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«¡Tenemos que estar a tope noventa minutos! ¡Noventa minutos!», gritó José Alberto a sus futbolistas en un momento de la sesión matinal de ayer en las Instalaciones Nando Yosu. No fue un día cualquiera en la oficina de La Albericia. Había más ceños fruncidos ... de lo habitual. La derrota frente al Burgos ha escocido en el vestuario y la bronca del míster ha calado. Así, el Racing completó un entrenamiento intenso. Probablemente, el más intenso de la temporada. El paupérrimo partido de El Plantío puede pasar facturas y nadie se quiere quedar fuera del once.
La primera sesión tras la jornada de descanso siempre empieza más tarde de lo habitual. Repaso a los errores. Vídeo. Pasadas las 12.30 horas, la plantilla salta a un terreno de juego donde José Alberto y su cuerpo técnico ya han preparado el materal. Faltan los lesionados Jordi Mboula, Marco Sangalli y Pablo Bobadilla. Y también Matheus Aiás. Participaron, además de Yeray y Mario García, sus compañeros en el filial Dalisson y Diego Campo.
Desde el primer momento, el técnico asturiano metió a su equipo en vereda. Los futbolistas respondieron con la actitud adecuada. Primero, mientras trabajaban la presión. José Alberto no quiere distancias más largas de lo necesario entre líneas ni desajustes por faltas de concentración. Todos a una.
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Luego, en los partidillos, si alguno bajaba un ápice de intensidad, se quedaba rezagado. No se negociaron los balones divididos. Incluso hubo unos cuantos magullados, como Diego Campo tras chocar con Juergen Elitim o Peque, tras otro lance de la sesión.
Ahí, José Alberto empezó con las probaturas. La más evidente, que Juergen Elitim se ejercitó durante toda la mañana como una especie de mediapunta. Por delante del doble pivote. Un puesto en el que ya jugó con Guillermo Fernández Romo y el experimento resultó un fracaso. Pero si el entrenador asturiano y su staff han multiplicado de forma exponencial el rendimiento de Jordi Mboula con unos matices, habrá que confiar en que puedan hacer lo mismo con el colombiano. Ni Pombo ni Íñigo Vicente tocaron ayer esa posición. Ambos, el aragonés y el vasco, trabajaron por la izquierda, y teniendo en cuenta la jerarquía del futbolista de Derio en esa posición, tiene pinta de que Pombo se puede quedar en el banquillo esta semana.
A falta de Marco Sangalli, por la derecha entró un nuevo actor al casting de aspirantes para sustituir a Mboula: Arturo Molina. El murciano parece disputarse, a día de hoy, la plaza con el canterano Yeray, porque Unai Medina estuvo siempre como lateral derecho y la posterior retirada de Dani Fernández, mediada la sesión, coloca al bilbaíno más cerca de la titularidad.
Volverá Rubén Alves, junto a Germán Sánchez, al centro de la zaga. Y habrá que ver si el míster se arranca con alguna decisión en un lateral derecho donde Saúl García no anda fino hace tiempo y una delantera con un Roko Baturina que ha pasado su período de efervescencia y suma ya nueve partidos con un solo gol. Satrústegui y Mario García están al acecho en el carril izquierdo de la zaga. A la espera de ver qué pasa con Matheus Aiás, Cedric y Sekou Gassama también esperan cualquier oportunidad para meter cuerpo y hacerse con la titularidad.
Los últimos partidillos fueron en campo extrarreducido. Dos equipos con peto amarillo y otros dos, con camiseta verde. A menos espacio, más contacto. A más contacto, más chispas. En otras ocasiones, esos pequeños torneos son foco de risas y bromas. Ayer fue otra cosa. Los balones divididos eran tesoros que cobrar. Los goles se celebraban con rabia. Todos los futbolistas querían tener su cuota de protagonismo: si no me la das, te pido explicaciones; si no te la doy es porque me la juego yo. También hubo piques, porque la tensión era máxima y las pulsaciones iban altas. Y los terrenos de juego son como Las Vegas. Lo que pasa en el campo, se queda en el campo.
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Con este paisaje, en un lateral del pequeño terreno de juego, a José Alberto se le veía sonreír debajo de su gorra. Estaba satisfecho con lo que estaba viendo. Su equipo tiene amor propio y sus futbolistas han respondido al estímulo. Ahora hace falta que el técnico sepa canalizar esa rabia en beneficio de los resultados. Que se levante tras cuatro partidos sin ganar y con ocho finales en el horizonte. Por eso, cuando el míster dio por finalizada la sesión matinal, llamó a sus futbolistas. «Poneos más cerca», dijo a sus pupilos, como intentando generar un clima de complicidad. El técnico estuvo hablando cerca de un minuto. Como felicitando a su equipo por lo que acababa de presenciar. Él era el único sonriente mientras se dirigía a un círculo lleno de caras serias. El discurso terminó con un corto aplauso. Una zanahoria después del palito de la sala de prensa de El Plantío. Una invitación a seguir así. A quitarse el barro de las rodillas y volver a apretar los dientes, porque el Racing se la juega y no valen medias tintas. «¡Tenemos que estar a tope noventa minutos! ¡Noventa minutos!». Y así, durante ocho partidos. Uno tras otro.
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