El que se fue y el que no vino

Jorge Pombo es casi como un espía enrolado en las filas enemigas, porque hasta hace apenas tres meses estaba entrenando en las Instalaciones Nando Yosu de La Albericia. Sólo entrenando, porque José Alberto apenas contó con él. 16 minutos en Liga y 74 en Copa jugó el atacante aragonés como verdiblanco esta temporada.

Y eso pese a haber sido un futbolista importante el curso anterior. De hecho, en los peores momentos del Racing, hasta el cambio de entrenador en el mes de diciembre, Pombo fue uno de los más destacados, por encima de nombres como Íñigo Vicente o Jordi Mboula. Sin embargo, con la destitución de Guillermo Fernández Romo y la llegada de José Alberto, su protagonismo fue perdiendo fuerza semana a semana hasta que, en verano, ya sabía que no iba a contar. Al técnico asturiano no le entraba por el ojo y una lesión en el penúltimo partido de pretemporada complicó aún más su situación.

Así que, en enero, estaba condenado a salir si no quería fosilizarse en el banquillo de los Campos de Sport. Tardó. Hasta el último día de mercado no se produjo su marcha al Andorra. «Vengo de una situación jodida y tengo ganas de volver a jugar», dijo en su presentación como futbolista tricolor.

Es anárquico. No muy sacrificado. Pero tiene una calidad técnica fuera de toda duda. Y pegada. También gol, aunque en el Andorra aún no se ha estrenado. Ha disputado diez encuentros -ocho de ellos como titular- desde su llegada y seguro que el duelo de esta noche tendrá para él cierto tono de revancha.

Habitual mediapunta en Santander, en el Principado ha adelantado ligeramente su posición. Ha jugado como único delantero y también como acompañante de otro punta. Que, curiosamente, ha sido en unas cuantas ocasiones, otro futbolista bien conocido en Santander, aunque no haya vestido la camiseta del Racing.

Porque no quiso. Desde que llegó al club cántabro como director deportivo, Mikel Martija siempre ha tenido el nombre de Jon Karrikaburu el primero en su lista de deseos. Ese mismo verano en el que el mandatario verdiblanco tomó los mandos intentó su incorporación. Pero en aquella ocasión era la propia Real Sociedad la que no estaba por la labor. Menos aún después de la lesión de larga duración del recién fichado Sadiq.

En enero de 2023, estaba claro que Karrikaburu necesitaba minutos y en Anoeta no los iba a encontrar. Media Segunda se antojó en el delantero, aunque Leganés, Racing y Granada llegaron al sprint final. El club cántabro le aseguraba ser el ariete titular, pero firmó por el cuadro pepinero. Y no le fue bien. En el fondo, igual hasta se arrepintió. Aunque no mucho.

Llegó el pasado verano y vuelta a empezar. Martija, empeñado de nuevo en Karrikaburu. Eso sí, ahora ya había otro condicionante. El Alavés, recién ascendido a Primera, quería contar con el jugador, cedido por la Real Sociedad. El técnico del primer equipo, Imanol Alguacil, ya advirtió al futbolista que debía anteponer sus opciones de protagonismo a la categoría. El delantero decidió, dejó en la estacada de nuevo al Racing y se fue a Mendizorroza.

Y, tal como predijo Alguacil, se estrelló. Así que un nuevo mercado y un nuevo equipo. Esta vez el club cántabro no puso mucho interés. La propiedad se cansó de esperar. Y la propuesta económica de los del Principado estaba muy por encima de lo que el Racing estaba dispuesto a ofrecer.

Tampoco está siendo un rendimiento boyante el de Karrikaburu en el Andorra, aunque en las últimas jornadas, por fin, ha empezado a dar signos de vida. Ha jugado quince partidos. Once como titular. Y ha anotado dos goles. Seguramente esta noche, por lo que sea, también tendrá ganas de reivindicarse frente al Racing.