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Las Jornadas de la Montaña Lebaniega han tenido como uno de sus protagonistas a JuanjoSan Sebastián (Bilbao, 1955) en la cita del Centro de Estudios Lebaniegos, en Potes. Se inició en la escalada a los 16 años y en 1979 realizó sus primeras expediciones a ... los Alpes y a los Andes. Fue uno de los gestores y protagonistas de 'Al filo de lo imposible', emblema de TVE entre 1983 y 2004.
-¿La montaña es un continuo aprendizaje?
–Gracias a la experiencia que uno va acumulando, creo que la montaña es la vida. Para que merezca ese nombre la vida tiene que tener algo que te pueda alterar tu estado de ánimo, que te apasione. Esa es la parte positiva; hay momentos de placer y alegría y otros que sin duda son duros, pero todo ese conjunto de momentos son los que te van forjando como persona.
–¿Qué significa para usted el alpinismo?
–Ha sido el principal referente de mi vida. Para mi generación, que tuvo la fortuna de estar sola en la montaña, era casi la última posibilidad de vivir aventuras, de arriesgar, de descubrir cosas desconocidas y adentrarte en terrenos que tienen que ver con lo que tuvo que ver el mundo en su fase original, con ese terreno que puede ser peligroso, que tiene que ver en su última instancia con lo que originariamente somos, seres vivos en los últimos rincones de un mundo salvaje.
–¿Engancha el Himalaya?
–He tenido la fortuna de que me hayan enganchado todas las cordilleras. La primera fue la de los Andes, en Perú. Fue una propuesta para mí inesperada: de ir a una expedición en 1979. Aquello sí que me enganchó a las grandes cordilleras y a las cordilleras lejanas. Está muy bien que estas montañas estén muy lejos, porque hasta que uno llega a ellas le pasan muchas cosas, y pasa por muchos lugares que no conocía y por muchas situaciones que no todas las veces puede uno prever, y es lo que da un poco el punto importante a la vida.
–¿Qué recuerdos le trae el K2?
–Muy buenos y a la vez muy malos, ya que es como uno de esos grandes objetivos que uno se traza en la vida. Cuando al fin lo consigues, no sabes muy bien si realmente ha merecido la pena. En el K2 yo he pasado la mayor tragedia que me ha ocurrido. Si en conjunto se pusiera en una balanza lo bueno y lo malo que me ha dado, se vería mucho más las cosas que he aprendido de esa montaña, a pesar de la tragedia, de solidaridad y de buen compañerismo que me tocó vivir.
–¿Esos valores de compañerismo, solidaridad y entrega a los demás son fundamentales en el mundo de la montaña?
–Se dan como en cualquier otro mundo; lo que ocurre es que yo siempre he tenido la fortuna de compartir proyectos con amigos.
–¿La familia es un pilar fundamental en la vida de un montañero?
–He tenido la gran suerte de volver a casa de todas las expediciones, que por supuesto nunca lo tienes asegurado, y de tener una mujer que me ha comprendido, que me ha dejado hacer, que ha entendido que la relación de pareja es una relación voluntaria entre seres libres. Siempre me he sentido un afortunado.
–¿Hay en la familia alguien que siga sus pasos?
–Mi hijo escala de vez en cuando y mi mujer me ha acompañado a muchas expediciones, pero no le ha gustado nunca escalar.
–¿Conoce el Parque Nacional de Picos de Europa?
–Me parece el sitio más fantástico del mundo. Para mí los picos y la Cordillera Cantábrica son uno de los lugares de las montañas más en estado puro de toda España. Es un lugar único en cuanto a lo agreste; severo y auténtico. Muy fácilmente uno puede estar absolutamente solo, con escaladas de mayor o menor dificultad, pero casi siempre con bastante compromiso y exigencia.
–¿Qué proyectos tiene ahora a corto plazo?
–Escalar en roca por los Picos de Europa y por otros sitios. Cada edad, cada etapa de la vida, es diferente a otras, y ahora no pienso en irme lejos, por lo que intentaré mejorar un poco el nivel que tengo en la escalada en roca.
–¿Cómo ve a las nuevas generaciones de alpinistas?
–Con distancia. Se escala de una manera diferente a la de antes, y mayoritariamente hay gente que escala a un nivel técnico impresionante de escalada deportiva, pero también hay muchos jóvenes que siguen haciendo lo que hacíamos nosotros multiplicado por mil, gracias a que también pueden hacer escalada deportiva. Ese tipo de escalada, muy técnica, muy depurada y con un riesgo bajísimo, permite a quien quiere alcanzar tal nivel que luego puede meterse en importantes compromisos de alta montaña. Los jóvenes tienen ahora de un abanico muchísimo más abierto de lo que teníamos nosotros, ya que antes la montaña era alta montaña y desde el punto de vista técnico era muy inferior, y ahora no puedes hablar de la alta montaña como un único sentido, sino que hay muchas variedades que hacer como hielo, roca, montaña invernal o grandes paredes y hay un nivel muy alto de exigencia.
–¿Qué aportan jornadas de montaña como las que en este fin de semana se están celebrando en Potes?
–Sobre todo un punto de encuentro entre personas que nos conocemos desde hace muchos años, y un agradecimiento hacia las poblaciones donde hemos pasado tantas veces, porque las montañas no solo son las cumbres, sino todo lo que las rodea.
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