Tetuán, el interruptor de los partidos

Un poco más allá la Bodegas San Fermín y El Gallinero también tienen clientela de sobra. A la izquierda, junto a las estrellas del paseo de la fama, o más bien encima, lucen dos enormes cazuelas donde un par de cocineros se afanan en revolver el guiso. Huele que alimenta desde el Alto de Miranda y Puertochico. «Como tiene que estar eso», se escucha a un par de madrugadores que han llegado a la fiesta para abrir las puertas. Marmita al precio de tres euros. «Y el blanco que no falte», añade Tino, «Tinín, mejor», se apresura en corregir a quien toma nota. Playeras, bermudas y... Camiseta el Racing. «Me la pongo todos los domingos. Y más cuando hay juerga», explica este vecino de Tetuán que está esperando a que empiece el lío, pero ya con la copita en la mano. A la espalda el 21 y en la parte superior se puede leer: Benayoun. Está claro que le ha salido buena la camiseta.

Por la otra punta, donde saluda al visitante la sardinera en bronce, comienzan a entrar aficionados, familias con carricoches con la capota envuelta en una bandera verdiblanca, alguna mascota con traje a rayas verdes... Son las 14.30 horas la zona acotada por el Ayuntamiento está medio llena. El Bar Tino, La Flor de Tetúan, el Doctor Chicken, El Marucho... Más allá La Mulata recibe a los que vienen de Puertochico. «Aquí todos trabajamos juntos. Esto es bueno para todos», indica Jaime Ruigómez, el presidente de la Asociación de Hostelería del barrio que ha puesto a sus hijos el delantal blanco y el gorro y a funcionar.

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Ellos son los camareros improvisados de esta comida ambulante que está en marcha. Y al poco comienza a sonar de fondo la música de Dj Jonyv&Pvllazan. Un grupo de racinguistas sentados en un banco con el plato y la cerveza, otros en las escaleras. Unos un poco más allá en una tapia. El parque está lleno. Los vecinos disfrutan de la estampa. «Así da gusto. Y no ha habido nunca un disgusto», señala uno de casa. El propietario sabe lo que toma y le llama por su nombre, así que este es de casa. Y es que en Tetuán, este sábado, como todas y cada una de las fiestas que se han organizado desde que en 2017 las estrellas de Manolo Preciado y Nando Yosu sirvieran de excusa para montar el campamento, los vecinos acogen a los racinguistas sin que nadie vigile el carné de identidad. Mezcla.

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El plato de marmita y la cerveza pasean por la plaza, mientras que el que toma el café se sienta en las terrazas. No eran las 16.00 horas cuando entre la plebe se mezcló la zona noble de El Sardinero. La directiva al completo se bajó al 'prao' para compartir con los suyos lo que realmente significa ser racinguista. Manolo Higuera y Sebastián Ceria encabezan el séquito de la directiva verdiblanca que también se apunta a la cerveza en vaso de plástico. Llegan comidos, así que la marmita solo se asoman a comprobar que cada vez queda menos.

A Ceria le recuerda aquellas tardes de fútbol, como buen porteño, donde la horas previas son mágicas. El miedo, la incertidumbre y el sentimiento de pertenencia se entremezclan para impregnar la estampa. En Tetuán hay gente, no menos de 600 amigos, quizás menos que otras veces, quizás porque el sol de atardecer se ha llevado a algún despistado a disfrutar del sábado a otra parte. Suena la música y el ambiente invita a estar a gusto. No hay duda. Por unas horas, Tetuán es el único lugar de Santander por donde no pasan coches. El Ayuntamiento ha cerrado la zona para que se disfrute sin problema. Todos están en el mismo barco.