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Enric Gardiner
Martes, 19 de noviembre 2024, 19:25
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Con la Copa Davis al fondo, más de 10.000 personas en el Martín Carpena de Málaga y los constantes gritos de «¡Rafa, Rafa!», el deportista más grande de la historia de España, Rafa Nadal, jugó el que puede ser el último partido individual de su carrera.
No pudo cerrar este capítulo con victoria, al caer ante el holandés Botic Van de Zandschulp por 6-4 y 6-4, pero es una derrota que puede quedar en anécdota, si Carlos Alcaraz y el dobles que formará junto a Marcel Granollers remontan la eliminatoria, y que no puede empañar el adiós del mejor.
Nadal, acompañado por el resto de sus compañeros de equipo y una bandera de apoyo a Valencia, entró al pabellón entero, pero no tardó en derrumbarse en lágrimas, cuando escuchó el himno de España, quizás por última vez. Esas notas que tantas vecen han proseguido a sus triunfos, ahora hacían las veces de prólogo.
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En cuanto cesaron, el pabellón reventó cantando su nombre, mientras en las gradas se leía «Gracias por todo, Rafa». La organización, además, tuvo el gran gesto de introducirle durante el calentamiento como se suele hacer en Roland Garros, enumerando todos sus triunfos y con un rugido de la gente entre título y título de Roland Garros.
Los 14 estallidos, desde 2005 hasta 2022, fueron replicados por los 10.000 españoles en Málaga. Los 1.000 holandeses restantes permanecían agazapados, casi tan nerviosos como un Van de Zandschulp que tenía el cartel de villano impreso en el pecho.
En su raqueta estaba la posibilidad de ser el hombre que retirara a Nadal, el que acabara con una racha de 32 victorias consecutivas en la Copa Davis y el segundo hombre en la historia, tras Jiri Novak, en 2005, en derrotar a Nadal en esta competición en individuales.
Las dudas respecto a Nadal eran obvias. Hasta este lunes por la noche no se sabía si jugaría, a lo que hay que sumar un periodo de inactividad en partidos profesionales de casi cuatro meses. Su último partido oficial fue en los Juegos Olímpicos de París, contra Djokovic, y desde entonces solo jugó dos encuentros de exhibición, ante Alcaraz y de nuevo contra el serbio.
No había unas expectativas demasiado altas sobre su nivel, aunque la emoción del momento instaba a confiar en otro milagro. Van de Zandschulp no es Djokovic, ni de lejos, pero la inactividad y las circunstancias, pista de cemento e 'indoor', donde Nadal solo ha ganado un título en su carrera (Masters de Madrid en 2005), le daban una ligera ventaja, que fue incrementando cuando empezó el partido.
Nadal fue a remolque, topándose con el saque del tulipán en los momentos importantes y con sus inconsistencia cuando tocaba sufrir.
Pese a que aguantó el tipo hasta el 4-4, en las dos primeras bolas de rotura se le vieron las costuras. Salvó la primera por la precipitación del holandés y en la segunda fue él el que se aceleró hacia la red y se llevó un 'passing' que minutos más tarde se tradujo en el 6-4.
Ese parcial fue un leñazo para Nadal y para Málaga, que cayó en la realidad que Nadal, a sus 38 años, sufre. Van de Zandschulp no dejó pasar la oportunidad y ganó los dos primeros juegos del segundo set.
Al salir del bache y poner Nadal el 2-1, el público volvió a rugir, porque vio visos de ese Nadal combativo y explosivo de antaño, pero su resiliencia ya solo se mantiene a chispazos.
El holandés tuvo 4-1 y saque y Nadal, para deleite del público, remó hasta el 4-3 y 0-30. Era la última oportunidad, como ese cañonazo ante Djokovic en París para igualarle del 4-0 al 4-4. Sin embargo, Van de Zandschulp cazó cuatro saques seguidos, frenó la remontada y dio el paso definitivo para la victoria más importante de su carrera.
A la espera de lo que ocurra en el resto de la eliminatoria y en el resto del torneo, este puede ser el último partido en la carrera de Rafa Nadal. Alcaraz y Granollers aún pueden provocar que esto cambie.
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