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Dicen que los marineros se marean al llegar a tierra. Que les cuesta acostumbrarse a la ausencia de movimiento. Inseguridad inicial en eso que no se balancea. Berta Betanzos Moro (Santander, 15 de enero de 1988) vive, en su trayectoria vital, algo parecido a esa ... sensación. Porque la gran representante cántabra en la vela de alto nivel se baja del barco. Muchos de sus 30 años se los ha pasado a merced del viento y en ese mundo inestable hecho de agua. Y le ha costado dar el paso. Da algo de vértigo pisar esa tierra firme que supone el resto de su vida. Completar unos estudios, trabajar, formar una familia... Muchos proyectos que también requerirán mucha energía. Y Berta siente que no puede dar el 100% para todo. Porque la vela olímpica, lejos de la imagen de deporte de pijos y cómodo porque se va sentado, es lo más parecido a un potro de tortura. Cientos de horas de un esfuerzo físico brutal, viajes por medio mundo, dietas con horarios imposibles... Y la determinación de Betanzos es casi legendaria. Cuando algo se hace, es al máximo. Con toda la dedicación que merece. De la vela se va contenta porque ha sido un aprendizaje para la vida. El resto de su singladura vital en ese mundo que a los buenos marineros les parece más inestable que la mar empieza hoy.
-¿Por qué la decisión de la retirada?
-Porque quiero dedicarle tiempo a otras cosas. Y veo que es difícil compatibilizarlo todo. Estudio Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Europea del Atlántico -antes había estudiado Ingeniería Técnica Naval- y me queda un año y poco para acabar de los cuatro que son. Y más que ser incompatible con el deporte de élite, es que veo ya esos estudios como una formación para mi futuro. Y a mí me gustaría ofrecer un servicio, un trabajo de buena calidad una vez acabe esta formación. Si lo compatibilizara con la vela, igual al final ese trabajo no puedo darlo con la calidad que me gustaría. Además, más adelante, me gustaría tener una familia. No me veo con los estudios y la vela con el 100% que yo quiero. Y si siguiese en la vela sería para pelear por un oro. A veces me gustaría tomarme las cosas con más tranquilidad (risas). Pero me cuesta. Si hago algo, lo hago al 100%. Además, tengo un montón de ideas y proyectos que quiero hacer ahora en verano.
-Tiene 30 años. Aún está en una edad perfecta para el deporte de alto nivel...
-Claro, y por eso es una decisión dura. No siento que, como deportista, sea el momento. Pero sí como persona. Aunque da pena y algo de miedo ¿Y si me arrepiento? Mucha gente me anima a seguir y eso me hace dudar.
-¿Ha tenido que ver en su decisión el parón que ha habido tras los Juegos de Río, en el que muchos regatistas han aprovechado para hacer otros proyectos?
-No, para nada. Porque tras los Juegos de Río este planteamiento ya lo tenía en mi cabeza. Lo que pasa es que quería estar lo más segura posible antes de tomar la decisión. Hay gente que tras este parón seguirá en la vela olímpica. Mi compañera en el 49er FX, Tamara Echegoyen, está con el 'Mapfre' en la Volvo y ella sí quiere ir a Tokio. En mi caso, han pesado más mis inquietudes y ganas de descubrir otras cosas.
-Entonces, tampoco es pereza por esas campañas olímpicas de las que siempre ha dicho que son durísimas...
-Claro que, a veces, hay días en esas campañas olímpicas que no apetecen. Pero a mí navegar me encanta. No es pereza por otra campaña olímpica, en las que hay cosas que no ilusionan tanto. Pero si me pusiese a ello, lo haría. Me metería en esa dinámica. Aunque seguro que cuando vea por la tele los Juegos de Tokio sentiré pena.
-¿Ni siquiera le anima a seguir ese sueño suyo de siempre, una medalla olímpica?.
-No, porque considero que mi vida es muy importante. Esa medalla podría ser un motor, pero a veces me planteo si vale tanto como para sacrificar otras cosas. Como profesional, no me va a hacer mejor o peor el haber ganado una medalla. He ganado dos Mundiales y no me considero mejor persona. Ni peor por la cuarta plaza en los Juegos de Río. Admiro a gente que ha cumplido ese sueño. Yo he trabajado para ello y por las circunstancias que fuesen, no pudo ser. Quizá si siguiera insistiendo, lograría esa medalla olímpica. O quizá no.
-Esa presea olímpica estuvo muy cerca en Río de Janeiro, con cuatro barcos para los tres puestos del podio ¿Cuántas veces ha recordado esa regata?
-Al final no sé si es positivismo. Pero aprendí de esa regata. Para mí lo más importante es hacer las cosas bien cada día. Y en aquella última regata en los Juegos de Río, di lo mejor de mí. Me hubiese encantado que las cosas hubiesen sido distintas. Pero no me fustigo con esas cosas y tampoco me gusta darle vueltas. Estoy contenta con el trabajo que hice en ese momento. Y eso debe servir para otros momentos de la vida.
-¿Con qué se va Berta Betanzos de la vela?
-La vela ha sido un aprendizaje de vida. Llevo en el equipo olímpico desde los 16 años. Gran parte de mi vida ha sido la vela. La persona que soy, los valores que he aprendido, las situaciones en las que me he encontrado, dependen en buena parte de este deporte. Y he vivido experiencias increíbles, situaciones que difícilmente volveré a vivir.
-De esos momentos buenos, ¿con cuál se queda?
-Uhmmmm (duda). Es difícil. Porque ha habido muchos. Por ejemplo, el primer campeonato que conseguimos Tara y yo en Bulgaria. Apenas llevábamos juntas tres meses. Y luego los triunfos, los premios... Uno que fue especial fue el de Orujera Mayor. Me sorprendió la implicación de la gente. Fue algo muy emotivo.
