Los montañeros españoles atrapados en Nepal llegan a Madrid y ponen fin a la pesadilla

Últimas horas de la pesadilla de Juanito Oiarzabal y varios montañeros españoles en Nepal. El alavés, al igual que el resto de componentes de la expedición de la que forma parte, serán repatriados este viernes a Madrid. Un avión de Iberia que aterrizó el miércoles en el país rescatará al nutrido grupo de alpinistas, entre los que también se encuentra el director del programa Al filo de lo imposible, Sebastián Álvaro. El propio Álvaro ya ha confirmado en su cuenta de Twitter su pronta vuelta a casa. «Todo preparado. Un cafelito y al aeropuerto», escribió la noche del jueves.

Oiarzabal y Álvaro lanzaron hace una semana un grito de auxilio en sus redes sociales. Se había desplazado allí el 23 de abril junto a varias personas para grabar un documental y realizar una serie de rutas. Sin embargo, la complicada situación en Nepal y su capital, Katmandú, hizo que los dirigentes del país cerrasen la ciudad y sus principales instalaciones, como el aeropuerto. Estaban encerrados en un país que en los últimos días ha confirmado más de 8.000 casos positivos diarios.

Durante más de una semana se han prolongado las complicadas gestiones para fletar un avión y repatriar al grupo, en el que también se encuentran Alex Txikon, que tuvo que abortar su ascenso al Everest, o el veterano alpinista Carlos Soria (82 años), llegado para coronar el Dhaulagiri. La ministra de Extreriores, Arancha González Laya, confirmó el martes que hoy se pondrá fin a la pesadilla de los montañeros.

Oiarzabal ya pasó el coronavirus en febrero e incluso tuvo que permanecer ingresado en Txagorritxu. Pasó veinte días en el hospital y a su salida aseguró encontrarse ante «uno de los días más felices de mi vida». en el grupo.

En Nepal la cifra de contagios sigue disparada y como dijo Alex Txikon en sus redes: «aquí hay 'blanquitos' (nombre despectivo que utilizan los nepalíes para referirse a los occidentales) con PCR positivo que se pasean por la ciudad y por el hotel como si nada. No entiendo tanta irresponsabilidad. Seguro que en casa no lo harían»..