Juanito Oiarzabal anuncia su adiós a las grandes cumbres pero seguirá como guía de montaña

- ¿Le ha dolido mucho anunciar su retirada?

- No, no mucho. Tenía las cosas claras desde hace un tiempo. Era una decisión que tenía que tomar pero no terminaba de ver ni cuándo ni cómo. Ahora ha llegado el momento de anunciarlo de una manera oficial, al tiempo que damos a conocer otro proyecto, la realización de tres documentales sobre mi vida deportiva, despidiéndome a lo grande de los ochomiles.

- ¿Cuándo fue el principio del fin?

- Venía dándole vueltas desde hace ya un año. A principios de 2020 estuve en el Aconcagua, donde comencé a darme cuenta de que subir a casi siete mil metros me costaba. Quería experimentarlo por mí mismo. Quería saber hasta qué altura podría funcionar con la dolencia de pulmón que padezco. Allí empecé a darme cuenta.

- Ya lo vaticinaba a primeros de julio de 2017 cuando dijo «quizás deje el proyecto», refiriéndose naturalmente a la muerte de alguien de quien no podemos olvidarnos como es Alberto Zerain, su compañero inseparable en sus últimos ochomiles.

- Evidentemente también ha influido en la decisión y mucho la ausencia de Alberto. Era amigo, un compañero con el que me sentía seguro y protegido. La muerte de Alberto fue definitiva en la decisión. Era sin duda uno de los pilares en los que se basaba el proyecto. Y con su desaparición quedó cojo. Buscar a un sustituto de la confianza y complicidad que tenía con Alberto iba a ser complicado… lo asimilé y lo acepté.

- Anuncia su retirada, pero queda claro que es su adiós a los ochomiles, no a la montaña.

- Absolutamente. Que quede claro que no me retiro de la montaña. La retirada es de los ochomiles, no del alpinismo profesional que lo voy a seguir ejerciendo. Seguiré, como sigo, yendo al monte toda mi vida. Mi profesión es guía de montaña y como tal seguiré llevando gente al monte, haciendo trekkings al Himalaya, guiando en los Alpes y Pirineos. Lo que dejo exclusivamente son los ochomiles. La montaña lo es todo para mí. Pero ahora mismo, en los ochomiles tengo mucho más que perder que que ganar.

- Ahora acaba de regresar del Karakorum (Pakistán), en primavera volverá al Himalaya (Nepal) al campo base del Makalu. ¿Cómo se siente en el reencuentro con los ochomiles sabiendo que ya no va a subirlos?

- Me encuentro cómodo y muy bien porque ya está tomada la decisión de abandonar los ochomiles. Lo que me queda ahora es disfrutarlos de otra manera.

- ¿Qué le ha dado la montaña en este tiempo?

- Me lo ha dado todo. Estabilidad económica, trabajo, satisfacciones, conocer gente, otras culturas, otros países.

- ¿Y qué le ha quitado?

- Lo principal y lo más doloroso, ha sido que me ha quitado a muchos de mis compañeros y amigos.

- Efectivamente, se han quedado muchos por el camino. El último el amigo 'Zeras', Alberto Zerain…

- Mucha gente se me ha quedado en la montaña. Todos ellos han significado mucho en mi vida personal y profesional. El último ha sido Alberto Zerain, con el que tenía muchísimo vínculo. Habíamos crecidos juntos. Vaya desde aquí un recuerdo para todos ellos.

- Un test rápido: ¿El ochomil más difícil?

- El Annapurna o el K-2.

- ¿El más peligroso?

- Sin duda el Annapurna.

- ¿El más sencillo?

- El Cho Oyu.

- ¿Se hará el K-2 en invierno?

- Mi opinión personal es que este año no. Igual me equivoco.

- Sebastián Álvaro, a quien conoce muy bien, y su hijo Javier dirigirán la película de su vida. ¿Ha sido una vida de película la que ha vivido usted?

- Pues mira, sí. He tenido, estoy teniendo, una vida de película, la que he vivido y estoy viviendo. Tanto Sebas como Javi son los encargados de ello. En ella se va a plasmar una vida de montaña de un personaje que despierta todo tipo de emociones, buenas y malas.