Y volvieron a temer el Huerto del Francés

La regularidad de los de Guillermo Fernández Romo en El Sardinero ha sido máxima. No ha habido momentos de flaqueza. Y eso que tampoco abundan los días de brillantez, pero como anfitrión, el Racing ha funcionado como un martillo pilón. Sólo Deportivo (0-0), Unionistas (1-1), San Sebastián de los Reyes (0-0), Badajoz (0-0) y Celta B (2-2) han logrado rascar algo del feudo racinguista. El empate del filial olívico fue, precisamente, el día en que se consumó el ascenso cántabro a Segunda División.

Fiel al estilo de su entrenador, el Racing ha cimentado su fortaleza en los Campos de Sport en la capacidad defensiva. Ha marcado 33 goles, que es una buena cifra, aunque hay equipos que, con un partido menos, han anotado más. Pero en el grupo I de Primera RFEF todos se quedan muy lejos de los ocho tantos encajados. Sólo en el II, los siete balones recogidos de su portería por el Albacete en el Carlos Belmonte -los manchegos cierran la temporada este fin de semana en casa, frente al Llagostera- pueden superar a los verdiblancos.

Como hitos de la temporada en El Sardinero se puede destacar, por ejemplo, la goleada contra el Talavera en medio del titubeante inicio racinguista en la temporada. No fue un partido brillante de los de Romo, pero sí con una genial pegada en el área rival. También es reseñable el empate, de poder a poder, frente al gran favorito al título. El choque contra el Deportivo no tuvo muchas ocasiones, pero sí mucha tensión de la buena.

Quizá el duelo frente al Rayo Majadahonda, que terminó 3-2, fue uno de los mejores partidos de la campaña en Santander. Con una exhibición de Pablo Torre para doblegar al rival más completo que pasó por El Sardinero. Sin embargo, los dos partidos más brillantes de los verdiblancos como locales coincidieron con el pico de forma de Cedric y terminaron con goleada. El primero, contra la Cultural Leonesa (4-0) y el segundo, frente a un Real Unión que llegaba como visitante invicto (4-1). En el lado contrario, compromisos como los de San Sebastián de los Reyes o Badajoz, ambos con empate sin goles, que aburrieron hasta a un camello.

La fiabilidad racinguista en su casa le permitió al equipo cántabro, incluso, celebrar el ascenso con su gente después de empatar contra el Celta B un partido que ganaba por dos goles a cero. Pero no todo han sido alegrías esta temporada en los Campos de Sport. En El Sardinero también tuvieron que presenciar el mayor bochorno de la campaña, que, por suerte, el ascenso llevó a olvidar. Hasta el propio míster lo calificó como uno de los momentos clave del curso, un punto de inflexión. Fue la eliminación de la Copa Federación frente a un equipo dos categorías inferior: el Leioa (1-2).

En el Huerto del Francés yacen los derrotados. Algo que ha recuperado este Racing después de dos temporadas consecutivas -la del descenso de Segunda y la sonrojante 2020-21 en Segunda B- en las que El Sardinero fue un jardín de infancia. O un hospital, porque todo el mundo salía con puntos, que diría el chiste.

Pero además, los Campos de Sport han recuperado otra cosa también muy importante: el pulso. Después de los numerosos disgustos y sinsabores y, sobre todo, la abrupta brecha que abrió la pandemia de covid con su equipo, las gradas del templo racinguista han vuelto a recobrar parte del color y el ruido de otras épocas mejores. El fin de las restricciones de aforo coincidió con el mejor rendimiento del equipo de Guillermo Fernández Romo y eso ha revitalizado la unión entre césped y platea. Donde hubo llamas siempre quedan brasas.

Lejos de Santander, el Racing tampoco ha estado mal. De hecho, era el mejor visitante hasta la derrota del pasado sábado en Lezama. Su tocayo de Ferrol ya le ha superado. Y es que los de Romo, tras la consecución del ascenso, han empañado sus números como foráneo.

Convertido de nuevo en un fortín y con menos asientos vacíos en las gradas, ahora ya sólo resta conseguir un último logro en el estadio racinguista: que los Campos de Sport vuelvan a tener un aspecto saludable. Porque los rivales vuelven a temer pasar por el Huerto del Francés en competición, pero los aficionados locales también tienen que tirar de valentía para sentarse cada dos semanas en sus asientos. Puede que para la próxima temporada, si todo va bien, ya no habrá peligro de que le caiga un foco a alguno, pero todavía hay mucho que arreglar.