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Marco G. Vidart
Santander
Viernes, 18 de agosto 2023, 17:19
Como empieza algún chiste, hay una noticia buena y otra mala. Y en cuanto a la buena, hay más de una. El cántabro Diego Botín ... y su compañero a bordo del 49er, el catalán Florian Trittel, son medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de Clases Olímpicas que se celebra en la ciudad neerlandesa de La Haya. La primera medalla para el cántabro en un Mundial de este tipo, igual al que se celebró en Santander hace nueve años. El campeonato considerado fetén ya que reúne a la totalidad de clases olímpicas. Y por ese lado de 'olímpicas' viene la otra buena noticia. Al haber estado entre los diez primeros, España ya ha conseguido lo que se llama plaza de país para los Juegos de París del próximo año. ¿Y cuál es el 'forty' de referencia en España? Pues el de ellos. Salvo cataclismo en forma de lesión. el 'ESP 74' es el que regateará en la zona de Marsella en los Juegos del próximo verano. Los terceros para Diego, tras los de Río 2016 y Tokio 2020.
La mala noticia es que quizá Diego y Florian no hayan ganado un bronce, sino que han perdido una plata. Porque el cántabro y el catalán partían desde la segunda plaza antes de la medal race, esa última regata entre los diez mejores barcos de la flota y que puntúa doble. Su última plaza les condenó y los suizos Sebastien Schneiter y Arno de Planta les birlaron la segunda plaza por apenas ocho décimas de punto.
El viento, ese juez supremo en toda competición de vela, se puso ayer tontorrón en la ciudad neerlandesa. Todo el Mundial celebrado sin ningún problema y el día de la regata más importante, va y se niega a soplar. La actividad estaba programada para las 11.03 horas, pero ya entonces empezaron los avisos de que la cosa se aplazaba por falta de viento. Así pasaban las horas y el asunto no mejoraba. Una ligera brisa que provenía del este, y en muchas ocasiones inferior a seis nudos, convertía a los veloces 49er en barquitos estáticos en el agua de La Haya. Los regatistas mataban el tiempo junto a las zodiacs de sus entrenadores o atendiendo a las entrevistas de la tele oficial del Mundial. Cosa que la retransmisión intercalaba con repeticiones de otras regatas. Costaba aguantar tanto directo sin tener nada que contar.
A eso de las tres menos cuarto llegó el primer atisbo de esperanza. Aviso a los 'fortys' de que saliesen al campo de regatas. Algo de viento empezaba a soplar. Las 15.13 horas aparecía en la web como hora para que comenzase la competición. Pero... Otro chasco. El viento volvió a caer y la amenaza del aplazamiento definitivo para el día siguiente empezaba a tomar fuerza. Pero más tarde de las 16.30 horas, todo se arregló. El viento, del nordeste, se volvió un poco más estable y permitió que la flota de diez barcos comenzase a competición.
Los diez 'fortys' empezaron con su táctica de aproximación a la línea de salida y coincidir con la señal que daba inicio a la regata. Y justo en ese momento del bocinazo se vio que el 'ESP 74' se quedaba rezagado. El cántabro y el catalán elegían el lado derecho del campo de regatas para atacar el paso por la primera marca, algo que hicieron en último lugar. Junto a ellos los neerlandeses Bart Lambriex y Floris Van de Werken, a los que nada les iba en la medal race porque ya desde el miércoles habían hecho los deberes más que de sobra. El oro, de forma matemática, ya era suyo antes de esta regata entre los mejores.
Con los neozelandeses Isaac Kale McHardie y William McKenzie liderando de forma cómoda la flota, las prestaciones del 'forty' de Diego y Florian no mejoraban. La noticia preocupante era que los suizos se movían sobre la sexta plaza. Y apenas había 3.2 puntos de diferencia entre ellos, 71.8 de Diego y Florian por los 75 de los centroeuropeos –aunque la web del Mundial puso en reiteradas ocasiones 76–. El paso por la segunda marca para girar de nuevo no cambiaba el guion de la película. Y tampoco el largo hacia la tercera. Diego y Florian no podían eludir la última plaza para ponerse a rebufo de los helvéticos.
Así las cosas, se llegó al último tramo de la regata. McHardie y McKenzie, con rachas de viento ya incluso superiores a los once nudos de intensidad, cruzaban en la primera plaza en la medal race para sellar su cuarta posición en la general. Y por detrás los suizos bordearon el desastre. De navegar en la mitad de la flota durante toda la medal, cruzaron la línea de meta en la octava plaza, la justa que les permitía adelantar a Diego y Florian en la general para ganar la medalla de plata. Los españoles eran décimos y con eso se llevaban el bronce.
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Ana del Castillo
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