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Es una mañana como cualquier otra en las pistas de tenis municipales de Los Corrales de Buelna. El sol pica, y conforme se aproxima uno a las verjas que delimitan las tres canchas de que disponen se empieza a escuchar el inconfundible sonido seco ... de los raquetazos. Rodeado de los montes que preceden a la meseta, se celebra allí un campamento de verano organizado por la Alpha Tennis Player (ATP), una escuela que, como muchas otras de Cantabria, depende de las instalaciones municipales para impartir clase.
Dispuestos en fila, esperando a devolver las pelotas que amablemente les pasa su entrenador, se encuentran los alumnos de la ATP. Hay niños que lo hacen con miedo, otros se esfuerzan en dar ese golpe que no les sale y desde fuera de la pista se escucha «¡cómo le pega la pequeña!». Esa voz recibe respuesta. «Le pega bien, sí, pero lo mejor que tiene es el carácter».
ATP fue galardonada el invierno pasado con el reconocimiento a mejor escuela de tenis de España. Su dirección corre a cargo de Peter y Sydney Cano, presidente y vicepresidente respectivamente de la Federación Cántabra de Tenis que cuenta con 900 federados a día de hoy.
El presidente de la Cántabra explica que en los últimos cinco años se han federado en la institución alrededor de 200 tenistas. «Quieras que no, la influencia de los fenómenos que representan a España a nivel mundial ha afectado positivamente a que la gente se anime a practicar el deporte. Paula Badosa, Carlos Alcaraz y Rafael Nadal son figuras que ayudan a afianzar a los federados, pero no achacaría este crecimiento únicamente a su influencia».
A pesar de lo positivo de los números, Cantabria adolece de un problema difícil de solventar a la hora de producir jugadores, y es la dependencia de la mayoría de clubes de la infraestructura municipal para impartir clase. Según explica Peter Cano, en Cantabria hay 16 clubes - o escuelas- de tenis, de las cuales solo tres tienen instalaciones propias. «Un socio de la Real Sociedad de Tenis de La Magdalena puede practicar desde que se levanta hasta que se acuesta. Un niño en Los Corrales acude una hora a clase y eso es todo lo que practica en un día, porque no es socio de las pistas, sino un usuario». A esta falta de medios se le suma la escasez de pistas cubiertas, lo que en una zona como el norte de España condiciona el ritmo de aprendizaje de los alumnos. Es en este aspecto en el que radica la baja producción de jugadores, aunque el nivel de Cantabria con respecto al resto de España sea «bastante bueno». «No puedes llegar lejos en el tenis practicando una o dos horas al día. Es casi imposible» sentencia Peter.
A pesar de esto, los alumnos más jóvenes no se vienen abajo. Para Sydney «cada niño es un mundo». «Hay que ver las capacidades de cada uno, puede ser muy bueno y faltarle fuerza, otro igual va sobrado de fuerza pero para dar bien los golpes tiene que estar clavado en el sitio y le falla la coordinación». Sea como fuere, cuando algún alumno destaca es importante hacerle ver cómo funciona el mundo del tenis. «Todos hemos sido niños y hemos soñado con ser algo». Para Peter Cano los sueños hay que mantenerlos, pero lo difícil de materializarlos es lo que deben entender los tenistas que están empezando. «No es imposible, porque si unos pudieron lograrlo ¿por qué otros no?».
Así como los jugadores pueden coger confianza al ganar partidos y destacar entre sus compañeros, sus padres pueden leer estas señales e interpretarlas erróneamente. Para Peter «el tenis sin padres no existiría». Por la naturaleza del deporte «si siendo pequeño te falla quien te lleva a los entrenamientos, quien paga el equipo, a los entrenadores y las competiciones, te va a ser muy difícil salir adelante». Sydney explica que a esos padres que miran muy lejos en el futuro, «es necesario darles una dosis de realidad». Es muy común, señala, que padres de alumnos pidan consejo prematuramente acerca de competir fuera de Cantabria. «Tienen que entender que igual a su hijo le hacen un 6-0, 6-0 rápido y fácil, porque el nivel en nuestro país es muy alto, y además, precisamente esas derrotas son difíciles de asimilar».
«La familia se encarga del apoyo moral y económico, ambos muy importantes por la individualidad del deporte; un entrenador que apueste por el jugador y el propio tenista, que debe poner de su parte el sacrificio y el esfuerzo necesarios para lograr sus objetivos.» Estos son para Peter Cano los pilares fundamentales sobre los que se sustenta el crecimiento de cualquier tenista.
Por otro lado, están los fundamentos del juego, en el que «el golpe más difícil de aprender es el saque por la cadena de movimientos que entraña, pero lo que muchos tenistas no logran entender nunca es de qué va el tenis». Peter explica que la derrota es una parte fundamental del deporte. «Hay casos en los que se interpreta como que el jugador no sirve, que es un fracaso, que no tiene cualidades... Lo más difícil de este deporte es comprenderlo».
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