
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Cristina Bucsa es una tenista atípica. No por haber surgido y haberse forjado contra todo pronóstico en Torrelavega (no es nada sencillo dar el salto de Cantabria a la élite), que también, sino porque ha llegado a la élite algo más tarde de lo que es habitual en el mundo del tenis y por su carácter. Discreta, tímida y hasta en cierto modo introvertida, no responde al perfil clásico. No tiene especial interés en aparecer en los medios, solo utiliza las redes para quedar con sus compañeras de circuito, y progresó en la WTA sin apenas patrocinadores y comprando sus propias raquetas. Y así ha llegado a ser la 56ª en su mejor momento (ahora ocupa el puesto 70). Ya es la segunda raqueta española y camina con paso firme hacia París tras su victoria junto a Sara Sorribes en los dobles del Open de Madrid.
Nacida en Chisinau, la capital moldava de cerca de 800.000 habitantes, el 1 de enero de 1998, allí transcurrieron sus tres primeros años de vida. Casi una anécdota en su biografía, porque en 2000 su padre, Iván, se trasladó a España para trabajar en el Palacio de Los Hornillos, en Las Fraguas.
El Viaje de Bucsa
Moldavia
Torrelavega
El Viaje de Bucsa
Nace en Chisináu a los
tres años se muda con
su familia a Las Fraguas
y después a Torrelavega
Moldavia
Torrelavega
El Viaje de Bucsa
Nace en Chisináu a los
tres años se muda con
su familia a Las Fraguas
y después a Torrelavega
Moldavia
Torrelavega
Llegó solo, pero menos de un año después, cuando ya era guardés de la finca de Las Fraguas en la que se rodó 'Los otros', le siguieron a España su mujer, Tatiana, y la pequeña Cristina, su única hija, que entonces contaba con tres años. No pasaron mucho tiempo allí. Pronto la familia se mudó a Torrelavega, una ciudad de la que hizo su casa. Allí esa niña tímida pero inquieta por los deportes (probó también con el kárate) cogió por primera vez una raqueta. No había cumplido aún los siete años cuando comenzó a jugar en la Escuela Municipal de Torrelavega. Ya entonces llamó la atención de los entrenadores por sus cualidades innatas, que pronto le hicieron destacar frente a niñas —y niños— mayores, de ocho y nueve años. No desentonaba. Pese a las grandes diferencias de desarrollo, ganaba los partidos.
En el Círculo de Recreo tuvo a sus primeros monitores, los que le enseñaron la técnica o al menos comenzaron a hacerlo, porque ya en aquel momento Iván comenzó a intervenir en su carrera, en sus entrenamientos, en sus métodos. En todo. Ya convertida en tenista de élite, Cristina Bucsa no pierde oportunidad de reivindicar el trabajo de su padre.
La escena de sus primeros partidos era la de una chica a la que por su juventud aún le costaba llevar el tanteo, con su padre ayudándola a contar y bajando a la pista. Le recogía las pelotas y, convertido en entrenador autodidacta, la adiestraba y aplicaba sus conocimientos de preparación física en otros deportes al mundo de la raqueta.
Cristina Bucsa
Fecha de nacimiento:
1 de enero de 1998
Talla:
175 cm.
Peso:
63 kg
Mano:
Diestra
Superficie favorita:
Pista rápida
Entrenador:
Iván Bucsa
Superficie favorita:
Pista rápida
Cristina Bucsa
Fecha de nacimiento:
1 de enero de 1998
Club:
Club de Tenis Chamartín
Debut profesional:
2016
Características
Mano:
Diestra
Talla:
175 cm.
Peso:
63 kg
Entrenador:
Iván Bucsa
Cristina Bucsa
Características
Fecha de nacimiento:
1 de enero de 1998
Talla:
175 cm.
