El grito más alto a favor de los enfermos de ELA

En la primera etapa, la expedición 'HimELAya - Grito de Vida' partió desde Katmandú a las 3:00 horas de la madrugada en autobús para llegar hasta el aeropuerto que los llevaría en avioneta hasta Lukla. Miguel Ángel Roldán hizo el trayecto en helicóptero sobrevolando las montañas y con una perfecta panorámica del Everest, gracias al soleado día que les acompañó. Una vez en Lukla, la expedición inició el trekking para superar una distancia de unos ocho kilómetros en cuatro horas hasta llegar a Phadking, situado a 2.160 metros de altitud.

En la siguiente etapa, de trekking desde Phakding, el equipo partió a las 8.30 con un nuevo día de sol que les acompañó durante toda la jornada. La expedición recorrió doce kilómetros muy exigentes por el desnivel acumulado, especialmente, en los dos últimos. La ruta y el buen tiempo les regaló las primeras vistas del Everest a lo lejos. Tras atravesar varios icónicos puentes sobre el río Dhudh, la expedición ha llegado a la pintoresca ciudad de Namche Bazaar, a 3.440 metros de altitud.

La expedición tuvo una jornada de aclimatación para adaptarse a la altitud. Empezó a las 9.00 horas desde Namche Bazaar, con una visita a la estatua de Tenzing Norgay, el sherpa que acompañó a Edmund Hillary en el primer ascenso al Everest. Después continuó por un escarpado recorrido en zigzag hasta alcanzar el Hotel Everest View, situado a 3.880 metros de altitud y considerado el hotel a mayor altitud del mundo. La siguiente parada sería Khumjung, el pueblo que acoge en su monasterio la cabeza del Yeti, el monstruo de las nieves. La expedición continuó hasta Khunde, donde se entregaron medicinas en el hospital. La jornada finalizó con la visita al monasterio de Namche, donde la expedición recibió la bendición del monje budista.

Al día siguiente, Miguel Ángel Roldán alcanzó lo 4.000 metros de altitud, que simbolizan las 4.000 personas que padecen ELA en España. Como ocurre con esta enfermedad, el deportista cordobés, que la sufre desde hace más de 4 años, tuvo que salvar una etapa durísima, especialmente, en sus últimos tres kilómetros, que le pusieron contra las cuerdas en muchos momentos, dadas las inclinadas pendientes del recorrido. Sin embargo, gracias al equipo humano que le acompañó, formado por familiares, asociaciones de ELA de toda España y alpinistas, consiguió llegar hasta Tengboche, que acoge el monasterio más emblemático de la región del Khumbu. El objetivo de alcanzar el Campo Base del Everest estaba un poco más cerca.

La siguiente etapa salió desde Tengboche, tras visitar el majestuoso monasterio y ser recibidos por los monjes budistas. Uno de los ejes fundamentales de la expedición 'HimELAya - Grito de Vida' ha sido el equipo médico, liderado por el experimentado Kepa Lizarraga, que supervisa en todo momento el estado de todo el equipo. Estar por encima de 4.000 metros de altitud implica someter al cuerpo y, especialmente, a la capacidad pulmonar a un gran esfuerzo. Por ello, controlar constantemente los valores de saturación y pulso de toda la expedición y, principalmente, de Miguel Ángel, dada su enfermedad, ha sido esencial para poder alcanzar el objetivo de llegar hasta el Campo Base del Everest en las mejores condiciones. La expedición llegó hasta Pangboche, donde paró para comer y, posteriormente, continuar hasta subir a cota 4.100 metros, para seguir con el proceso de aclimatación.

La expedición abandonó el pueblo de Pangboche para dirigirse hasta Dingboche, situado a 4.400 metros de altitud, donde realizó una nueva actividad de aclimatación, alcanzando los 4.900 metros en un trekking muy exigente, con subida al monte Nangkartsang. Miguel Ángel y el resto de la expedición contaron con el apoyo y la ayuda de Juanra Madariaga y su hijo Unai, que se encontraban por Dingboche tras realizar una expedición por el Manaslu.

A partir de ahí, el grupo abandonó Dingboche para dirigirse a Lobuche, considerado la puerta de entrada al Everest. La expedición tuvo una larga jornada de trekking con terreno abrupto en muchos momentos, atravesando el glaciar del Khumbu, que complicó caminar. Miguel Ángel, acariciando los 5.000 metros, se vio noqueado en el último tramo de la etapa, dadas las fuertes pendientes, la elevada altitud y el fuerte viento, que provocó el aumento del frío. Sin embargo, consiguió reponerse gracias a la ayuda inquebrantable del equipo de la expedición, y llegó hasta el penúltimo peldaño.

Pese a las condiciones adversas, Miguel Ángel Roldán y su equipo cumplieron con el objetivo este lunes, donde el deportista cordobés logró lanzar su grito en favor de los afectados de ELA como él, desde 5.300 metros de altura. No se puede decir más claro, y quizá tampoco más alto.