Otro invierno caliente en los ochomiles
Alpinismo extremo ·
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Alpinismo extremo ·
Además de Alex Txikon, cinco expediciones más buscarán hollar algunas de las montañas más altas del mundo en la época más fría del añoUna década lleva ya Alex Txikon en pos de ochomiles en invierno. Diez años en los que lo exiguo del botín da una perfecta imagen de la dificultad de la empresa: una cima, el Nanga Parbat en 2016. Pero su empeño ha creado escuela. ... Definitivamente, «el arte del sufrimiento», como definieron los polacos hace décadas al himalayismo en está época, se han puesto de moda. Esta temporada, hasta media docena de expediciones se han dado cita a los pies de cinco ochomiles en pos de un objetivo cada vez más preciado. Además del vizcaíno y la expedición semicomercial en el Manaslu, también habrá actividad en el Everest, el K2, el Cho Oyu y el Nanga Parbat.
En el Techo del Mundo se encuentra ya Jost Kobusch. El joven aleman (29 años) vuelve a intentarlo por tercera vez y lo que hace cuatro años (falló el año pasado por la pandemia) fue tomado como un delirio de juventud hoy se sigue con respeto y admiración por el planeta alpinístico. No en vano, su objetivo es hercúleo. No solo busca la primera invernal al Everest en solitario y por supuesto sin oxígeno, sino que además la quiere conseguir por la arista oeste y el corredor Hornbein, una de sus rutas más técnicas y exigentes.
Pero Kobusch lo tiene claro y no vende humo. Más de una vez ha dicho que su proyecto es a varios años vista y cada temporada da un paso, lento pero firme. El primero sirvió para conocer el Everest en invierno, uno de los lugares más inhóspitos del planeta. En el segundo se adentró ya en la montaña más en serio y llegó hasta los 7.300 metros. Ahora se ha propuesto alcanzar los 8.000, a la entrada del Corredor Hornbein. Y si lo logra será todo un hito. Nadie ha llegado tan alto en solitario en invierno, la altitud en la que muchos ochomiles terminan pero en el Everest empieza la verdadera montaña.
El otro gran coloso ochomilista también tendrá visita. El temible K2, la montaña de las montañas que hasta hace once meses se resistió a su conquista invernal, también tendrá actividad. Y la protagonista también será única, aunque no estará sola. La alpinista taiwanesa Grace Tseng buscará la cima en el coloso del Karakorum, aunque estará rodeada de una cohorte de sherpas que trabajarán en exclusiva para ella. Como lo llevan haciendo tres años.
La joven asiática (28 años) ascendió en 2019 el Manaslu, su primer ochomil. Desde entonces, y apoyada por un fortísimo grupo de patrocinadores que no reparan en gastos, está empeñada en batir unos cuantos récords femeninos de precocidad y velocidad. Y hasta ahora lo está consiguiendo, aunque a costa de utilizar un estilo bastante alejado de la ética alpinística: un potente grupo de sherpas le preparan la ruta y le suben en volandas hasta las cimas sin escatimar oxígeno artificial ni cuerdas fijas.
Tras el Manaslu, la pandemia interrumpió su objetivo, que ha retomado en este 2021 con más ahinco si cabe. En primavera holló el Everest y el Lhotse y en otoño se apuntó el Dhaulagiri y el Kangchenjunga, logrando, por cierto, en este último, la primera cima postmonzónica en muchos años.
Y con ese palmarés se atreve ahora nada menos que con el K2, la montaña que en enero pasado pudo ser conquistada al fin por primera vez. Y solo por el probablemente equipo de diez sherpas más fuerte jamás reunido después de que en su ruta trabajasen otra veintena. Pero la montaña se cobró su tributo: cinco alpinistas muertos. Aunque la expedición de Grace Tseng ha quedado envuelta en el misterio ya que tras anunciarla en noviembre no ha vuelto dar señales de vida.
