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Diego Ceballos se entrega en la disputa del balón en un lance del partido ayer en Zubieta. óscar alonso
Cuando hasta los tópicos fallan
LA CONTRACRÓNICA

Cuando hasta los tópicos fallan

Más de lo mismo. A Solabarrieta le duró cinco minutos su plan el día de su debut. Xabi Alonso le ganó la jugada en los banquillos

Lunes, 4 de enero 2021, 07:04

Sea por la sabiduría popular que encierran, o por la comodidad de no tener que pensar demasiado, nos encantan los tópicos. Las fórmulas manidas, las frases hechas y hasta los refranes. Por ejemplo, aquel que asegura que «a entrenador nuevo, victoria segura». Sin embargo, no son verdades absolutas, aunque lo parezcan.

Algo así debía de esperar Aritz Solabarrieta: un equipo hipermotivado, con los jugadores compitiendo para lucirse ante el nuevo míster y ganarse el puesto. Incluso, pensaría en algún otro tópico más adecuado para estas fechas: «Año nuevo, vida nueva». Sólo así se explica que decidiera dejar sentado a su jugador más en forma, un Cejudo que lijó banquillo toda la primera parte. O que apostara por una defensa lenta, precisamente contra el rival con más movilidad y mordiente en ataque de todo el grupo. La experiencia previa apuntaba que, hasta la llegada de Matic, Rozada no había encontrado su zaga idónea, y que incluso con el gigante era más práctico defender por acumulación. Pero parece que no sirve de nada escarmentar en cabeza ajena.

En apenas dos minutos, el Sanse ya empezó a llegar con peligro. Mal asunto querer disputar el balón a una banda de virtuosos, y peor aún entrar en la trampa de presionar los saques en corto: el Racing empezó a estirarse, y los enormes vacíos entre líneas se convirtieron en autopistas para los realistas. En cinco minutos, una verbena: fallos en cadena en las dos áreas, todos los duelos individuales perdidos y los verdiblancos -ayer, rojinegros- persiguiendo sombras. Y gracias, porque si no es por Iván Crespo, la sangría podría haber sido aún más escandalosa. Enfrente, los blanquiazules parecían tener muy claro qué hacer: buscar continuamente la espalda de la defensa y aprovechar los espacios entre líneas, presionando hasta la asfixia al mediocampo racinguista. Bastó con tapar a Pablo Torre para que se apagaran las luces en la zona de creación. Sobre todo, porque arriba Cedric y Balboa no llegaban a entenderse.

El técnico organizó tras el descanso la 'operación rescate': Villapalos, Cejudo Jon Ander y Mantilla

¿Qué hacer en una situación semejante? La respuesta hay que buscarla en el ADN de cada entrenador; Rozada, en situaciones parecidas, apostaba por la reorganización defensiva, y crecer desde la defensa, como contra el Portugalete; bien es verdad que sin demasiado éxito. Solabarrieta sería ayer más osado, apostando por la presión alta. Con los dos centrales blanquiazules sobre la línea del área chica, la fortuna sonrió a los valientes: hasta en dos ocasiones, los Reyes Magos llegarían anticipadamente a Zubieta. Sólo que por partida doble; si los defensas y el portero acabaron entregando el balón a los racinguistas en errores muy groseros -el riesgo evidente de esos saques tan en corto-, los atacantes les devolverían el favor con dos fallos clamorosos. Como si no supieran qué hacer con el balón, lo que podía haber sido un partido de ida y vuelta, un intercambio de golpes, se convirtió en un monólogo, con un Sanse cómodo jugando a la contra y administrando una escandalosa ventaja de tres goles en el marcador. Cuanto más se desgañitaba el míster visitante desde la banda, más se desdibujaba su equipo. Seguro que empezó a tomar notas en su agenda mental: para enero, pedir un Robert Navarro. O su puntería, al menos. Con su equipo 'toreado' por las triangulaciones locales -de haberse permitido espectadores, podrían haber sonado muchos 'olés'-, un resorte parecía mantener al nuevo entrenador en pie, sobre el área técnica. Como si el banquillo quemara.

Cambios

A grandes males, grandes remedios, debió de pensar Solabarrieta, que planteó una pequeña revolución para la reanudación. Un comando de élite para afrontar la 'Operación Rescate': Villapalos, Cejudo, Jon Ander y Mantilla. Tocar todas las líneas y cambiar el dibujo funcionó: el Racing fue otro... durante cinco minutos. Lo que tardó el Sanse en contrarrestar el gol tempranero de Cedric y volver a poner las cosas en su sitio. Ni siquiera el buen hacer de Cejudo -que volvió a reivindicar que su presencia en el once titular es imprescindible- o el esfuerzo generosísimo de un Jon Ander que no se rinde nunca -aunque ayer no viera puerta en ningún momento- pudieron salvar los muebles en uno de los peores debuts que se recuerdan en el banquillo racinguista.

¿Qué estaba fallando? Ni a balón parado ni la segunda línea ni las incorporaciones de coraje de Ceballos, Gil o Figueras lograban cambiar el signo del partido. Y no sería por falta de entrega: hasta una amarilla se llevó un Cejudo pasado de revoluciones. La cabeza de Solabarrieta debía ser todo un hervidero; tras la recepción más bien fría del racinguismo -su llegada no encendió pasiones, precisamente-, es probable que empezaran a circular por su cabeza todos los lugares comunes del técnico ante el micrófono: la unidad, el trabajo colectivo, seguir adelante... Qué útiles los tópicos en esto del fútbol, donde cada gremio tiene su librillo, un pequeño cajón de sastre del que tirar cuando pintan bastos. Aunque hubiera sido todavía más práctico otro invento, el del vídeo, para analizar los anteriores enfrentamientos contra una Real Sociedad B que sí parecía haber hecho los deberes: desde el primer momento, Xabi Alonso había ganado la partida de los banquillos. Y eso que su defensa volvió a conceder demasiadas ocasiones, el mismo lastre de toda la temporada y que le ha impedido acceder al liderato de grupo. Solabarrieta no supo hacer que sus hombres aprovecharan esa ventaja; peor aún: dilapidó el trabajo en defensa iniciado por su predecesor.

Mientras el equipo hacía aguas, el míster se vio en esa clásica tesitura del entrenador que mira al banquillo y se pregunta: «Y ahora, ¿a quién saco?». De nuevo, una decisión de carácter: el último cambio, con casi media hora por delante, sería para un canterano, Camus. Aún así, serviría de poco más que declaración de intenciones, porque el Racing ya no lograría salir de su espiral autodestructiva.

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