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Para hablar con Gonzalo Inguanzo Macho (Santillana del Mar, 21/3/2001) hay que esperar a por la tarde. Por la mañana le es imposible abandonar el pupitre del instituto donde estudia 4º de la ESO. «Lo llevo bastante bien. Por la ... mañana me levanto y voy a clase. Salgo, voy a comer y por la tarde a entrenar. Después hago las tareas que tenga y a descansar», asegura este aspirante a ciclista, «pero de ciclocross o algo relacionado con la mountain bike. Me gusta el barro», señala. Inguanzo se acaba de proclamar ganador de la Copa de España de ciclocross en la categoría júnior, pero es que los dos años anteriores hizo lo mismo en cadetes. A este joven talento le sobra la última prueba puntuable de esta temporada ya que después de hacer pleno en las tres citas de este otoño ya es campeón. «He ganado en Llodio, Carranza y Elorrio y la verdad es que no me lo creo. Soy el primer sorprendido», admite con cierta timidez.
Este pasado fin de semana sentenció la carrera con una solvencia brutal y una exhibición propia de quien apunta alto. Inguanzo llegó tarde a la salida. Se despistó más de la cuenta y se tuvo que colocar «de los últimos en la parrilla». Esa imprudencia o exceso de relajación -entiéndase como se quiera- le sirvió como motivación y el cántabro salió más enchufado que nunca. «La salida fue mala porque tuve que hacerme un hueco con todo el mundo, pero al terminar la primera vuelta ya estaba tercero. Luego me puse en cabeza y hasta el final». Así describe este juvenil su última victoria en Elorrio, sobre la superficie que más le gusta y sobre la que está empeñado «en hacerlo cada vez mejor». A Inguanzo se le da bien el barro, las piedras... Este año disputó la temporada de carretera y venció en dos carreras «una en Viveiro (Galicia) y otra en Solórzano», pero a él no le va la ruta. Prefiere las ruedas de tacos. En Llodio esperó hasta la última vuelta para «marcharse en solitario» y en Carranza, pese a que se le salió la cadena dos veces, recortó la ventaja a sus rivales y se llevó la carrera.
En 2017 está 'andando muy rápido' y eso que para el chaval «no he empezado bien. No me he encontrado con fuerza y con esa chispa de otras veces, pero las carreras me han ido poniendo en forma». Admite que «la temporada de carretera se prolongó más de la cuenta» y se juntó con la de ciclocross. Se bajó en septiembre de la 'flaca' y se subió a la de 'tacos' en octubre. Se quedó sin vacaciones. Después de ese sacrificio consentido, Inguanzo tiene claro el objetivo: «Quiero estar a tope en los Nacionales (Legazpia, 12/14 de enero de 2018) y en el Mundial (Valkenburg, Holanda, 3/4 de febrero)». Ambicioso. Quedan casi dos meses para que lleguen los acontecimientos que marcarán la temporada, pero este pequeño genio ya tiene más o menos programado el camino. «En la semana que va de Nochebuena a Nochevieja iré a Bélgica. Allí correré cuatro carreras para adaptarme y para sumar puntos de cara al ránking. Es muy importante sumar». Piensa en el Mundial, su primera cita entre los grandes. Antes de vencer en Elorrio, ocupaba el puesto 17 en ese ránking que tanto le preocupa, pero quiere más. «Hay que mejorarlo porque es lo que me permitirá salir más adelante en la parrilla. Ahora estoy en la segunda línea, que está muy bien, pero sé que se puede superar», explica convincente. Quiere estar más adelante cuando comiencen los cuarenta minutos de sufrimiento.
Allí, entre belgas y holandeses, es donde se saca el carné de ciclocrossista; donde el talento brilla entre el frío y la lluvia. Inguanzo tiene claro que «ahora es en el ciclocross donde más te puedes dejar ver», así que lo de la cita mundialista lo tiene grabado a fuego. Compite esta semana en Francia y la siguiente viajará a Barcelona; tan solo descansará «unos días en diciembre para luego coger el pico de forma en enero». Por el momento tiene claro lo que quiere y va a por ello. Enero es su mes.
Escogió la bicicleta porque su tío y su hermano le 'envenenaron'. Tocaba el violonchelo, pero tuvo que elegir. «No tenía tiempo para todo», afirma. Empezó a competir con seis años, pero con poco más de dos ya montaba en bicicleta. «Aprendí muy pronto», indica entre risas. Ahora, cuando el otoño le quita las hojas a los árboles llega su tiempo. El que le gusta. «Suelo entrenar en Los Pinares de Liencres o en El Patatal de Torrelavega. También hago carrera a pie sobre arena para ganar algo de fuerza. Suelo entrenar por carretera también», señala el santillano. Inguanzo piensa en codearse con belgas y holandeses, maestros de esta disciplina, en su primera intentona internacional.
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