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Los regatistas están muy satisfechos con la ciudad, con la comida, con la organización, con la gente de Santander... pero el viento Sur les ha hecho sufrir mucho.
El fuerte viento ensombrece 11
días
perfectos

El fuerte viento ensombrece 11 días perfectos

Los regatistas elogian la organización del Mundial pese a la difícil navegación

JOSÉ CARLOS ROJO

Domingo, 21 de septiembre 2014, 08:51

El Mundial de Vela se despide hoy domingo de Santander dejando un regusto agridulce. Más concretamente, de impotencia. La infraestructura fue correcta, el enclave enamoró, el trabajo de la gente fue estupendo, la misma ciudad acompañó el evento de forma masiva y en definitiva, todo lo que estaba en manos de la organización, salió bien. Falló lo único que escapa al alcance humano, el clima. A ojos de cualquiera, la semana del Mundial ha dejado un tiempo espectacular en la capital cántabra, inusual para un mes de septiembre, pero cualquier aficionado a este deporte sabe que el viento sur es el mayor enemigo en el mar. Y durante estos días sopló fuerte, muy fuerte. Es la sensación que deja un primer acercamiento a las opiniones de los regatistas en Gamazo, de recogida ya para emprender el viaje de regreso a casa.

«Somos muchos los que hemos partido palos, velas y demás material de los barcos por culpa de las condiciones extremas. Es una pena, pero es lo que hay, no se puede cambiar el clima», lamenta Jack Simpson, el neozelandés de 18 años que se estrenó en un Mundial estos días en la clase 49er. «Los resultados no han sido los mejores, pero al final te quedas con lo que aprendes, y procuras aplicarlo de cara a próximas competiciones», asegura.

La inmensa mayoría de los deportistas llegó a Santander semanas antes del Mundial. Durante esos días, las condiciones fueron las idóneas para salir a la bahía. «Aunque solo sea por todo lo que hemos experimentado y aprendido en las semanas de entrenamientos, ya ha merecido la pena», señala el técnico del equipo Australiano Peter Condie. Porque en una coyuntura semejante, «sumar puntos se convierte en algo a merced de la suerte y un poco de la experiencia», advierte la uruguaya Mariana Foglia. «Nos han hecho pasar mucho tiempo en el agua, esperando, y otras veces no nos han dejado salir por la velocidad del viento. Las condiciones han sido extremas, de muchos nudos o muy pocos, y la verdad es que la organización lo ha hecho bastante bien para la situación que tenían», concreta la especialista en Nacra 17, que celebra su incursión en la Flota de Plata, pese a que sus objetivos eran un tanto más altos. «No buscábamos clasificarnos para los Juegos Olímpicos, pero nos hubiera gustado llegar a la Flota de Oro. Aunque estamos contentos y con confianza».

El deseado nordeste

«Lo mejor hubiera sido un viento térmico, como un nordeste. Es una condición muy agradable para regatear, y muy común en Santander. Hubiera sido un campeonato muy diferente si el viento hubiese tenido esa naturaleza. La opinión de Víctor Payá (49er) -bien conocido en el mundo cántabro de la vela-, está bien fundada porque en este caso le tocaba regatear en casa. «Quizá haya sido lo mejor. Salir a la bahía y ver a toda la gente arroparme desde la Duna. Es un recuerdo imborrable. Ya casi que me da igual el resultado, que no ha sido muy bueno porque partí un palo y varias velas por la surada y me tuve que retirar de la competición. Pero me quedo con todo este calor de la afición con el que nunca había contado», remarca con entusiasmo.

A él le toca muy de cerca, porque sus familiares y amigos lo animaron muy de cerca; pero quienes vienen de fuera han quedado igual de impresionados con la grandiosa acogida de la gente. «Nunca había visto tanto apoyo del pueblo a un evento de vela. Lo más impresionante fue la inauguración, con más de treinta mil personas. Ha sido algo muy grande, muy bonito», concreta la tripulante griega de 470W Alina Stratigiou.

Un modelo a exportar

«Ojalá en todas partes fuese igual. Ojalá todas las competiciones que se organizan en nuestro país contaran con el apoyo de la gente como puedes ver aquí», comenta Foglia. «Yo tengo una hija pequeña, y me encantaría que los colegios las llevaran a ver eventos como estos, porque es una experiencia magnífica que deben conocer. Es algo que he visto hacer aquí y que me ha parecido estupendo», defiende. Y entre ese apoyo incondicional de aficionados y curiosos, se filtra la gastronomía, la ciudad que aún emana esa efervescencia propia del verano costero y las ganas de la gente que aún no quiere despedir el estío.

«Definitivamente creo que tengo que traer a mi mujer a conocer esta ciudad», confiesa el técnico neozelandés Girant Becle. «Es un enclave magnífico, la gente es maravillosa, el trato muy respetuoso, todo muy bonito y la naturaleza envidiable». Pero hay una cosa que no supera las expectativas, la comida: «Solo está ok. En comparación con Nueva Zelanda, es muy complicado destacar», ironiza el técnico. No piensan lo mismo los cientos de regatistas que cada día vaciaban de tortillas de patata, jamón ibérico y paellas las casetas contiguas al CEAR de vela. «No hay nada comparable. La gastronomía de este país es algo difícil de olvidar. Nos gustaría hacer un recorrido gastronómico por varias regiones. O al menos por el norte de España, porque nos dicen que aún no hemos probado nada», remarca David Hussl, el austriaco tripulante de 49er. Su compañero, Joel Turner, comparte esa afición por los buenos platos, y parece convencido de su regreso a la capital cántabra, aunque solo en concepto de ocio. «Aquí hay que venir de vacaciones, para tener el tiempo que quieras para gastar en ver la ciudad y viajar a las montañas. Para comer todo lo que quieras y para mezclarte con la gente», defiende con cierta nostalgia porque hoy domingo ponen fin a varias semanas de preparativos y de competición junto a la costa.

Día de despedidas

Todo el recorrido desde la playa y hasta Puertochico huele a despedida. Se recoge el material, hay intercambio de teléfonos y alguna entrevista frente a las cámaras de televisión para hacer balance de la competición. «No ha estado del todo mal, para ser un equipo de nueva creación, estamos muy contentos con el papel que hemos desempeñado», defiende la estadounidense Katheleen Tocke, tripulante de 49er FX. «Es muy complicado para gente con poca experiencia con un nuevo barco como nosotros defendernos en las condiciones tan duras de viento que ha habido durante todos estos últimos días, pero estamos contentos», añade.

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