En ese equipo de nepalíes que le ha aupado a cuatro ochomiles en apenas cinco meses no estará uno de sus miembros más fuertes, Gelje Sherpa (29 años). Gelje fue uno de los diez del K2 y ha anunciado su intención de abrir una nueva ruta en la vertiente sur del Cho Oyu. Su objetivo es doble, por un lado acelerar su carrera para completar los 14 ochomiles (solo le faltan el Cho Oyu y el Broad Peak) y por otro abrir una ruta 'fácil' por la vertiente nepalí de este ochomil.
Hasta ahora, la ruta más accesible y que utilizan las expediciones comerciales en este ochomil se dibuja por la vertiente china. Así queda expuesta a las arbitrariedades de las autoridades de Pekín, que la abren y cierran a su antojo con excusas de todo tipo, sobre todo políticas. Y es que el Cho Oyu y sus collados son una de las vías habituales de escapatoria hacia Nepal de los tibetanos que intentan huir del yugo de la ocupación china.
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Miguel Ruiz Cervera
Miguel Ruiz Cervera
La última expedición en anunciar su intenciones invernales ha sido la del Nanga Parbat. Y pese a ser la más reciente, ha atraído inmediatamente hacía sí los focos de atención que iluminaban al resto. El motivo es doble: la ruta elegida y el elenco de alpinistas que lo van a intentar. El equipo que va a intentar la segunda invernal absoluta a la 'montaña asesina' está formado nada menos que por el alemán afincado en España David Göttler, el italiano Hervé Barmasse, el estadounidense Mike Arnold y el pakistaní Qudrat Ali. Se trata de uno de los grupos más fuertes (si no el más fuerte) que se pueden formar entre alpinistas en activo en estos momentos, habituales al estilo alpino y con un palmarés tan extenso como ilustre de aperturas y realizaciones de alta dificultad técnica y exposición. La única duda que suscita este fuerte grupo es que dos de ellos, Barmasse y Arnold, nunca han estado por encima de los ochomil metros.
Y como no podía ser de otra forma, la vía elegida no les desmerece: la pared Rupal. Con sus 4.500 metros, se trata del mayor desnivel del planeta. Un murrallón escenario de algunas de las mayores gestas (y tragedias) del himalayismo) que apenas cuenta con vías el resto del año y que en invierno acumula diez intentos, todo ellos infructuosos. Y David Göetler ha protagonizado alguno de ellos. En el invierno de 2013-14, coincidieron en la pared dos expediciones, una polaca encabezada por Tomek Mackiewicz y Marek Klonowski y otra integrada por Simone Moro y David Göttler. Ambas acabaron por unir fuerzas en la vía Schell y en el intento final, Mackiewicz y Göttler llegaron hasta los 7.200 metros antes de retirarse.
Acomódense en el sofá, abríguense bien y disfruten. El Himalaya invernal ha vuelto.
«Estamos envueltos en una gran ventisca, lleva más de 36 horas nevando sin parar y gigantescas avalanchas cuyas ondas expansivas casi llegan al CB barren la montaña. Las tiendas están aguantando muy bien pese a que hay más de metro y medio de nieve… De la que podamos volver a rotar en altura tendremos que empezar de cero abriendo huella y marcando todo con bambús». Alex Txikon relataba así ayer lo que están viviendo en las últimas horas. en el CB.
El invierno ha enseñado los dientes en el Manaslu y ha dejado en nada todo el trabajo realizado en la primera semana de expedición. Y no era poco. En coordinación con los sherpas de la expedición semicomercial con la que comparten permiso habían equipado hasta el campo 2.
«El temporal se ha llevado por delante todo el trabajo hecho. Está claro que el Himalaya en invierno no es un juego y requiere mucho curro y estrategia», añadía el alpinista vizcaíno. Mientras, la expedición está ya al completo. Justo antes de comenzar el temporal llegó al CB en helicóptero Simone Moro, ya aclimatado tras hacer cima la semana pasada en el Ama Dablam.
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