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Tras la estela de los grandes
Goleador del Racing

Tras la estela de los grandes

Peque aspira a emular a Abel, Santillana y Estebaranz, Pichichis en Segunda, y a Salva, en Primera

Aser Falagán

Santander

Viernes, 22 de marzo 2024, 07:46

El fútbol es gol. Por eso el Racing llevaba unos cuantos años buscando un futbolista que le hiciera desequilibrante en el área. No lo tenía desde la primera temporada de Dani Aquino, y aquello era Segunda B, y desde mucho antes en la élite. Así lo demostraban las pobres estadísticas goleadoras de los cántabros, incluso en su peregrinar por la tercera categoría. Este curso las cosas han cambiado. No solo con un Juan Carlos Arana que suma ya nueve dianas y está en condiciones de terminar con muchas más, sino sobre todo con Peque. El catalán, mediapunta y lanzador de penaltis, suma ya quince, es el segundo máximo anotador de la categoría a tres tantos de Braithwaite y tiene además contrato en vigor con los verdiblancos hasta 2025.

Al igual que JAL se destapó hace un mes hablando de luchar por el ascenso, Peque lo hizo tras el partido del Oviedo pensando en el Trofeo Pichichi. Nada que le obsesiones, pero una opción, aunque compleja, tangible. Sus ocho goles de jugada y siete de penalti así lo certifican. Goles que le sirven al Racing para seguir haciendo la goma en esa carrera que protagonizar por terminar entre los seis primero y entrar así en la fase de ascenso de Primera División.

De conseguirlo, Peque será el cuarto futbolista del club en ganar el Pichichi de Segunda División, a los que hay que sumar el que consiguió Salva Ballesta en Primera en la temporada 99-00. Un póquer de delanteros centro históricos a los que acompaña en cierto modo Pepe Saras, icono del Racing de postguerra que en 1944 fue con 29 tantos el máximo goleador de Tercera División, que entonces era precisamente eso: la tercera categoría del fútbol español y no la quinta, como en la actualidad. Pero la competición tenía entonces ocho grupos, no todos se enfrentaban a los mismos rivales y no se entregó trofeo al mejor artillero.

En el fútbol profesional, cuatro históricos no solo del Racing, sino del fútbol español, marcaron el camino del catalán , aspirante a una nómina excelsa con un clásico del fútbol modesto y tres delanteros gigantes (no en el tamaño) que vistieron la Roja y no solo triunfaron en Santander.

Los cuatro pichichis del Racing en el fútbol profesional

  1. Abel Fernández Temporada 63-64 (Segunda)

    Una vez con el Racing y otras dos con el Celta, también en Segunda

26 goles

en 30 partidos en una época sin cambios y dos de penalti, a una media de uno cada 103 minutos.

Histórico del Racing y del Celta, comenzó a jugar en un equipo de amigos: el Rayo Extremadura de su Madrid natal. Sin cumplir los 19 años firmó en 1958 por la Gimnástica Segoviana y al año siguiente el Racing le reclutó para el Rayo Cantabria. En la temporada 60-61 debutó con el primer equipo, fue un año cedido al Ourense y regresó en 1962 para ser trea años consecutivos el máximo goleador verdiblancos, siempre en Segunda. Se proclamó Pichichi de la categoría de plata en 1964 y al terminar su contrato se compromoetí con el Celta, donde jugó cinco años. Como celeste ganó otros dos Pichichis de la segunda categoría y llegó a jugar un curso en Primera. Todavía es a día de hoy el tercer máximo goleador histórico de Segunda División desde que se fundó la competición en 1929.

  1. Carlos Santillana Temporada 70-71 (Segunda)

    Un histórico del Real Madrid y de la Roja

16 goles

en 35 partidos, 34 como titular, todos ellos de jugada, a una media de uno cada 192 minutos.

En 1978 el Racing fichó a un jovencísimo delantero que destacaba en el Barreda. Se llamaba Carlos Alonso, pero le conocían por el nombre de su pueblo: Santillana. Manuel Fernández Mora le hizo debutar desde el banquillo en la segunda jornada, a la tercera ya fue titular y no abandonó el puesto para terminar de paso como máximo goleador de Segunda División con 16 goles, los mismos que marcó Cuesta con el Córdoba. A final de temporada el Racing, presidido por Valentín Valle, le traspasó al Real Madrid junto a otro delantero, Aguilar, y el portero, Corral, en una operación que permitió sanear toda la deuda del club, que quince años antes había comprado los Campos de Sport. Marcó una época como madridista y en la selección española.

  1. Quique Estebaranz Temporada 88-89 (Segunda)

    Goleador de un equipo que se quedó con ganas de ascender

23 goles

en 32 partidos, 31 como titular y siete de penalti, a una media de uno cada 107 minutos.