Club:
Club de Tenis Chamartín
Peso:
63 kg
Debut profesional:
2016
Superficie favorita:
Pista rápida
Mano:
Diestra
Entrenador:
Iván Bucsa
Y el tenis se convirtió en el eje de gravedad en torno al que giraba su vida y la de su padre y entrenador. Sin descuidar los estudios, porque terminó el Bachiller en el Instituto Marqués de Santillana e incluso comenzó a estudiar Psicología, pero la prioridad fue siempre la raqueta. Con solo siete años la joven Cristina era campeona de Cantabria sub 10 y después comenzó a coleccionar títulos autonómicos y nacionales. Ha sido campeona de España en todas las categorías.
Con esa trayectoria era imposible no llamar la atención, y pronto la Federación Española de Tenis le ofreció un puesto en un centro de Alto Rendimiento. Pero no fue hasta 2014, ya con 16 años y coincidiendo con el momento en que al fin recibió el pasaporte español tras un largo trámite —hasta entonces tuvo que competir internacionalmente como moldava—, cuando comenzó a trabajar en el CAR de Sant Cugat, dirigido por Gala León. Al fin iba a recibir el entrenamiento especializado que necesitaba para seguir progresando, pero las cosas no fueron bien. No exprimió todo lo que se podía aprender de los técnicos y nadie terminó contento. «Éramos diez chicas para dos entrenadores y me dejaban de lado. Había favoritismo», recordaba hace solo un mes.
Dos años duró su aventura, y a finales de 2016 decidió dejar el Centro de Alto Rendimiento y regresar a Torrelavega para vivir y entrenar con sus padres. Fue el único año en el que bajó su ranking. A punto de cumplir los 18 años era la 798 del mundo, aunque meses antes, aún en el CAR, había ocupado el puesto 580.
Las victorias en los campeonatos de España le abrieron las puertas del circuito europeo de la ITF, torneos dotados de pequeños premios económicos que también dan puntos WTA, y el 28 de mayo de 2017 consiguió su primera victoria en Santarém (Portugal). Pocos meses más tarde, el 25 de noviembre estrenaba su palmarés en dobles en Valencia junto a la rusa Yana Sízikova.
En 2018 y 2019 se sucedieron nuevas victorias (tres individuales y otras tantas en dobles) para terminar el año como la 164 del mundo mientras intentaba sin éxito entrar en algún Grand Slam desde las rondas previas. Y de pronto, la pandemia de covid paró el mundo. El presidente de la federación Cántabra, Peter Cano, intervino para que obtuviera el pase de atleta de élite y que así pudiera seguir compitiendo. Sin embargo, su progresión se estancó.
Con el regreso de cierta normalidad en 2021 comenzó su madurez. Tardía, a los 23 años, pero llegó. Se clasificó por primera vez para el Abierto de Estados Unidos y el año pasado fue el de su definitiva eclosión: superó las fases previas en tres de los cuatro grandes del año (solo le faltó Wimbledon), llegó a ser la 104 del mundo, ganó por primera vez un 125K en dobles junto a la polaca Veronika Falkowska, fue finalista junto a la eslovaca Tereza Mihalíková del WTA de Portoroz y superó por primera vez una ronda en un Grand Slam: el US Open. El tenis empezaba a darle dinero después de muchos años durante los que las ganancias apenas habían servido para cubrir gastos y España la convocaba por primera vez para la Copa Billie Jean King, aunque no llegara a debutar.
Ya en 2023 consiguió colocarse como la 86ª del mundo gracias a un Open de Australia en el que no solo volvió a superar la previa, sino que llegó por primera vez en su carrera a la tercera ronda, donde la apeó la número uno mundial, Iga Swiatek. En 2024 se ha convertido en la segunda raqueta española y tiene asegurada su presencia en torneos WTA y en los Grand Slam. Las previas ya son cosa del pasado.
Su perfil
Cristina Bucsa no es una tenista al uso. Sin patrocinadores (aunque en el partido frente a Iga Swiatek ya lució publicidad), sin community manager (ni siquiera tiene redes) y con escasa vida social, su desapego con el móvil viene de lejos, de mucho antes de aparecer en los informativos. No le gusta el foco mediático y es parca en palabras, tanto que cuesta detectar ese levísimo acento que conserva. Poco, claro, porque desde los tres años en Cantabria, habla ya como una montañesa más.
