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«Vaya mierda. A ver qué dice la resonancia magnética...». Juan Diego Zabalegui o 'Juanza' ( (Entrerríos, Argentina, 1991) se aferra a un poco de esperanza. ... A lo que diga en principio mañana el sonido monocorde y machacón de una resonancia magnética. Pero sus sensaciones le dicen que lo de su rodilla izquierda pinta mal. En el primer minuto del partido del domingo ante el VRAC Quesos, el zaguero del Bathco va a por un balón aéreo. «Y cuando supones que el suelo está, resulta que está más abajo. A la velocidad que iba... Sentí un 'crack' horrible en la rodilla. Y se me empezó a hinchar». Una primera prueba hecha ayer por la mañana por el médico del club apunta a lo peor. Por lo que se aprecia en una ecografía, el ligamento cruzado está roto.
En el Bathco el cabreo es sencillamente monumental. Porque que alguien se lesionase en el Ruth Beitia, por desgracia era algo casi cantado en el campo donde van a tener que jugar tanto Bathco como Aldro Energía Independiente la segunda vuelta de la Liga. Y mientras tanto San Román, hasta que no empiecen sus obras de remodelación –y eso será con suerte en marzo– parado como campo de rugby desde el 1 de enero por decisión de la Federación Española, al no cumplir con los requisitos de homologación, sobre todo en aras de la seguridad de los jugadores. Aunque sólo para los equipos de la División de Honor y sub-23. Las categorías inferiores y las femeninas sí pueden jugar –y de hecho lo hacen– allí.
«Es que sabíamos que iba a pasar. Y nos ha pasado a nosotros». La voz de Juan Gómez, el presidente del Bathco, resonaba con una mezcla de abatimiento por la lesión de 'Juanza' –la enésima para una plantilla arrasada por las lesiones– y el enfado sin límites. «Es que no es un campo para División de Honor. Eso es evidente». La irregularidad del campo que pisó Zabalegui bien podría ser una producida por los artefactos –disco, peso, martillo– que caen allí. Nadie echa ninguna culpa a los atletas que allí practican su deporte, «sino de quien autoriza a jugar en ese campo al rugby. Porque alguien de 90 kilos para arriba pisa mal y se rompe todo. Lo que ha pasado el domingo es evidente que es por un problema del campo». Para más inri, Gómez añade que el terreno de juego estaba 'bien', «ya que no ha llovido mucho».
Los cañones del Bathco disparan sin cesar a una Federación Española «de la que no espero nada», añade el presidente de Las Focas. Y se pregunta qué pasará si en los partidos que quedan por jugar el lesionado es un rugbier de la selección española y si así reaccionaría la Federación. «Es que ayer el Quesos tenía a cinco de la selección sobre el campo ¿Qué ocurre si se lesiona un titular de España?». Juan Gómez es pesimista sobre una posible solución. «Habrá que hablar con el resto de clubes. No sé si se podrá hacer mucho».
Y mientras tanto San Román, el feudo que ha acogido partidos de División de Honor con el Independiente desde la temporada 2013-2014, mudo. Desde el 1 de enero no puede haber allí partidos de División de Honor. A mediados de diciembre, desde el consistorio santanderino se señalaba que las obras podrían empezar en tres o cuatro meses, «pero todavía no ha salido la licitación. Lo de las obras públicas es mi trabajo y no creo que las obras puedan empezar en marzo», señala Macario Fernández, presidente del Aldro Energía Independiente, que este domingo juega como local en el Ruth Beitia ante el UBU Colina Clinic de Burgos. «Lo normal sería acabar la temporada en San Román. Pero la cabezonería de la Federación Española supera todo lo previsible». Para el presidente del Independiente, el Ruth Beitia es el mal menor. «No podemos ir a Peñacastillo. Dudo que esté mejor». Lo que tocará es revisar el campo la víspera «con un batallón de gente por si hay que hacer rellenos».
La avisada peligrosidad del Ruth Beitia ya se ha cobrado su primera víctima. «Lo del campo me da una bronca», clama con resignación el protagonista de esta historia. El que apenas tiene «una poca esperanza» de que la resonancia magnética le dé una alegría en forma de diagnóstico menos malo. «Pero tengo malas sensaciones», concluye Zabalegui.
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