«En el Himalaya hay que ir despacio, sin prisa. La altura no es ninguna tontería»
Andrés Navamuel- Fotógrafo y guía de montaña ·
El cántabro forma parte de la expedición de Alex Txikon al Annapurna, la primera ascensión invernal en 36 añosSecciones
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Andrés Navamuel- Fotógrafo y guía de montaña ·
El cántabro forma parte de la expedición de Alex Txikon al Annapurna, la primera ascensión invernal en 36 añosAndrés Navamuel (Santander, 2000) aún no se cree dónde está. Porque a sus 23 años, este cántabro que vive en Camaleño forma parte de una expedición histórica. El vizcaíno Alex Txikon intenta llegar a la cima del Annapurna, uno de los catorce 'ochomiles' (8.091 ... metros) en la primera ascensión invernal en 36 años y además sin oxígeno. Y con él está este fotógrafo y videógrafo cántabro, que tras alguna «pájara» que le ha provocado la altura, ya está aclimatado y disfrutando de documentar una expedición en uno de los paisajes más increíbles del mundo.
-¿Qué hace un cántabro en Nepal?
-Por medio de la marca Trangoworld tuve la oportunidad de conocer a uno de sus embajadores, Alex Txikon, que es el Messi de la montaña. Nos caímos en gracia y me propuso acompañarle como fotógrafo a una expedición invernal al Annapurna, que es una locura. Por mi forma de ser, acepté, pero luego me puse a pensar en la auténtica locura que era. Y seis meses después, aquí estoy.
-¿Cuánto tiempo durará la expedición?
-Llegamos el 30 de noviembre a Katmandú y vamos a estar hasta finales de enero. En principio vamos a estar dos meses, pero eso depende de las condiciones meteorológicas. Desde finales de diciembre vamos a estar en el campo base, pero si ocurre que para finales de enero no surge una ventana de buen tiempo, a lo mejor volvemos más tarde.
-¿Y cómo es Alex Txikon como compañero?
-Un poco surrealista. Por su forma de ser, es una persona tan cercana que parece amigo mío de toda la vida. Los días de aclimatación he estado compartiendo habitación con él, cuando dormíamos en los lodges (refugios de montaña). Cuando estaba tumbado y le veía ahí, me preguntaba a mí mismo: «¿Qué hago aquí?». Siempre le tengo ahí y puedo preguntarle lo que sea y él siempre te responde con ilusión. Eso sí, no para quieto. Siempre está atento a todo, animando a todo el mundo... Se puede decir que es un auténtico líder.
-Habla de la aclimatación en el Himalaya. ¿Cómo ha sido?
-Seguí los consejos de Alex, ya que era mi primera vez en una altura así. «Todo muy despacio, sin prisa y a andar como tortugas», me decía. Pero al estar rodeado por ochomiles, entre el dron y la cámara, con los amaneceres y atardeceres, no paré. Después de tres días, cuando subimos a dormir a 4.000 metros, me dio una 'pájara' y lo pasé mal un par de días, lo que me convenció de estar tranquilo y descansar, que la altura no es ninguna tontería. Después de tomarme un descanso, la primera semana llegué a los 5.400 metros y ya muy bien, disfrutando de sacar fotos.
-Una expedición de esa duración, en invierno... ¿Qué infraestructura requiere?
-El viaje conlleva una gran logística: permisos, material, comida... Somos muy poca gente: Alex, Mattia Conte -un montañero italiano-; Eneko, cocinero y que es amigo de Alex; seis sherpas nepalíes, otros seis cocineros y ayudantes, y yo. Se montan los campamentos base y se va rotando entre el campo 1 y el campo 2, que básicamente sirven para aclimatarse e ir subiendo material. Al acabar se baja al campo base, a la espera de una ventana de buen tiempo de dos o tres días. Una vez se confirme esa ventana, ahí se ataca la cumbre. La ascensión es sin oxígeno, además de invernal, algo que nunca se ha hecho en el Annapurna, la montaña más peligrosa del mundo. Además, está la temperatura, ya que estamos alcanzando los 40 grados bajo cero. Por otra parte, el viento es otro problema, porque en invierno hay una corriente que va por todo el Himalaya y es muy fuerte.
-¿Y cómo entrenó antes de ir al Himalaya?
-Tengo la suerte de tener el macizo oriental de los Picos de Europa a la puerta de casa, que es un paraíso, un lujo indescriptible. A menudo salgo a correr por el monte desde casa, a lo mejor cuatro veces por semana. Algún día subí al San Carlos, bajé a desayunar a Potes y engañé a un amigo para que me llevase de vuelta a casa.
-¿Qué equipo se ha llevado?
-Cámara y varios objetivos, desde grandes angulares a teleobjetivos. Y también un dron, con cuatro baterías. No es el mejor, ni el más nuevo, pero va bien y tampoco pasa nada si lo pierdo porque aquí al final cada vez que despega existe el riesgo de que no vuelva. Estás volando el dron a casi 6.000 metros y no está hecho para la altitud, debido a que no hay densidad de aire. Además, me he traído el ordenador con cuatro memorias, dos de ellas de reserva.
-¿Cómo está afectando la meteorología al equipo fotográfico?
-Sorprendentemente, menos de lo que esperaba. En el campo base puedo dejar las baterías fuera y no pasa nada. Cuando subo al campo uno, podemos dormir a 20 grados bajo cero. Es súper incómodo porque en el saco van el walkie talkie, las tres baterías del dron, la batería de la cámara... La cámara la meto en la mochila, pero el resto de cosas va dentro del saco de dormir. Al final duermes súper incómodo. Sí que se nota que las baterías se gastan más por el frío y sobre todo cuando dejo la cámara haciendo un timelapse de noche. El dron también, ya que en Liébana la batería solía durar 25 minutos y aquí me dura 15. Antes de despegar hay que tener mucho cuidado, pues tengo que tener la batería caliente, como mínimo a ocho grados, porque si despego el dron con la batería a menos de esa temperatura, es muy probable que no tenga fuerza y se caiga. Luego ya él calienta solo. Una vez se levanta, con el rotor de las hélices, ya no hay problema, pero sí que tengo que calentar la batería en el plumas antes de colocarla en el dron.
-¿Y cómo manda vídeos y fotos desde un lugar tan remoto?
-Enviar las fotos y vídeos está siendo lo más complicado de todo, porque tenemos un router súper arcaico. Una foto de buen tamaño, puede tardar en pasar de cinco a seis minutos. Para hablar por Whatsapp, los mensajes tardan un minuto en enviarse y ya los vídeos de Internet son imposibles. Por suerte, Whatsapp funciona, pero el resto de redes sociales nada, estamos prácticamente incomunicados. Todo lo que se sube, no se sube desde aquí, se manda por Whatsapp a España y lo suben desde allí.
-¿Quiénes son sus referentes?
-Empezando por la vida, mis padres, por la manera en la que han enfocado mi educación y la manera en la que han estado apoyándome. Estoy plenamente agradecido por cómo se han sabido adaptar a cualquier situación y el apoyo que me han brindado. A nivel de fotografía y montaña, Carlos Llerandi, un chaval joven que es muy bueno en lo que hace y por ello me inspira a hacer algo parecido. Él estaba en expediciones y ahora yo también, por lo que me enseña que se pueden hacer cosas así.
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