Dejó huella en una sola temporada. Fichó procedente del Atlético Madrileño en verano de 1988, sin haber cumplido aún los 23 años, por recomendación de Armando Ufarte. Firmó por tres años y se destapó como goleador nada más llegar. Pese a permanecer mes y medio de baja por lesión se proclamó Pichichi de Segunda en un Racing armado para buscar el ascenso y que finalmente terminó sexto, a seis puntos de los dos puestos de promoción (entonces dos eliminatorias directas ante el 17º y 18ª de Primera División) en una época en que la victoria se premiaba aún con dos puntos. Varios equipos se interesaron por él, pero ante la cantidad que solicitaba el Racing por derechos de retención no fue hasta finales de verano cuando fue traspasado al Tenerife. Después llegó a ser internacional absoluto con España.

  1. Salva Ballesta Temporada 99-00 (Primera)

    El único Pichichi del Racing en Primera División

27 goles

en 36 partidos, todos ellos como titular y once de penalti, a una media de uno cada 112 minutos.

Jugó en el Racing entre 1998 y 2000 y su caso es muy llamativo.Llegado en verano del 98, debía hacerlo en una operación conjunta con Tsartas, estrella de un Sevilla que acababa descender, pero tras la espantada del griego solo se contrató al andaluz. Se lesionó y permaneció más de media temporada inactivo para reaparecer en la recta final del curso 98-99, en el que marcó dos goles. Al año siguiente, justo antes de empezar la Liga, llegó Rushfedt, entonces el fichaje más caro de la historia verdiblanca, pero su periodo de adaptación y modesto rendimiento obligaron a tirar de Salva, que formó sociedad con Munitis, se consolidó como titular, se convirtió en el único Pichichi de Primera de la historia del Racing, debutó con la selección absoluta vistiendo de verdiblanco y fue traspasado al Atlético de Madrid en verano de 2000 por 1.600 millones de pesetas.

Abel abrió el camino en los años sesenta, en un equipo recién descendido que en los años sesenta iba a pasar la que entonces era la mayor época de su historia lejos de la máxima categoría. Tres años en el primer equipo y todos ellos terminó como máximo goleador verdiblanco. Después siguió haciendo lo propio en el Celta: cuatro años de celeste con otros dos Pichichis para debutar en Primera en su última temporada.

Le tomó el relevo en 171 un mito del fútbol español: Carlos Alonso Santillana, que comenzó a golear en los Campos de Sport antes de convertirse en eterno delantero del Real Madrid y la selección española. Solo una temporada duró en Santander: al Racing los goleadores o le salen rana o le duran poco, persa de equipos más poderosos. Es el sino de los modestos.

También un solo curso estuvo Quique Estebaranz en Cantabria. Precisamente el del estreno en 1988 del que entonces se denominó brevemente Nuevo Sardinero, aunque el nombre oficial del estadio fue desde el primer día el de su antecesor. Un equipo armado para buscar sin estridencias el ascenso estuvo en la parte alta en parte gracias a los goles del madrileño, y quien sabe si, de no haber permanecido lesionado mes y medio, algún tanto más podría haberle aupado más allá del sexto puesto en el que terminó. Traspasado altenerife, fue uno de los protagonistas de aquellas dos Ligas que el Real Madrid perdió en la isla y en 1993, tras terminar contrato y debutar con España, se comprometió con el Barça.

El último Pichichi verdiblanco es también el de más lustre: Salva Ballesta, porque lo fue en Primera División. En un equipo muy ofensivo y arropado –y asistido– por Pedro Munitis, Javier Manjarin y Emilio Amavisca marcó 27 goles en Liga con el Racing, una cifra estratosférica para un equipo modesto. Once de ellos fueron de penalti, pero también esos goles hay que marcarlos, al margen de que alguna pena máxima se la hicieran a él mismo o fuera colaborador necesario en la jugada.

La historia se repitió y a final de curso el Racing, con un fuerte déficit, lo puso en el mercado. Ni siquiera trató de retenerle, como no lo hizo tampoco con Pedro Munitis. El del Barrio Pesquero fue traspasado al Real Madrid por 2.300 millones de pesetas (13,8 millones de euros de la época) y el andaluz, por 1.900 (1,14 millones de euros) a un Atlético de Madrid que acababa de descender a Segunda y le quería como delantero de su proyecto de reconstrucción.

Ni reinvirtió el club los beneficios por la venta de sus dos jugadores franquicia y pagó un precio mucho más caro: el descenso a Segunda a la temporada siguiente. Salva fue el último Pichichi del Racing en la última temporada del siglo XX, como ahora Peque aspira a covertirse en el primero del XXI en lo que es otros síntoma de recuperación del club tras la que probablemente sea la peor década de su historia.

Falta por comprobar, más allá de que se lleve el trofeo, si la historia de traspasos de goleadores se repite. De momento el catalán tiene contrato en vigor para la próxima temporada, pero si no renueva el Racing puede verse obligado a vender. En caso contrario empezaría el próximo curso a punto de convertirse en agente libre, incluso autorizado para comprometerse con otro equipo a partir del 1 de enero de 2025. Claro que disfrutar otro año más de Peque tampoco es un mal plan.

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