-¿Y qué se ha dejado por el camino en todos estos años?
-La prioridad siempre fue la vela. Tuve la suerte de que mi familia, mis amigos, el que ahora es mi marido -Jorge- me apoyaron mucho. Pero muchas veces no he podido compartir con ellos momentos importantes. Cumpleaños, reuniones de familia... Son cosas que te pierdes. Y nunca consideré que mis compromisos eran más importantes que los de mi compañera, mi entrenador... Así que no quedaba otra que sacrificarse.
-¿Qué es lo que menos le ha gustado del deporte de élite?
-Es algo difícil de explicar. Tras quedar cuarta en los Juegos de Río, la sensación que tuve era rara. Porque si hubiese ganado el oro, para mí hubiese seguido siendo la misma persona. Pero de cara a la sociedad hubiese sido la bomba. Si quedas cuarta... ¡ Y todo fue cuestión de media hora ! Conseguir una medalla es algo muy complicado. Y me da rabia que sólo se reconozca a quien la consigue. Como persona me frustra un poco y como deportista, es injusto. El esfuerzo para quedar cuarto o primero es el mismo. A veces hay que tener ese reconocimiento para todos, independientemente del resultado. Aunque reconozco que es difícil poner un baremo.
-¿Y ahora, qué? ¿A qué se va a dedicar?
-Lo primero, a terminar la carrera. Y ayudaré a Tamara a formar a su tripulante para los Juegos de Tokio. Echaré una mano en lo que se necesite. Pero ante todo, los estudios. Cuando los termine me gustaría enfocarme al tema de la salud y el deporte. En concienciar sobre la importancia de una actividad deportiva, pero de forma controlada. Quiero enseñar a hacer deporte para que sea un complemento de nuestra salud, en distintos grupos poblacionales. De momento, no me tira el alto rendimiento.
-¿Seguirá viviendo en Santander?
-Sí, sí. Aquí seguiré. Mi idea es vivir aquí.
-Cuando trabaje cotizará a la Seguridad Social. Algo que hasta ahora nunca ha hecho ¿Sería deseable un sistema para que los deportistas de élite puedan cotizar en esos años que dedican al deporte?
-Nunca he estado dada de alta. Y sí sería importante que hubiese ese sistema. Parece que ahora hay una forma de cotizar. Pero es una pena que todos estos años en el deporte de élite no sean considerados como trabajo. Además, para cobrar es necesario tener unos resultados. Si no... Te sale mal un Mundial y te puedes quedar sin dinero.
-Lo que se ha acabado es la guerra con la báscula ¿Cuál es la comida que más le gusta?
-Sí, se acabó esa guerra... Aunque también he aprendido mucho en los últimos años. Mantengo hábitos saludables a la hora de comer y la nutrición es algo que me interesa mucho. Me encanta el dulce, pero intento comer poco. El pan también me gusta mucho. Y el arroz. Muchas veces me he privado de eso. Pero ahora me puedo comer tranquilamente un bocadillo. Al navegar, los horarios son muy desordenados y hacer dieta es algo muy difícil. Ahora ingiero lo que necesito.
-¿Sigue haciendo deporte? ¿Qué le gusta?
-Navegar (más risas). Aunque ahora, mucho menos. Pero intento hacer algo todos los días. Correr, voleibol, natación, crossfit, algo de yoga... Necesito liberar energía. Ahora puedo hacer menos deporte, porque tengo bastante trabajo en la Universidad.
-¿Y es espectadora de deporte? ¿Le gusta verlo?
-Bueeeeno.... Si es en directo. Por televisión, muy poco. Algo de tenis a lo sumo.
-En lo vital, ¿qué proyectos tiene?
-Quiero tener familia, aunque no a corto plazo. Cuando sienta que es el momento. Ahora quiero disfrutar de cosas que hasta ahora no he podido. Por ejemplo, un viaje con una mochila y un grupo de amigos, en plan conocer otras culturas, otra gente. Descubrir otras realidades. Incluso podría desembocar en algún futuro viaje de cooperación.
-Cuando tenga hijos, ¿le gustaría que fuesen regatistas de élite como usted?
-La verdad es que no le diría ni que sí ni que no. Eso es algo muy personal y que no debe ser obligado. Yo lo hice porque quise. Y estoy contenta de haber sacrificado muchas cosas. Lo hice, disfruté y estoy feliz por ello. Pero porque me apeteció hacerlo. Si un hijo o hija mía quiere hacer vela a ese nivel, lo que haré será intentar apoyarle en todo lo que pueda.
–¿Por qué a pesar de todo el esfuerzo físico y sacrificio que hacen los regatistas se sigue considerando a la vela como un deporte elitista y de gente que va sentada en un barco?
–La vela no se vende bien. A nivel visual, es un deporte espectacular. Pero sí es cierto que mucha gente no sabe el esfuerzo que implica, y que yo, por ejemplo, me he hecho 3.000 kilómetros por carretera para navegar en Bulgaria. Para cambiar esa imagen de la vela todos debemos aportar nuestro granito de arena, porque la vela tiene mucho que ofrecer. Hay que difundir lo que es de verdad este deporte. Porque si no, se queda en esa imagen de niños pijos en un barco. Aunque yo ni me he sentido así ni me han hecho sentir así.
–¿En qué momento está la vela española?
–Ahora mismo es difícil conseguir patrocinadores privados. Nosotras hemos tenido la suerte de estar en el equipo olímpico y del apoyo que Movistar presta a la vela. Porque en los últimos años la Federación Española no ha estado muy bien en lo económico. Poquito a poco, parece que va remontando. Apoya en lo que puede.
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