascenso a Segunda División, para cumplir con las exigencias de LaLiga. Pero ya hay bastantes rotos, que deberán ser repuestos -junto con los que se retiraron en la parte central de Preferencia Norte- de cara a la próxima temporada en el fútbol profesional.
Pero el principal peligro de La Gradona no son los asientos de plástico. Hay que ser valiente para pasar por debajo, por los pasillos interiores, mientras cientos de personas botan en la platea. Impresiona y asusta. Y más aún después de ver el lugar completamente desnudo. Sin aficionados. Hormigón que se desprende; varillas al aire; una tabluca como refuerzo...
A pesar de todo, el racinguismo está orgulloso de su templo. Y zonas que vivieron tiempos mejores se muestran a los visitantes al estadio. «Ahí se ha sentado Messi», le dicen a los chavales que pasan por el vestuario visitante. «Pobre Messi», pensarán ellos al ver un vestidor de un estadio profesional con decoración retro. 'Since 1988', como los baños. Para llegar allí deben pasar por unos pasillos con las paredes desconchadas y con un fuerte olor a humedad. Esa que en el último años ha causado daños también en la sala de calentamiento y entrenamiento interior del estadio.
El viernes, operarios del Ayuntamiento de Santander continuaban con los trabajos de saneamiento de las puertas metálicas de acceso al estadio. Lo mismo que casi todo lo anterior. Salir del paso y posponer una reforma integral. Como lo de las costillas, tan características de los Campos de Sport o las chapas metálicas que conforman la piel del edificio. También se arreglaron en su día las arquetas exteriores y el piso de los aledaños. Y es que desde fuera el estadio tiene una imagen digna, pero por dentro... Se ha conseguido evitar disgustos, pero mientras se tapan unos peligros aparecen otros nuevos.
El estadio verdiblanco cumplirá el próximo 20 de agosto 34 años. Sin embargo, pasa por una mala vejera. Desde su nacimiento se han hecho trabajos puntuales: habilitar la zona de oficinas, el levantamiento completo del terreno de juego, los parches para poder acoger los partidos de la Copa de la UEFA, la instalación de asientos en todas las zonas, el cumplimiento de las solicitudes de LaLiga en el anterior ascenso y las ya citadas actuaciones del Ayuntamiento. Casi siempre, a destiempo, porque los años de dejadez han causado estragos. Especialmente el año y medio con Ángel 'Harry' Lavín en la presidencia. Al estadio le cayeron veinte años de golpe.
El problema de todo es, como casi siempre, el dinero. Arreglar una cosa se puede. Pero en una instalación tan gigantesca, esa cosa se multiplica por cientos. O por miles. Por ejemplo, cambiar todos los asientos de la Tribuna del flanco oeste podría costar unos 120.000 euros. Un futbolista tirando a bueno de Primera RFEF.
La próxima semana se espera la visita de un emisario de LaLiga. A ver qué pasa, pero de ahí saldrán numerosas deficiencias a subsanar. Algunas de ellas innegociables para no tirar el ascenso a la basura. Mientras tanto, el casero intenta gastar lo mínimo y el inquilino, que tampoco anda muy boyante, no está dispuesto a hacer dispendios en una casa que ni siquiera es suya. Y con esta canción, los Campos de Sport se caen a pedazos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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