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Alberto Iñurrategi (Aretxabaleta-Guipúzcoa, 1968) pasó de ser un operario en la fundición Fagor Ederlan de Aretxabaleta y trabajar ocho horas al día para ganarse el pan, a ser uno de los mejores himalayistas del mundo. Todo en 16 años. El alpinista, que reconoce ... su afición por los Picos de Europa, ha visitado esta semana la Universidad de Cantabria para hablar del fracaso. Un tema de análisis sorprendente para el décimo hombre de la historia que consiguió coronar los 14 ochomiles del planeta.
Desde muy joven, el pequeño de los Iñurrategi, cuando no estaba estudiando -posteriormente trabajando- estaba en la montaña o montando en bicicleta, su otra pasión. Pero no es hasta 1987 cuando Alberto se inicia en el montañismo de altura. Empieza en Pirineos y, después de pasar por Los Alpes, su siguiente destino fue directamente el Himalaya. Su hermano mayor, Félix, y él formaban un tándem espectacular. El nombre de los 'Iñurra' empezaba a sonar entre los himalayistas más punteros.
En el año 1991, los dos hermanos escalaron su primer ochomil, el Makalu (8.463m), y en el 92 hicieron cumbre en el imponente Everest (8.845m). Lo hicieron sin oxígeno y en estilo alpino (es decir, llevando sus provisiones y sin sherpas). En ese momento Alberto, con 23 años, se convierte en el montañero más joven en ascender el Everest sin oxígeno. Poco a poco y con paso firme los hermanos vascos van hollando cumbres importantes. En el 96, Alberto y Félix se ganan la consideración de sus colegas cuando le salvan la vida a Juanito Oiarzabal después de que los tres hicieron cumbre en el Kangchenjunga (8.586 m).
Pero el acontecimiento que marcó la vida de Alberto fue, sin duda, la muerte de su hermano Félix en la montaña, en el año 2000. Cuando descendían del Gasherbrum II (su doceavo ochomil), Félix Iñurrategi sufre un accidente y fallece en el acto. Este acontecimiento dejó muy tocado al pequeño de los Iñurrategi, pero su carácter luchador le hizo volver a la montaña. Dos años más tarde, y con el recuerdo de su hermano en cada paso que dio, completó los 14 ochomiles. Se convirtió así en la décima persona del planeta que conseguía la hazaña y sin duda alguna en el alpinista más respetado de España. Esto le ha permitido hacer grandes expediciones en el Himalaya y en otras montañas más modestas en altura, o superar los retos en el Polo Norte y en la Antártida, ser patrocinado por un banco y diversas marcas, dar conferencias aquí y allá... en definitiva, hacer del alpinismo su modo de vida.
-¿Qué significó para usted hacer los 14 ochomiles y ser una de las pocas personas del planeta que lo había conseguido?
-Pues la verdad es que no significó nada especial. Sí que me siento satisfecho de lo que hice y sobre todo de cómo lo hice. Estoy orgulloso porque siempre fuimos (cuando estaba su hermano) y fui fiel a unos principios que han regido todo lo que he hecho en mi vida.
-Se puede decir que esos principios y el amor por el Himalaya han marcado su vida.
-Claramente. Aunque tengo que decir que después de hacer los 14 ochomiles me quité un peso de encima y pasé a hacer cosas que me apetecían mucho en diferentes lugares del mundo. Expediciones que eran retos muy complicados como atravesar Groenlandia o en la Antártida, en las que parte de su atractivo era la dificultad. Escalé montañas que aunque no tengan la altura de las del Himalaya eran interesantes y bonitas. Hay tantas montañas en las que se pueden hacer tantas cosas que de vez en cuando conviene salir de las más altas.
-¿Qué tiene el País Vasco, que siempre da buenos montañeros?
-Tenemos una gran cultura de la montaña. Tenemos muchas montañas cómodas y atractivas que van creando ese caldo de cultivo para que de ahí salgan himalayistas. Desde chavales, en los pueblos siempre hay mucha costumbre de ir al monte y eso acaba enganchando.
