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Los trece primeros ascensos...
Los catorce ascensos del Racing

Los trece primeros ascensos...

Constituyen, junto a Europa y las semifinales de Copa, las alegrías más intensas del racinguismo

Domingo, 16 de junio 2019, 16:36

El racinguismo, ese sentimiento colectivo en torno a la identificación y apoyo al Racing, que como casi todos los clubes son algo más que un club, tiene en su haber una colección de éxitos que desde antaño se han grabado en la emoción de varias generaciones de cántabros. No son títulos ni campeonatos cuya carencia ha acostumbrado incluso a los hinchas más exigentes. Ubicados en la incertidumbre de lo indefinido, y siempre aspirando a un escalón superior o a permanecer en el estatus más elevado de la Liga, el Racing cuenta como los triunfos más importantes de su historial deportivo la victoria en la fase de clasificación de la fundación de la Liga en Primera División y catorce ascensos de categoría que, como el de Son Malrefit, han enloquecido el ánimo de miles de personas capaces de contagiar la alegría y la autoestima a una ciudad y a una comunidad autónoma.

Son quince fechas, catorce más una, que un racinguista tendría que recordar con la misma frescura que la tabla de multiplicar, la relación de las preposiciones o, sin ir más lejos, la alineación de aquel famoso equipo de los bigotes que dirigía Maguregui. Son quince años, catorce más uno, que el siglo XX y XXI tendría que marcar en verde y blanco para resaltar los momentos de gloria del Real Racing Club. Son 1929, el uno, y los catorce ascensos que se produjeron en 1944, 1948, 1950, 1960, 1970, 1973, 1975, 1981, 1984, 1991, 1993, 2002, 2014 y 2019. De ellos ocho son ascensos a Primera y seis a Segunda.

La fase de clasificación de 1929 para formar parte de la primera Liga en la máxima categoría no debe considerarse un ascenso, aunque fue el Racing el único de los diez equipos que se ganó el derecho a entrar en el grupo de privilegiados a base de sudar la camiseta y de salir victorioso entre las eliminatorias con aspirantes de la talla del Betis, Alavés, Iberia de Zaragoza, Oviedo, Valencia, Celta de Vigo, Sporting de Gijón, Deportivo de La Coruña y Sevilla. Aunque haya quien así lo considere y caigamos en la tentación de simplificar el repaso de este tipo de procesos, no fue una fase de ascenso a una categoría porque simplemente ni esa categoría, ni la inmediatamente inferior desde la que supuestamente se ascendía, estaban constituidas, siendo precisamente esa fase el último requisito para formarlas. A partir del campeonato liguero de 1929 (para entendernos sería la temporada 1928-29 aunque ninguno de los partidos se disputó en 1928) es cuando podemos hablar de ascensos y descensos.

Cualquier ascenso tiene como requisito impactante y desmoralizador el hecho de haber descendido de categoría, algo que suele ser más o menos traumático entre los seguidores del club. El primer ascenso del Racing llegaría después de dos duros descensos de categoría, tras una desoladora época de posguerra que tuvo como desgracia añadida el incendio de Santander del 41. El doble descenso a Tercera del Racing fue una especie de síntoma de la realidad social de Cantabria en aquellos tiempos y se tomó con la resignación que obligaban las circunstancias, aunque con el orgullo, al menos, de recuperar 'ipso facto' la Segunda División en las dos temporadas en las que se mantuvo en la ínfima tercera categoría. Así surgieron los ascensos de 1944 y 1948, de la mano de los técnicos Manuel López 'Travieso' y Patrick O'Connell, respectivamente, con un Racing que aún conservaba el orgullo de grande y que prácticamente arrasó a sus competidores con los goles de Saras, Retamar, Moro y Pin.

La sociedad cántabra, igual que la española, se iba recuperando del traumatismo que supuso la guerra y la posguerra. El proceso de recuperación y de bonanza económica impulsó en Santander a un grupo de empresarios, liderado por el hostelero Manuel San Martín, a apostar por el regreso a la Primera División. Se recurrió a la política de fichajes y el acierto fue pleno. No era un tópico. El equipo jugaba como los ángeles y avasallaba en el campo. Entre los ángeles había un demonio con el balón, Rafael Alsúa, la gran figura. Con él se ganó todos los partidos de la primera vuelta menos uno, con una racha de trece victorias consecutivas. Quedó campeón de su grupo con una ventaja de siete puntos sobre el segundo, el Lérida, y en la fase final volvió a repetir su superioridad proclamándose campeón de la Segunda División. ¿Qué racinguista de nobleza no ha oído hablar de la alineación mágica compuesta por Ortega; Lorín, Amorebieta, Ruiz; Herrero, Mathiesen; Nemes, Joseíto, Mariano, Alsúa y Echeveste? Fue el regreso del Racing campeón, el primer regreso a esa Primera División que ayudó a fundar, el primer ascenso a la máxima categoría que recuperaría la fama futbolística de La Montaña.

