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Óscar Gorgoza
Viernes, 16 de agosto 2019, 09:50
Los Alpes se derriten bajo el efecto de las altas temperaturas que se han instalado este verano en Europa. No es solo que los glaciares se evaporen a alta velocidad, sino que las formaciones rocosas tienden a derrumbarse con una frecuencia jamás vista con ... anterioridad. Los Alpes resuenan al ritmo de constantes caídas de rocas y desprendimientos de todos los tamaños imaginables.
Muchas de éstas caídas masivas de granito afectan a vías históricas, la última de ellas la célebre Cassin al espolón Walker de las Grandes Jorasses. El pasado 4 de agosto, la guarda del refugio de Leschaux, punto de acceso a las Jorasses, señaló un gran desprendimiento en el espolón que afectó a la parte inferior de la pared y concretamente al diedro Rébuffat de la vía.
Las constantes caídas de roca habían provocado varios rescates en la pared a lo largo del verano, pero afortunadamente no había cordada alguna en la ruta en el momento del desprendimiento. Ahora, la guarda de Leschaux recomienda «que nadie escale en el espolón Walker hasta que no se evalúen los daños concretos y se estabilice la situación. Hay muchas paredes más seguras, así que es mejor cambiar de objetivo».
Una pareja recorría el tramo final de la montaña cuando, a 4.300 metros de altitud, el bloque de roca sobre el que estaba anclada una cuerda fija cedió, arrastrando a ambos. Los guías locales se negaron a hacer cima y las autoridades locales cerraron 4 días la ruta para que un geólogo inspeccionase el lugar del accidente. De momento, los guías de Zermatt han colocado una nueva cuerda fija y la ruta sigue abierta, aunque no se descarta que se cierre de nuevo, igual que en 2003, cuando otro gran desprendimiento afectó al itinerario.
Los que acostumbran a acampar a los pies del Gran Capuccin, cerca del refugio italiano de Torino, han podido asistir a constantes desprendimientos, día y noche, en las paredes vecinas. La altísima isoterma 0º, por encima de los 4.500 metros, impide el rehielo nocturno y provoca caídas de roca incluso en las horas más frías de la noche.
Ralf Dujmovits, catorceochomilista alemán, asistió a un enorme desprendimiento originado en la arista Kuffner, un clásico del lugar que este verano no se ha recorrido a causa de su peligrosidad. A su lado, la Tour Ronde se sacude constantemente enormes excedentes de roca inestable, y la vía Lepiney, en el Tridente, sigue cayéndose como cuando el año pasado se desplomó toda su arte inferior.
El geólogo de Chamonix, Ludovic Ravanel, publicó también el 1 de agosto una fotografía del vivac des Périades, en la travesía de la brèche Puiseux: las rocas que sujetaban el modesto refugio se habían desplomado, desmontando parte de su estructura. «No hay duda de que el cambio climático explica todos estos fenómenos negativos», explicaba en el pie de foto.
En el Mont Blanc, en la ruta que pasa por el refugio de Goûter, la situación no resulta tan dramática como cabría esperar. Su paso más expuesto a la caída de rocas, conocido como la 'Bolera', no registra accidentes de momento, mientras que en la ruta de los cuatromiles, el paso bajo los seracs del Mont Blanc de Tacul sigue tan expuesto y aleatorio como siempre.
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