¿Qué proyectos o expediciones tiene ahora en mente o está preparando?
-Me encuentro en un 'impasse' y estoy centrado en otras cuestiones. Con menos tiempo para realizar expediciones.
-¿Quiere decir que va a dejar de hacer expediciones?
-Pues probablemente. Va siendo hora de cerrar una etapa y abrir otra. A ver, ahora estoy centrado en otra cosa, aunque no sé muy bien si alguna vez estuve centrado en algo. Y posiblemente deje de ser yo el que haga expediciones, aunque tampoco descarto que haga alguna más.
¿Qué ascensiones en el Himayala recuerda con más cariño?
-Sobre todo, la del Annapurna y la del Everest. Y eso que hoy en día el Everest está muy devaluado, porque se ha abusado de todo. Se ha abusado y de mala manera de la tecnología, de los sherpas, de los intereses comerciales y por eso este coloso se ha devaluado, pero sigue siendo el Everest. Que nadie piense que es una cuesta que la sube cualquiera con la ayuda de un buen guía, porque no es así. Y para mí el Everest siempre ha sido una montaña muy importante y lo sigue siendo.
-¿Le sigue tentando subir a su cumbre?
-Claro que sigue tentándome, pero como he dicho, estoy ya entrando en otra etapa.
-Háblemos de la última expedición en la que estuvo embarcado, la WOPeak17, formada por usted, Vallejo y Zabalza. No pudieron conseguir el reto de enlazar las cumbres del Gasherbrum I (8.080 metros) y Gasherbrum II (8.035 metros) por el mal tiempo, pero salvaron la vida de un compañero italiano que estaba a más de 7.000 metros. ¿Fue ese rescate mejor que hacer cumbre?
-Fue otra cosa. Nosotros no pudimos completar nuestro reto, pero por supuesto ayudamos a otro alpinista que se encontraba en apuros y eso nos reconforta. La situación de tener que echar una mano a un compañero en la montaña no te la piensas, actúas y ya está. No lo piensas ni dos veces. Y eso hicimos y salió bien.
-Usted ha estado en Cantabria dando una conferencia en la Facultad de Derecho de la UC titulada 'Elogio al Fracaso'. Explíqueme como se entiende esto en una sociedad como la de hoy en la que los que fracasan no suelen pasarlo muy bien.
-Lo que yo intento es desmontar el mito del fracaso como algo negativo, por que no tiene por qué ser así. Hay que ver lo positivo. Yo siempre he aprendido más de los fracasos que de los éxitos y así es como se debería ver. ¿Toda expedición que no pase por la cumbre ha fracasado? Pues, viva el fracaso. Yo no hablo de motivación ni de esas cosas, hablo de cosas reales, de mis experiencias en la montaña, en la que he aprendido mucho más cuando he fracasado en un objetivo que cuando lo conseguí.
-Ustedes, los alpinistas de alta montaña, que corren un gran riesgo y muchas veces se enfrentan a la muerte, ¿qué necesitan para subir su adrenalina?
-Yo soy consciente de que mucha gente piensa que somos unos locos, pero a mí me parecen más locos los que van a gritar enloquecidamente a un campo de fútbol o los que hacen cola durante toda una noche para comprar una entrada para un concierto de un cantante famoso. Por supuesto que nosotros practicamos un deporte de riesgo, pero no somos unos temerarios. Precisamente debido a que somos conscientes de que existe un gran riesgo en lo que hacemos cuidamos mil veces más todos y cada uno de los detalles de una ascensión o de una expedición.
-Además de las del Himalaya, ¿qué otras montañas le atraen?
-A la gente como yo, todo lo que se levante sobre el nivel del mar nos llama la atención. Personalmente me gustan mucho los Picos de Europa, los Pirineos y las montañas que tengo cerca de casa.
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