Una tenista atípica
La sencillez de la cántabra
es una excepción dentro de un circuito donde
la ostentación en redes sociales es la norma
Raqueta:
Wilson
Visera:
Nike
160€
9,50€
Camiseta:
Nike
42€
Zapatillas:
Asics
Pantalón:
Penguin
95€
52€
«Con siete camisetas
y siete pantalones es suficiente»
No tiene patrocinios, a menudo juega con una
marca de raquetas, otra de camisetas, y otra
distinta de zapatillas
Huye de mostrar su vida privada en redes
TikTok
Youtube
«Sólo uso
facebook para
ver con quien caliento»
Garbiñe
Muguruza
Paula
Badosa
Carla
Suárez
La tendencia en el circuito femenino es
promocionarse en las redes y la participación
en campañas publicitarias de las marcas
deportivas. Bucsa es una excepción
Paula
Badosa
Serena
Williams
Garbiñe Muguruza
Iga
Swiatek
María
Sharapova
Una tenista atípica
La sencillez de la cántabra
es una excepción dentro de un circuito donde
la ostentación en redes sociales es la norma
Raqueta:
Wilson
Visera:
Nike
160€
9,50€
Camiseta:
Nike
42€
Zapatillas:
Asics
Pantalón:
Penguin
95€
52€
«Con siete camisetas
y siete pantalones es suficiente»
No tiene patrocinios, a menudo juega con una marca de raquetas, otra de camisetas, y otra distinta de zapatillas
Huye de mostrar su vida privada en redes sociales
TikTok
Youtube
«Sólo uso
facebook para
ver con quien caliento»
Garbiñe Muguruza
Paula Badosa
Carla Suárez
La tendencia en el circuito femenino es
promocionarse en las redes y la participación en
campañas publicitarias de las marcas deportivas.
Bucsa es una excepción
Paula Badosa
Garbiñe Muguruza
Serena Williams
Iga Swiatek
María Sharapova
Una tenista atípica
Visera:
Nike
La sencillez de la cántabra es una
excepción dentro de un circuito donde la
ostentación en redes sociales es la norma
9,50€
Camiseta:
Nike
Raqueta:
Wilson
42€
160€
Pantalón:
Penguin
52€
Zapatillas:
Asics
95€
«Con siete camisetas y siete pantalones es suficiente»
No tiene patrocinios, a menudo juega con una marca de raquetas, otra de camisetas,
y otra distinta de zapatillas
Huye de mostrar su vida privada en redes sociales
TikTok
Youtube
«Sólo uso
facebook para
ver con quien
caliento»
Garbiñe Muguruza
Paula Badosa
Carla Suárez
La tendencia en el circuito femenino es promocionarse
en las redesy la participación en campañas publicitarias
de las marcas deportivas. Bucsa es una excepción
Paula Badosa
Garbiñe Muguruza
Serena Williams
Iga Swiatek
María Sharapova
Una tenista atípica
La sencillez de la cántabra es una excepción
dentro de un circuito donde la ostentación
en redes sociales es la norma
Visera:
Nike
9,50€
Raqueta:
Wilson
«Con siete camisetas y
siete pantalones es suficiente»
160€
Pantalón:
Penguin
No tiene patrocinios, a menudo juega con
una marca de raquetas, otra de camisetas,
y otra distinta de zapatillas
Camiseta:
Nike
52€
42€
Zapatillas:
Asics
95€
Huye de mostrar su vida privada en redes sociales
TikTok
Youtube
«Sólo uso
facebook para
ver con quien caliento»
Garbiñe Muguruza
Paula Badosa
Carla Suárez
La tendencia en el circuito femenino es promocionarse en las
redes y la participación en campañas publicitarias de las marcas
deportivas. Bucsa es una excepción
Garbiñe Muguruza
Serena Williams
María Sharapova
Iga Swiatek
Paula Badosa
Nacida en una familia humilde, es una luchadora nata con gran fortaleza mental centrada en el tenis, que articula su vida. Tenis, estudio y trabajo. Tanto que es ella misma, según explica, quien se encarga de su propia preparación psicológica. Nunca ha querido salir de Torrelavega, así que siempre ha tenido el mismo entrenador: su padre.