Si los fichajes fueron los protagonistas del ascenso de 1950, diez años después, el Racing ya había asimilado la importancia de la cantera para solidificar su potencial deportivo. Contaba con un filial, el Rayo Cantabria, que ya había dado muestras de su riqueza con futbolistas como Paco Gento y Marquitos. Gracias a esa cantera, el Racing pudo armar en 1960 un equipo con chavales de mucha calidad con los que ascendió a Primera, como los extremos Zaballa y Nando Yosu, el central Paco Santamaría, el centrocampista Joaquín Pardo y otro joven que se incorporaría a finales de la temporada, Vicente Miera. El entrenador, Louis Hon, supo combinar a estos jóvenes con los fichajes, la mayor parte provenientes del Barcelona, como Pallás, Sampedro o Florit.

Sin embargo los fichajes volaban demasiado pronto a equipos de campanillas y la crisis deportiva volvió a atizar a los racinguistas llevándolos a la indeseable Tercera División donde se aterrizó en 1968, con la desgracia de no poder subir de categoría en la temporada 1968-69 por culpa del potencial del filial del Athletic Club que ensombreció las aspiraciones de los cántabros. Y con muchísima emoción en una fase de ascenso igualadísima, con segundas oportunidades y desempates, el Racing logró el ascenso a Segunda en 1970, cuando Aguilar, el joven extremo que poco después se iría al Real Madrid, marcó el único gol del partido contra el Ilicitano en el Bernabéu.

Dos ascensos en tres años

El presidente racinguista, Valentín Valle, fue el artífice de aquella heroicidad. Consiguió el ascenso a Segunda con Manuel Fernández Mora como técnico y tuvo el acierto de localizar a un entrenador que sería histórico para el Racing, José María Maguregui, para guiar al club a un nuevo regreso a Primera División. El técnico vizcaíno se hizo cargo del club en la temporada 1972-73 y a sus jugadores les salieron bigotes. Se llenaron de una personalidad defensiva en torno a la portería defendida por Santamaría y lanzaron el reto de dejarse bigotes hasta que alguien les derrotara. Once jornadas duró aquella campaña de márketing que hoy aún se recuerda con la musiquilla de su alineación: Santamaría, De la Fuente, Chinchón, Espíldora, Sistiaga, García, Martín, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Arrieta.

Con Maguregui, y el aporte creativo del veterano Armando Ufarte en la delantera, también se consiguió el ascenso a Primera en 1975, y con Fernández Mora de nuevo en el banquillo, el Racing hizo valer la riqueza de sus jugadores en 1981 con otro ascenso a Primera a base de una plantilla que contaba con 18 jugadores cántabros, cuyos nombres merecen estar escritos en cualquier resumen de éxitos racinguistas: Alba, Moncaleán, Sañudo, Villita, Preciado, Ruisánchez, Mantilla, Chiri, Ruisoto, Manolo Díaz, Piru, Quique, Juan Carlos, López, Javi Díaz, Herrero, Víctor Diego y Mazón. La excelente cantera de aquellos tiempos se prolongaría con el ascenso a Primera de 1984, de nuevo con José María Maguregui como entrenador, y con el islandés Magnus Bergs como incorporación que contribuyó decisivamente al objetivo.

Pero el fútbol es a veces tan cruel como caprichoso. El 75 aniversario del Racing se celebró en 1988 con la inauguración de un campo municipal que acabó con la etapa de los viejos Campos de Sport. Y cuando todo parecía apuntar a un nuevo regreso a la máxima categoría, sobrevino la hecatombe del descenso a Segunda B de 1990, una triste categoría para un club como el Racing y un campo como el del nuevo Sardinero. Pero el gol en propia puerta en el último minuto del último partido de la fase de ascenso, tras el saque de esquina de Pedraza en el campo de Las Margaritas de Getafe, cambiaría la historia. Aquel gol abrió las puertas de una nueva etapa. Desde la Segunda División, con la vista puesta en el fútbol de las sociedades anónimas, el proyecto del ascenso a Primera con el apoyo de las instituciones se hizo realidad con el equipo del 93, con Quique Setién como capitán y jugador de referencia. El último partido de la promoción contra el Español seguirá siendo el récord de asistencia al estadio.

La nueva etapa marcaría una de las permanencias del Racing en Primera más importantes de su historia, hasta que el sucio asunto de los pasaportes falsos del partido contra Las Palmas envició la tabla clasificatoria. La denegación de los recursos racinguistas contribuyeron al descenso de categoría en 2001, algo que el tándem de Quique Setién y Nando Yosu pudieron resolver favorablemente guiando al equipo de nuevo a Primera División. La llegada de Dmitri Peterman abortó una de las esperanzas deportivas más firmes que el Racing supo planificar, con Quique en la dirección técnica y Manolo Preciado como entrenador. Años después, los triunfos de Marcelino con la clasificación de la UEFA y la presencia en la semifinal en la Copa del Rey en 2008, no dejarían ver el desorden y la falta de honestidad de unos directivos que finalmente decidieron esquilmar al club y conducirle de nuevo a Segunda B. El ascenso a Segunda División de 2014, con el Racing del plante ante la Real y en defensa de la dignidad, fue un balón de oxígeno para un club agonizante. Y el ascenso de 2019, tras la entrada del grupo Pitma y el equilibrio de cuentas con Hacienda, ha abierto una nueva etapa llena de esperanza para hacer realidad un nuevo ascenso a Primera División.

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