El Collado Sur, próximo objetivo de Alex Txikon

La ventaja es doble con esta táctica. Por un lado reducen el número de veces que cruzan la Cascada de Hielo, esa suerte de ruleta rusa donde las balas son amenazantes seracs (bloques grande de hielo fragmentado por importantes grietas en un glaciar) empeñados en desplomarse sobre los alpinista o grietas ansiosas por engullirlos (que se lo digan a Jonatan García). Por otro, no pierden tanto tiempo en aclimatar y están preparados antes para el ataque a cumbre, con lo que eso supone de incremento de las posibilidades de hollar. El trabajo se reduce a equipar la ruta, evitando rotaciones para pasar noches en altura.

El resultado es obvio. Cuando han pasado ya varios días de su llegada al campo base, el equipo está ya preparado para ir a por la cumbre. Al menos físicamente. Queda preparar la ruta. Y en ello están. El viernes regresaron al campo base tras una rotación en la que equiparon por encima del campo 2, ya metidos dentro de la pared del Lhotse. El objetivo era llegar hasta el C-3 (7.300 m), pero el fuerte viento se lo impidió. «Descendimos en condiciones durísimas y con una sensación agridulce por no haber conseguido llegar al Campo 3. Qué le vamos a hacer, la montaña es la que manda», explicaba ayer.

Tras recuperar fuerzas durante cuatro días, este miércoles vuelven a la montaña con un objetivo metido entre ceja y ceja: el Collado Sur. Esa explanada del tamaño de dos campos de fútbol situada a ocho mil metros de altura y convertido en el vertedero -y cementerio- más alto del planeta. El último campamento de altura en la vía nepalí desde el que se realiza el ataque a cumbre.

«Saldremos, si el tiempo lo permite, el miércoles o el jueves hacia la pared del Lhotse para instalar el Campo 3 y, si es posible, luego continuaremos fijando la ruta hacia el Collado Sur con la intención de montar allí el Campo 4. Si conseguimos todo esto, después estaríamos preparados para lanzar un asalto a cumbre», aventura con optimismo el alpinista.

El lunes, el optimismo se apoderó del campo base, donde la actividad comenzaba a ser frenética preparando la vuelta a la montaña y hasta la meteo les dio una tregua. «Estos días atrás hemos descansado, recibido la visita de amigos y hoy, por fin, hemos disfrutado del primer día sin viento en el Campo Base: incluso nos acercamos al chorten a pedir buena suerte y buenos presagios. Hoy es un día de planificación y preparativos para el siguiente 'pegue' al Everest».

Definitivamente, Alex Txikon confía en sus posibilidades. «Somos optimistas», creemos que vamos a tener la oportunidad con la que tanto soñamos. Además, este año se cumple el 40 aniversario de la primera ascensión inverna al Everest, a cargo de los polacos Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy, y eso nos motiva aún más».

Las sensaciones son tan buenas que el alpinista de Lemoa se atreve a vaticinar una fecha para el ataque a cumbre definitivo. «Mi intuición me dice que, tal vez, entre el 25 y el 29 de febrero podría llegar el día... pero ya veremos. Iremos paso a paso».