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Jon Aroca
Santander
Jueves, 14 de septiembre 2023, 16:53
Nuevo éxito de los Hermanos Pou. Los alpinistas españoles han cerrado el verano con la consecución de un viejo objetivo. En una complicada misión, Iker y Eneko Pou, junto al peruano Micher Quito, han logrado culminar la primera ascensión a la cara noroeste del Ranrapalca ... , situado en la Cordillera Blanca de los Andes peruanos. Una mole de 6.162 metros que planteaba una notable dificultad.
No era la primera vez que intentaban una complicada ascensión nunca antes consumada. Aunque el año pasado tuvieron que detener su anterior acometida ante las malas condiciones climáticas. Ahora, en una expedición celebrada a finales de agosto, han encontrado la forma de abrir antes que nadie la ruta Ya Pe'Cholo y terminar de domar la célebre Cordillera Blanca andina.
Tras abrir en los cercanos montes Urus las vías Hanan Pacha y EMMOA, también junto al local Micher Quito, se marcaron el objetivo de conquistar la cara noroeste del Ranrapalca, aunque su camino ha sido más largo de lo esperado. Tampoco el proceso de su segundo intento ha resultado sencillo. «Ha sido una escalada dura, expuesta y muy larga. Dura, porque escalar una pared tan grande con cerca de 20 kilos a la espalda multiplica la dificultad. Expuesta, porque estando a final de temporada y con el calor que ha hecho este año, los desprendimientos de piedras y hielo que caían a nuestro alrededor eran constantes. Y larga, porque con 900 metros de desnivel y más de 1000 metros de recorrido, esta cara noreste del Ranrapalca es una de las más grandes que hemos ascendido nunca», exponen.
Pero su buena sintonía con Quito les ha permitido salir exitosos de la aventura. «Tiene cualidades para ser uno de los mejores de la Cordillera: Tranquilo, frío, fuerte, experimentado, humilde... Es el compañero ideal para una escalada de esta envergadura», celebran los hermanos vitorianos. A base de relevos y buena compenetración lograron ir avanzando en un escenario complicado.
Aunque eso no evitó que la tragedia sobrevolase a uno de los hermanos. «Un bloque de piedra enorme impactó sobre la cabeza de Eneko cuando rapelaba. El golpe fue brutal, y como no contestaba, me temí lo peor...», cuenta Iker. «Fue un momento muy difícil para todos hasta que por fin dio señales de vida. Cuando se recuperó, él solo por su propio pie pudo seguir rapelando», añade. Así, hasta culminar el feliz descenso. El balance es muy positivo. «Estamos muy contentos y orgullosos de seguir dejando nuestra impronta alrededor del planeta».
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