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MARA LLAMEDO
Santander
Jueves, 3 de marzo 2022, 09:34
En la montaña, para que una utopía se convierta en una aventura que contar, para que pase de ser un sueño a ser una gesta, hacen falta muchos factores. Uno de ellos, la valentía. Otro, muy importante, las ganas. Luego, es necesario poner un pie ... delante de otro y, como dijera Machado, hacer camino al andar.
La historia que sigue nació como utopía, hace ya más de una década, en las mentes inquietas de tres amantes de la escalada. Y se convirtió en gesta montañera (y en recuerdo imborrable en la mente de sus protagonistas) un invierno, el de 2019, cuando un anticiclón insistente se instaló sobre Asturias, dejando un pronóstico de días soleados cargados de posibilidades para Fernando, Marcos y Kico, tres guías de alta montaña que decidieron echarse a las crestas más altas de los Picos de Europa para emprender una travesía de altura: recorrer 18 picos, de más de 2000 metros, en tan sólo dos días.
La integral del Cornión: todas las cumbres que, de Oeste a Este, configuran el lado más occidental de los Picos de Europa. Una aventura de 6 largos kilómetros recorriendo, como quien dibuja un camino imposible con sus huellas, la fila de cumbres conocida como Macizo del Cornión, la que perfila el horizonte más a la derecha cuando observamos los Picos de lejos, esa línea que termina en la Peña Santa de Castilla, reina del baile de estas montañas.
Desde la Altiquera a la Peña Santa: pasando por Peña Santa de Enol, las tres Marías y los Torcos. Acariciando la última peña, la más alta, de las Torres de la Horcada y de Enmedio… desfilando por la cresta de las Cebolledas, los Argaos y la Forcadona… atravesando la aguja del Gua, colgados sobre Jou Santu, durmiendo a más de 6500 pies de altura, sumando pisadas e historia a senderos verticales muy poco andados, casi vírgenes y olvidados… Y, todo ello, guiados e inspirados por el relato de sus predecesores, alpinistas pioneros que supieron ver la belleza y la aventura escondidas en este penacho de cumbres.
Un viaje único, accesible sólo para aquellos habituados a avanzar, trepando, agarrados a aristas cortantes de piedra caliza gris, mirando el mar desde casi 3000 metros de altura.
Pioneros en la Integral
Aunque sólo dure 48 horas, este viaje comienza 4 décadas atrás: en el verano de 1975, cuando Pedro García Toraño y Gonzalo Suárez Pomeda se decidieron a ser pioneros recorriendo, de un tajo, esta intrincada espina dorsal, de Oeste a Este, comenzando en la Altiquera y terminando a los pies de la Peña Santa de Castilla, tras alzarse sobre sus 2600 metros de altura.
«Fueron Toraño y Pomeda los que bautizaron la integral del Cornión, los primeros en hacerla y darla a conocer como una opción alpinista de gran atractivo en los Picos de Europa. Y, de hecho, lo es: una opción interesante y preciosa. Una gran ruta, sin duda, para reivindicar el buen alpinismo que se puede hacer en los Picos, aquí, en el patio de casa, tanto en verano como en invierno», relata Fernando Calvo.
Tras aquel bautizo veraniego de 1975, la siguiente aventura que estos tres guías llevaban como faro en su viaje a la Integral es el emocionante relato de Paco Alarcón y Salvador Muñoz, dos miembros del GREIM de Cangas de Onís que, en 1992, la recorrieron, buscando las huellas invisibles de Toraño y Pomeda pero con un añadido más: haciéndola en invierno. Y aunque fue aquella una Integral agridulce (Alarcón sufrió un accidente y volvió a nacer, justo cuando terminaban la ruta) sus pasos a través de las crestas, el hielo y el viento helado quedaron recogidos en la primera guía específica de invernales en los Picos, que ellos mismos firmaron en el año 2003, y que Fernando, Martín y Kico leyeron tantas veces.
«Todos los que nos precedieron en la Integral del Cornión nos sirvieron de inspiración y de guía a la hora de echarnos a ella. También nuestro amor común por la Peña Santa de Castilla y las ganas de continuar esa Integral y terminarla donde termina de forma natural, que no es en la cumbre de Peña Santa sino 6 horas de cresta más allá, recorriendo una larga arista que muere en los Puertos de Cuba, para acabar pisando la hierba que cae, ya, hacia la vertiente del Cares», relata Martín Moriyón, que añade la impresión de que esa parte final del trayecto fue para él la más dura, ya que caminaban –muy cansados- sobre «un terreno menos transitado y menos documentado, a través de pasos y secciones que nos eran completamente desconocidas y que, probablemente, poca gente haya vuelto a pisar desde entonces».
Así fue, pues, que estos tres amigos enamorados del alpinismo, de los Picos y de la Peña Santa se echaron al camino, dispuestos a sumar un tramo más a una senda de altura ya iniciada pero muy poco andada, en pleno invierno asturiano pero con el buen tiempo instalado sobre el norte de la Península y con unas ganas enormes de vivir una aventura y reivindicar, a través de sus pisadas, su recuerdo y el relato de su viaje, el gran potencial alpinista e invernal que se esconde en los Picos de Europa.
«En el recuerdo queda, además de haber vivido algo increíble con dos amigos que ahora son hermanos, el orgullo de dar a conocer la mucha actividad disponible que hay en Picos y cómo se puede convertir una fila de montañas que, por separado, ya se han subido, en un desafío personal y una aventura inolvidable para un alpinista: los Picos de Europa son muy pequeños pero, a la vez, son muy grandes» cuenta Kico Cerdá.
17 cumbres seguidas, en 13 largas horas, el primer día. Engullir galletas, gominolas y chorizo antes de echarse a descansar, inquietos, a los pies de la Torre del Torco, para afrontar la subida hasta su amada Peña Santa y descender por los Puertos de Cuba, añadiendo seis horas de cresta más a la Integral, para acabar recalando en Caín, 15 horas más tarde de haber comenzado el día: estos son los tiempos de la Integral de Martín, Kico y Fernando, grabados para siempre en su recuerdo de aquel viaje.
La confianza y sincronización que fraguaron entre ellos durante aquellas horas perdidos en el espinazo de Picos, lo bien que sabe el desayuno sobre la cumbre de Peña Santa y la enorme satisfacción al pisar hierba verde y mullida al final del trayecto son, hoy, sus bocados más dulces rememorando aquella aventura. Por contra, el viento helado, polar, que se levantó repentino a las pocas horas de empezar, la tensión sufrida en los pasos más complicados, el prescindir de cuerda en muchos tramos para ganar tiempo y luz natural en los siguientes movimientos o aquel enredo de cuerdas y el piolet que perdieron, para siempre, descendiendo la segunda María, se aparecen ahora como pequeños inconvenientes, y no problemas, que suman emoción al camino y que, de cualquier manera, no consiguen desmerecer ni empañar el resultado de esta aventura en la Integral: un pequeño gran sueño- fraguado a tres- hace más de diez años, que se convirtió en realidad, triunfante, aquel enero de 2019.
El próximo 10 de marzo los tres estarán en la XXIV Semana de la Montaña de Cangas de Onís para contar este viaje: una utopía montañera convertida en gesta que añadió largura y peso a aquella emprendida por vez primera en los años 70 del pasado siglo y que quedará, para siempre, grabada en la memoria y la historia de estas pequeñas grandes montañas que son los Picos de Europa.
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