Jesús María Rodríguez Lozano
Entrenador nacional de tenis
Que haya conseguido llegar a la élite desde Cantabria y sin entrenador profesional es un pequeño milagro. Con un entrenador autodidacta que ha dirigido su preparación física y la técnica, el resultado ha sido una jugadora imprevisible; nada académica. Un factor en su contra desde el punto de vista técnico, pero también un arma que le permite desconcertar a sus adversarias: muchas veces su decisión no es la que el manual señala en primer lugar. No resulta sencillo adivinar su juego.
Jesús María Rodríguez Lozano, entrenador nacional de tenis, ha seguido de cerca su carrera: «Disfruta más estando al ataque que defendiendo. Cuando la aprieta en pista se le ve un poco más molesta a la contra. Prefiere llevar la dinámica del punto».
Destaca su buen primer servicio, aunque quizá le falte más agresividad en el segundo y su buen revés a dos manos (faceta que pule cada vez más, como todo su juego), tanto que pese que en los últimos años ha mejorado su drive, ha sido siempre su mejor golpe ganador. Metódica y ordenada en pista, la perseverancia es su gran arma: nunca da un punto por perdido, aunque se siente más cómoda llevando la iniciativa del partido que a la contra y no suele subir demasiado a la red ni usar la volea. No frecuenta la red y se desenvuelve de otro modo a mitad de pista. En definitiva, una tenista «bastante completa». Si golpea bien posicionada y con buenos apoyos es una jugadora muy peligrosa.
Aunque disfruta jugando sobre hierba, sus mejores resultados han llegado siempre en pista rápida, y también sabe lo que es ganar en tierra batida. Madrid es la prueba.
En 2022 se marcó como meta llegar al top 100, un objetivo que alcanzó al fin el Melbourne, pero más allá del gato que se unió a la familia poco ha cambiado en su vida familiar. A partir de ese momento sus ganancias le permitieron ya vivir del tenis (no es sencillo hacerlo si no se está al menos rondando los puestos de las cien mejores del mundo) y sigue entrenando con otras jugadoras del circuito en peloteos que le permiten entrenamientos de calidad, muchas veces con alguna de las múltiples parejas que ha tenido en dobles, donde ya es la 27 del mundo.
Iván Bucsa
Si Cristina Bucsa ha llegado a la élite del tenis profesional es gracias a su esfuerzo, sus condiciones innatas y, en segundo lugar, a su padre. Para bien y para mal Iván Bucsa es quien más ha influido en ella y quien ha forjado a la jugadora. Con uno u otro entrenador, siempre estuvo en pista, desde los seis años. Suyas han sido todas las decisiones. Desde la compra de raquetas a la selección de torneos hasta la preparación física.
Ion Bucsa, que es su nombre original después castellanizado como Iván, fue biatleta y se foremó para el deporte en Moldavia. Ha buscado patrocinios, pero no le gusta que se intervenga en las decisiones, con lo que en ocasiones ha rechazado alguna propuesta.
La misma libreta con la que se veía en el Open de Australia de 2023 le acompañaba ya en sus primeros años, tomando constantemente notas y haciendo listados, algunos de ellos con su nomenclatura particular; esa que solo él entiende. Y mientras tanto seguía trabajando.
Ahora, ya con Cristina Bucsa en el top 100 puede decir técnicamente que es un entrenador profesional. Para lo bueno y para lo malo, lo que ella ha conseguido es también fruto de su trabajo. Siempre animándola; siempre exigiéndola. Tal vez con otro técnico hubiera llegado ya más lejos o eclosionado antes. O quizá no lo hubiera conseguido nunca.
Texto: Aser Falagán
Gráficos: David Vázquez Mata y Marc González Sala
Narrativa: Ana Isabel Cordobés
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