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MARÍA SUÁREZ
Martes, 22 de octubre 2019, 20:29
«O todas en la cumbre o todas abajo». Esa fue la decisión que un grupo de seis mujeres –cinco españolas y una mexicana– tuvo que tomar a unos 200 metros de la cumbre del Nevado Sajama, la montaña más alta de Bolivia ... . Una decisión muy sencilla de tomar para una expedición muy especial, formada por 'guerreras' que, si bien afrontaban su primera experiencia en una de las cimas de la Tierra, ya saben lo que es alcanzar cimas más duras, como, por ejemplo, vencer al cáncer.
Con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero y vientos de más de 50 kilómetros por hora, toda la expedición contempló poner la guinda a 6.250 metros de altura. «¡Es el Reto Pelayo Vida!», bromea la montañera asturiana Rosa Fernández, jefa de la expedición, al recordar que no estaban dispuestas a arriesgar en esos 200 metros una vida a la que todas se han aferrado superándose a sí mismas.
«Era su primera experiencia en alta montaña, con unas condiciones meteorológicas muy complicadas y se comportaron como auténticas montañeras. Hace falta suerte también para que se pueda hacer cumbre y toda la expedición llegue bien para hacerlo. Fuimos un equipo, nos volvimos muy contentas y yo estoy orgullosa de ellas», comenta la asturiana.
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La deportista, que también sabe lo que es superar un cáncer, formó parte del primer Reto Pelayo Vida en 2015 como participante pero hacerlo ahora como jefa de expedición hizo de esta aventura en Los Andes una hazaña aún más especial. «Es una labor diferente, te ocupas de las chicas, de que no les pase nada y de prepararlas para la montaña», afirma. «Fue tan interesante como emotivo compartir esto con ellas y me vuelvo con la mochila cargada de energía y cosas buenas. Cuando llegas a casa en la cabeza solo quedan los buenos momentos, pese a que hay otros duros, y eso te reconforta y te hace querer volver a la montaña», reconoce Rosa Fernández, que ha hecho cumbre en 6 de las 14 montañas más altas del mundo. Entre ellas, el Everest.
El reto, que lleva 'vida' por nombre, unió hace meses a seis mujeres que fueron seleccionadas entre 282 candidatas. Estrella, Felisa, Rina, Begoña y Vicky se entrenaron en Asturias con Fernández en escenarios como Peña Oubiña (2.417 metros) con un objetivo claro y bien grabado a fuego en sus experiencias vitales: lanzar un mensaje de esperanza y superación.
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«Hay vida después del cáncer. Demostrarlo fue nuestra motivación, lo que las empujó a seguir e hizo que se llegara a una altura muy digna. Para todas era nuevo salir de la tienda y enfrentarse a 30 grados bajo cero o pasar una noche en altura con viento y mal tiempo. Son todas unas luchadoras. Hay quien se queda por el camino, pero hay que luchar por todos», explica la escaladora.
Fernández no fue la única asturiana de la expedición. La doctora Raquel Suárez fue la médica del grupo y la encargada de vigilar la adaptación de las participantes. «Lo viví con muchísima ilusión, se trata de mujeres que no eran escaladoras y que iban a asumir un reto de ese calibre. Si me lo dicen hace un tiempo no hubiera creído que lo pudiese lograr alguien que no fuese montañero. Y menos aún que hubiese pasado un cáncer. Ahora tengo que cambiar mi respuesta y es muy motivador haberlo vivido con ellas», dice.
La asturiana reconoció haber estado preocupada por la salud de las escaladoras dada la entidad del esfuerzo y el desgaste de haber estado expuestas al tratamiento de su enfermedad. «No habían superado antes los 3.000 metros y no tenía claro cómo iban a responder a más de 6.000, que era el objetivo. El mal de altura podía afectarles, más aún tras sufrir el proceso tumoral y alguna de ellas haber recibido tratamiento de quimioterapia o radio. Hubo algún caso de pequeño mal de altura, pero la aclimatación fue muy buena y me tranquilicé con el paso de las jornadas», apunta la propia médica.
Raquel Suárez está convencida, y la experiencia en la montaña no ha hecho más que confirmárselo, que el hecho de haber pasado por el proceso de cáncer «da una fortaleza especial» a estas mujeres, que sin bagaje en la montaña han demostrado ser capaces de enfrentarse a retos «tan difíciles» como los 6.250 metros del Nevado Sajama, en el que hicieron 'falsa cumbre'.
La vinculación de Raquel con la montaña no es casual. La médica es natural de Urbiés (Mieres) y siempre ha estado ligada a un entorno en el que, tras conocer a la propia Rosa, ha ido alcanzado cotas cada vez más altas. «Me apasiona la montaña, tanto que el Reto Pelayo Vida ha sido especial por vincular esa pasión y a la otra que tengo, la medicina. Con Rosa escalé en Nepal, en algunos volcanes en Ecuador y también por Picos de Europa. Un accidente escalando en hielo en Picos me obligó a parar, pero no dudé en volver», explica la mierense, que se recuperó a tiempo para la expedición andina.
Junto a Rosa sigue cultivando esa pasión por las cumbres en el club de bici de montaña de la alpinista, «Una a una», con el que la disfruta sobre dos ruedas cada vez que tiene ocasión. Fernández, por su parte, ya tiene la mente en nuevos proyectos. El primero de ellos este mismo domingo ya que parte con una empresa sevillana rumbo a Vietnam.
Esta deportista asturiana, tan laureada por sus logros en la montaña como por su superación personal al ganarle la partida al cáncer, tiene ya un nuevo reto que lograr: conseguir patrocinios y subir al K2 el año próximo. Una de sus metas pendientes.
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