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La anécdota está en el acta del señor del partido, el asturiano David Joaquín Castro. En el abultadísimo marcador del Pozuelo están todas las casillas llenas. Y la suma no sale. Falta un ensayo. Abajo, en el apartado de observaciones e incidencias, el colegiado ... pone que continúa el marcador. El ensayo que falta. El Pozuelo hizo un auténtico estropicio ayer frente al Mazabi Santander Independiente en el partido de vuelta de las eliminatoria que les enfrentaba en el Valle de las Cañas. Si el 25-73 de una semana antes en San Román lo dejaba todo resuelto, ayer el resultado fue un 97-21.
El rugby, tan distinto en sus normas de comportamiento respecto a otros deportes, tiene sus propios códigos. Y hay uno que dice que se juega sin reservas. Que no se contemporiza lo más mínimo, como puede ser por ejemplo en el fútbol cuando un equipo tiene una ventaja amplia en el marcador y se dedica a pasar balones en horizontal hasta que muere el partido. Aquí no. Se busca con ahínco la zona de ensayo rival para hacer los máximos puntos posibles, porque se considera que ese esfuerzo es una muestra de respeto hacia el adversario. Luego, en el tercer tiempo, ya habrá tiempo de tomar unas cervezas y un plato de comida como buenos amigos y a la vez adversarios.
Y eso sucedió en el Valle de las Cañas desde el primer minuto. Y con los mismos argumentos que hace una semana en San Román. Un equipo que es mejor y que, además, llega pleno de energía tras mes y medio de descanso frente a otro que literalmente, no puede más tras un mes de lucha a brazo partido. En cinco minutos, los madrileños ya habían anotado dos ensayos. Y al cuarto de hora, cuatro. No fue hasta el minuto 22 cuando el marcador del Mazabi Santander Independiente se movió, gracias a un ensayo de Franco Mantero y la conversión de Matías Jabase. Por entonces, era el 22-5. Al descanso, 50-14.
Con ese marcador, más el resultado de la ida, no quedaba otra que aguantar el chaparrón. Y tras el partido y ese 97-21, levantar la cabeza por mucho que haya sido el marcador más abultado que se recuerda en años. Porque la temporada del Mazabi Santander Independiente ha sido mucho más que buena. Pocos pensaban, a principio de temporada, en los verdes jugando partidos a estas alturas de junio, en un club con un presupuesto mucho más que escaso y una plantilla corta, pero que ha hecho una temporada muy digna al llegar a la final de la División de Honor B y a esta promoción para discutirle la permanencia a todo un equipo de División de Honor. La próxima temporada habrá otra oportunidad.
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