«Los Picos lo tienen todo, te recuerdan que estás muy vivo»
Juanjo San Sebastián | Alpinista ·
El veterano ochomilista Juanjo San Sebastián asegura que «la montaña da mucha más vida de la que quita, te hace sentir la vida con mucha más intensidad»Secciones
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Juanjo San Sebastián | Alpinista ·
El veterano ochomilista Juanjo San Sebastián asegura que «la montaña da mucha más vida de la que quita, te hace sentir la vida con mucha más intensidad»L. RAMOS
Lunes, 3 de febrero 2020, 19:22
Fue uno de los ochomilistas más emblemáticos del país en las décadas de los 80 y 90, pero asevera que sus mejores momentos los pasó en cumbres mucho menos elevadas. Juanjo San Sebastián (Bilbao, 1955) compartió en el marco de las Jornadas de la Montaña ... de Parres (Arriondas) sus vivencias durante casi cinco décadas de alpinismo y, sobre todo, lo que la montaña le ha enseñado en todo este tiempo.
-¿Recuerda su primera ascensión?
-Sí, fue en un curso muy elemental de técnica de roca, con instructores de la Escuela Nacional de Montaña en 1970. Luego mi primera escalada fue con unos amigos a los que conocí ese mismo día, en una de las vías clásicas de Atxarte. Pero mi verdadero bautismo de montaña fue en 1971, cuando me pasé un mes entero en los Picos de Europa y escalé todo lo que pude. Desde entonces les tengo un gran afecto.
-¿Cuál fue la más especial?
-Pues he ido un montón de veces al Himalaya y sin embargo no las tengo como las mejores, sino que para mí una de las más especiales fue mi primera ascensión al Mont Blanc por una vía además de difícil, larguísima, pues tiene más de ocho kilómetros de recorrido. Estuvimos cinco días entre la subida y la bajada y además nos cogió una tormenta, pero es uno de los mejores recuerdos. El otro es de la primera vez que escalé la pared del Capitán, con un atardecer magnífico.
-¿Y la más dura?
-El K2 de 1994, tanto por las condiciones como por la pérdida de mi compañero Atxo Apellániz. Era mi cuarto intento y era once años más viejo que en el primero, algo que se notaba, pues mientras que en la expedición del 83 era de los más fuertes, en esta era de los más flojos. A esto se suma la tragedia de perder a un amigo con el que llevaba muchos años.
-¿Se llega a superar algo así?
-Se llega a aceptar. Tenemos un organismo tan sabio que de la misma forma en que es capaz de adaptarse a la altitud extrema, se adapta a los dolores extremos. Son cosas que sufre todo el mundo, pues todos tenemos pérdidas, es ley de vida. Nuestra capacidad de resistencia es prácticamente ilimitada y buena parte viene con la capacidad de olvidar los peores momentos para poder seguir viviendo.
-¿Merece la pena seguir cuando la montaña le ha quitado tanto?
-Sí, porque la montaña da mucha más vida de la que quita. Para mí es la montaña, pero para otro será la música, el fútbol o la literatura. Para quien lo vive con pasión, es algo que te hace sentir intensamente vivo y en ese camino de vida también está la muerte, porque es inseparable. Cierto que en la montaña tienes más boletos, pues es un elemento mucho más hostil, pero posiblemente también por eso te hace sentir la vida con muchísima más intensidad.
-¿Cómo ha cambiado el mundo del alpinismo desde sus inicios?
-Pues para empezar, hace cuarenta años practicaban alpinismo unos 400 millones de personas en el mundo y hoy lo hacen 2.700. Yo he conocido los Picos de Europa vacíos, con los refugios sin guarda, y ahora mismo los refugios para mí son un sitio la mayoría de las veces a evitar, pues concentran a mucha gente y rompen con la soledad de la montaña.
-¿Y en cuestión de medios?
-Hoy la montaña tiene más que ver con la técnica que con las sorpresas del descubrimiento. En mi época había la información suficiente de los que nos habían precedido para que fuéramos a esos mismos sitios y nos encontrásemos solos. Creo que tuve la suerte de vivir la época más hermosa. La montaña yo la entendí siempre como un espacio de riesgo y soledad, y ahora mismo es muy difícil encontrar eso en sitios clásicos.
-Conoce bien los Picos de Europa, ¿qué le parecen?
-Soy un enamorado. Los Picos tienen todo lo esencial que tiene la alta montaña. Son un espacio salvaje y poco amable, bastante despoblado, donde el tiempo cambia muy rápido y hay soledad, pues sales de funicular de Bulnes y Covadonga y no encuentras casi gente. Es fácil que no veas a nadie o casi nadie en todo el día. Son un espacio de paz que te recuerda que estás muy vivo.
-¿Qué se encuentran quienes asisten a su conferencia 'El viaje'?
-No hablo de las montañas que he escalado, sino de las cosas que he aprendido escalando. Es un recorrido por los diferentes estados de ánimo y puntos de vista que uno tiene a lo largo de su vida, independientemente de dónde la haya pasado, si en la montaña, el fútbol o la literatura, como decíamos antes. La idea es que alguien que nunca haya hecho alta montaña se sienta identificado con lo que cuento porque lo ha vivido en otros ámbitos.
-¿Tiene algún proyecto en mente?
-Venir a los Picos de Europa muchas veces a lo largo de este año (risas).
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