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Una trainera azul se desliza hacia el agua con la suavidad de un suspiro. Unos metros más allá, en el embarcadero de Astillero, el ... bullicio habitual de los entrenamientos llena el aire. El agua de la ría está en calma, sin el vaivén del mar abierto, y en el ambiente se mezclan los ecos del metal chocando contra el suelo, el quedo murmullo del agua rompiendo contra las piedras y las voces de los entrenadores, que crean una atmósfera de esfuerzo, concentración y camaradería.
Entre el trajín y las maniobras del resto de equipos, un grupo de remeras, entre risas y bromas, se agrupa alrededor de su trainera. Al mando, su entrenadora Sara Vázquez (Santander, 1981). Con la misma mirada de concentración y autoridad que ha marcado cada paso en el ascenso hacia la élite del remo español, sus palabras viajan directas y claras: «Nos toca darlo todo. Vamos con todo, que ya no hay vuelta atrás», dice con un tono que impone respeto. La trainera, bien ajustada, es un monstruo de madera azul que, tras un esfuerzo colectivo, se desliza finalmente al agua. Al llegar al embarcadero, remos en alto, se colocan, suben, y bajo la dirección de Sara, comienzan con los primeros movimientos del calentamiento. Tienen una misión: Prepararse para el desafío. Porque en su caso, esta será una temporada diferente. Histórica.
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«Este es el primer paso hacia la élite», dice Sara Vázquez, mientras observa cómo el bote se desplaza con agilidad. La trainera, la San José, ha sido testigo de cómo la Sociedad Deportiva de Remo Astillero alcanzaba un hito histórico, la clasificación para la ACT. Algo que se hizo realidad después de una temporada en la que fueron campeonas de Liga y lograron el ascenso en el play off como líderes indiscutibles. Y ahora, mientras se preparan para afrontar su primer año en la élite del remo, el reto se convierte en una mezcla de ilusión, nerviosismo y mucho trabajo. «Empezamos la pretemporada en noviembre y la mayoría continuamos del año pasado, aunque hay nuevas incorporaciones», cuenta Sara Valle (Muriedas, 2003) una de las remeras del grupo, que compagina las brazadas con la universidad, donde estudia Administración y Dirección de Empresas. En concreto, al equipo han llegado tres chicas gallegas y un puñado de cántabras con muchas ganas de aportar. «Seguimos enfocadas en trabajar sobre todo en el bloque, el equipo, la capacidad de sufrimiento...», comenta. El enfoque está claro, ser más fuertes no solo en lo físico, sino también en lo mental. «Este año es mucho más exigente. Hay que tener mucho más compromiso, más trabajo y también más capacidad de autocrítica», explica la joven.
Sara Vázquez
Entrenadora
«Lo que hemos logrado hasta ahora es increíble», admite su compañera Sonia Redondo (Astillero, 1998). «La temporada pasada todo fue sobrepasando límites. Pasar de luchar por no descender a ser campeonas de Liga, eso no se da todos los días», añade aludiendo a la sorprendente trayectoria de su equipo. Pero Sonia, periodista de profesión, sabe que ahora llega 'el más difícil todavía', como decían en los espectáculos circenses cuando el acróbata iba a saltar sin red o con una sola mano. La ACT no perdona. El nivel sube y el desafío es mayor. «Sabemos lo que nos espera», dice su hermana Soraya Redondo (Astillero, 1998) con determinación. «El nivel será mucho más alto y vamos a tener que trabajar el doble para seguir demostrando que estamos a la altura. Sabemos que la presión está ahí, pero estamos listas para afrontarla», dice esta opositora a Policía Nacional.
La presión, sí. Porque no solo el equipo se enfrenta a las grandes traineras de la ACT, como Tolosa u Orio, sino también a las expectativas de una ciudad que vive el remo con una pasión casi ancestral. Astillero ya ha escrito muchas páginas en la gran historia del remo masculino cántabro y ahora, la efervescencia del ascenso se mezcla con el temor de lo desconocido. Para muchas de las remeras este salto a la élite es un sueño, pero también un reto de los grandes. «Las emociones están a flor de piel. Ellas sienten el peso de ser las primeras en representar a Cantabria en la élite y eso les da una motivación extra», dice Sara Vázquez. Y es que las astillerenses son las únicas cántabras en la Liga. «No hay tiempo para dudas», remata la entrenadora. Todas tienen claro el objetivo. «Queremos mantenernos. Una vez que se asciende a la élite nunca se quiere bajar», afirma Sara Valle riendo. «Estar en la tanda de honor», añade Soraya, y la entrenadora sentencia: «Intentar mantener la categoría. Es difícil, porque es el primer año y no sabemos qué nos vamos a encontrar». Pero Sonia tiene la clave. «Daremos el cien por cien, como hemos hecho todo el invierno. Si tú das el máximo que tienes, nadie tiene que reprocharte nada».
Soraya Redondo
Remera
Sonia Redondo
Remera
Sara Valle
Remera
El calendario, con los primeros dos días de competición ya marcados para el fin de semana del 5 y 6 de julio, comienza a rondar por las cabezas de las remeras. El primer desafío está en Bilbao y Sestao. Para ellas, que no suelen competir en mar abierto como se hace en ACT, y que además tendrán que afrontar doble jornada, sábados y domingos, el reto es tan grande como el peso de la trainera. «De dieciséis regatas, doce van a ser en la mar, solo cuatro van a ser en ría. Es un poco quizá en lo que podemos fallar, porque nuestro medio natural es la ría, donde entrenamos, y tendremos que salir a trabajar un poquillo a Santander, a la mar», confiesa la entrenadora.
El día más especial será la cita en Castro Urdiales el 27 de julio. «Competir en casa, con la gente animando, es algo único, pero también es un desafío. La presión será muy grande, porque en casa siempre quieres dar lo mejor de ti», admite Sara Valle. «El apoyo de la gente es clave para nosotras», afirma Sonia mientras lanza una mirada tranquila hacia la ría. «El año pasado, cuando nos clasificamos para la Concha, el pueblo entero estaba con nosotras. Eso te da fuerzas. Cada grito, cada aplauso, se siente como un empuje. Ahora más que nunca, necesitamos ese cariño», señala.
Pero no todo es ilusión. Las dudas sobre si podrán mantenerse en la élite o si las regatas serán demasiado duras, se pasean de vez en cuando por su mente. Pero se disipan en cuanto las remeras se suben a la trainera y sienten el agua bajo sus remos. La unidad, la fuerza de grupo, es la base de su éxito. «Lo más importante es lo que tenemos dentro, la mentalidad de equipo», dice Soraya. «Nos conocemos, confiamos unas en otras. Eso no se entrena. Y si lo conseguimos en la Liga ETE, por qué no lo vamos a lograr en la ACT», piensa en voz alta.
Cada regata será un examen, pero también una oportunidad de demostrar que el trabajo y la dedicación pueden llevar a un equipo a la élite. La historia del ascenso ya está escrita, ahora toca escribir el siguiente capítulo, pero son un equipo modesto y necesitan patrocinadores. Apoyos que les permitan dar brazadas hacia el futuro. «Económica y materialmente quizá vamos un poco en desventaja con los equipos del País Vasco. Su potencial económico es bastante mayor que el nuestro, pero bueno, aquí el secreto es trabajar y veremos a ver qué pasa en el agua», dice Sara Vázquez con una voz que rezuma confianza.
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